La psicóloga Maite Garaigordobil, en una jornada sobre bullying celebrada en la UPV/EHU. Sara Santos

Maite Garaigordobil | Catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológicos

«A los padres les diría: regala a tus hijos media hora de juego al día»

La vuelta al cole es uno de los momentos «especialmente sensibles» para el bienestar emocional de los niños y adolescentes

Domingo, 7 de septiembre 2025, 00:06

La psicóloga Maite Garaigordobil asiste con «preocupación» a los datos que reflejan un «malestar real y generalizado» entre los más jóvenes. ¿Las causas? Las redes ... sociales tienen mucho que decir, ya que considera que «el abuso de las pantallas es un factor de peso en el incremento de los problemas de salud mental», expone esta catedrática, ya jubilada, de Evaluación y Diagnóstico Psicológicos por la UPV.

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– ¿Es septiembre, con la vuelta al cole, la época más delicada para la salud mental de los jóvenes?

– Es uno de los momentos especialmente sensibles para el bienestar emocional de niños y adolescentes. Septiembre destaca por el cambio brusco: pérdida de tiempo libre y autonomía, cambios en el sueño y la alimentación, también supone reencontrarse con deberes y exámenes que puede activar ansiedad, sobre todo si el curso anterior fue difícil o si hay altas expectativas de los padres que se traducen en mensajes como 'este curso tienes que mejorar'. A nivel de relaciones sociales, si cambian de aula o centro, los adolescentes temen no encajar o ser etiquetados desde el principio, terreno fértil para dinámicas de acoso. Para muchos chicos y chicas, el riesgo del bullying y cyberbullying es una de las principales fuentes de ansiedad cuando empieza el curso. Es importante detectar a tiempo las señales y realizar actividades de gestión emocional para compartir estas fuentes de ansiedad desde el inicio.

– Más allá del arranque escolar, la salud mental de los jóvenes ha empeorado en los últimos años. El suicidio es la primera causa de muerte en la juventud. Seis de cada 10 jóvenes vascos ha tenido pensamientos suicidas o autolesivos y hasta el 25% toma antidepresivos o ansiolíticos. ¿A qué se debe el aumento de este malestar?

– Los datos reflejan que el malestar es real y generalizado y no responde a una sola causa, sino a un conjunto de factores que se refuerzan mutuamente, como la exposición continua a las redes sociales, que promueven la comparación constante y la inmediatez;la competitividad, la presión académica, la reducción del tiempo familiar compartido o una educación sobreprotectora, que puede generar que los menores no desarrollen la capacidad para afrontar las dificultades de la vida.

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– Se habla de generación de cristal, caracterizada por jóvenes con una baja tolerancia a la frustración o la búsqueda constante de reconocimiento. ¿Está de acuerdo con este término o lo considera injusto?

– Este concepto se ha popularizado en los medios y en conversaciones informales para explicar ciertos comportamientos en las generaciones más jóvenes, como la Generación Z. Como profesora, mi visión es que el término es algo simplista y un poco injusto, porque, aunque describe algunas tendencias claramente observables, no es preciso ni completo. La expresión 'generación de cristal' tiende a culpar al joven, y esto no me parece adecuado. En primer lugar, es una generalización ya que reduce a muchos individuos a unos rasgos, cuando en realidad también hay jóvenes resilientes, fuertes y trabajadores que no encajan en esa descripción. En segundo lugar, porque ignora el contexto en el que se desenvuelven los jóvenes de hoy, que se enfrentan a desafíos sin precedentes (crisis climática, presión académica y laboral, inestabilidad económica, sobreexposición constante a la información y a la crítica en redes sociales…). Y por último, la búsqueda de «validación constante» podría ser una reacción a la presión social y a la cultura de la perfección que se promueve en las redes. Más que juzgarlos, necesitamos acompañarlos con educación emocional y digital, desarrollar estrategias de evaluación y prevención.

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Redes e internet

«El abuso de las pantallas es un factor de peso en el incremento de los problemas de salud mental»

– ¿Y qué parte de 'culpa' tienen los móviles y las redes sociales?

– Tienen un papel muy muy relevante. Por los últimos informes, por ejemplo el de Unicef de 2021, realizado con una muestra de 41.509 adolescentes españoles de 11 a18 años, sabemos que un 33% tiene un uso problemático de internet y las redes sociales. Entre las consecuencias negativas están los cambios bruscos de humor, descenso en el rendimiento académico, dificultades de atención y concentración, aislamiento social, miedo a no estar conectado (FOMO), baja autoestima al compararse con lo que ve online...

– Un estudio recientemente publicado señala que se ha transformado la curva de la felicidad (U) y las mayores preocupaciones se dan ahora en la edad joven. ¿Qué consecuencias tiene en las nuevas generaciones?

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– El hallazgo de que la salud mental juvenil se ha deteriorado más que la de adultos mayores es relevante y preocupante, y conecta con debates actuales sobre redes sociales, desigualdad generacional, precarización laboral, etc. El abuso de las pantallas es un factor de peso en el incremento de los problemas de salud mental.

– ¿Los jóvenes son conscientes de todo esto?

– Sí tienen conciencia. Por ejemplo, en la encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios de 2023 con adolescentes de 16-17 años sobre sus hábitos online, más de la mitad opinan que pasan demasiado tiempo conectados a internet y creen que esto afecta negativamente a algunos de los aspectos de su vida: el 64% dice que tiene o ha tenido problemas para conciliar el sueño debido a estar tanto tiempo en internet; el 58% dice haber sufrido cambios de humor, el 48% señalan haber tenido ataques de ira y el 48% reconoce haber padecido ansiedad. Más de un tercio ha sentido aislamiento social por estar en internet y un 31% ha sufrido acoso escolar.

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Expectativas

«La competitividad y la comparación constante con otros compañeros aumentan el estrés por no estar a la altura»

– ¿Qué impacto tendrá en el área laboral? Las bajas por depresión, ansiedad o sobrecarga de trabajo han aumentado un 31% entre menores de 35 años...

– Sabemos que los problemas de salud mental en la infancia tienen un impacto a largo plazo con consecuencias significativas para el comienzo de la vida adulta, y afectan a la capacidad del individuo para alcanzar una vida funcional. Influyen en el rendimiento académico, y por consiguiente, en el acceso y productividad en el trabajo. Hay que priorizar la salud mental juvenil como un problema estructural y no solo coyuntural, diseñando políticas públicas que apoyen a las nuevas generaciones frente a este deterioro.

– ¿Cómo se puede mejorar esta situación?

– Destacaría varias acciones. En necesario que, desde la educación, tanto escolar como familiar, se promueva la resiliencia, la gestión de las emociones y habilidades digitales para reducir riesgos asociados a factores como el uso problemático de internet o las redes sociales. También es importante promover espacios de diálogo en los centros educativos donde los alumnos puedan expresar sus preocupaciones y temores, compartir vivencias, con la finalidad de erradicar el estigma sobre la salud mental y todo ello con la colaboración de las familias.

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–¿Los padres tienen conocimiento sobre las redes que usan sus hijos?

– Depende mucho de la familia, pero en general, el conocimiento de los padres sobre el uso real que hacen sus hijos es limitado. La mayoría conoce las redes más populares, pero no siempre saben cómo las usan, cómo les afectan, ni comprenden sus riesgos. ¿Qué se puede hacer? Ante todo, no hay que demonizar las Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación (TRIC). La solución no es prohibir, sino educar para prevenir. Hay que consensuar tiempos de uso, hablar con naturalidad sobre lo que ven y hacen en internet, interesándose por sus gustos, proponer planes compartidos sin pantallas... y estar atentos a señales como cambios de humor o aislamiento.

Desconocimiento

«La mayoría de los padres conocen las redes más populares pero no siempre saben cómo las usan sus hijos ni cómo les afecta»

– ¿Los niños han dejado de jugar?

–Hoy los niños y niñas siguen jugando y relacionándose, pero lo hacen en entornos y formatos distintos. La tecnología, en particular, ha reconfigurado el panorama del juego y la comunicación. El juego presencial cara a cara se ha reducido muy significativamente, lo que representa un problema, porque esto tiene un impacto negativo en el desarrollo integral infanto-juvenil. El juego es una necesidad vital, porque el niño necesita acción, manejar objetos, relacionarse con otros. Los videojuegos, juegos virtuales… también son una fuente de aprendizaje, socialización y desarrollo, siempre que el tiempo de uso sea equilibrado. Si alguien me pidiera una recomendación le diría: regala a tus hijos e hijas media hora de juego al día, fomentarás su desarrollo, fortalecerás tus vínculos con ellos y os conoceréis mejor como personas. El desafío es equilibrar el uso de la tecnología y del juego tecnológico con el juego tradicional y la interacción social cara a cara.

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– El 9% de los menores de 12 años ha sufrido acoso y ciberacoso escolar. ¿Qué está fallando? ¿Desde dónde es necesario actuar?

– El problema en gran medida no es de los menores, sino del ecosistema que les rodea. Fallan la prevención temprana, la educación socioemocional y digital desde edades iniciales, y la coordinación entre familia, escuela y entorno social. No basta con reaccionar cuando el daño ya está hecho: se necesitan programas integrales, formación docente, participación activa de las familias y una cultura escolar que rechace cualquier forma de violencia.

– La presión ante los exámenes siempre ha existido pero cada vez más chavales sufren ansiedad a la hora de enfrentarse a estas pruebas. ¿Por qué ocurre?

– Es cierto que la presión académica siempre ha existido, pero hoy se observa un aumento de la ansiedad ante los exámenes que puede ser explicada por varios factores. La sobrecarga de tareas académicas, la competitividad y la comparación constante con otros compañeros incrementan el estrés y el miedo a no estar a la altura. Además, muchos jóvenes no han desarrollado estrategias efectivas de gestión emocional, ni resiliencia, y el exceso de expectativas familiares o escolares refuerza la sensación de miedo al fracaso. Todo esto convierte los exámenes en un momento especialmente vulnerable para su bienestar emocional, donde muchos jóvenes sienten ansiedad y temor al fracaso.

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Problemas de salud mental

«Influyen en el rendimiento académico y por consiguiente en el acceso y la productividad en el trabajo»

– ¿Se disfruta de la infancia como antes?

– Esta es una pregunta compleja y la respuesta no es un simple sí o no. No obstante, cabe destacar que actualmente la infancia está más estructurada y programada que antes. Las actividades extraescolares, las clases de refuerzo y los horarios fijos pueden reducir el tiempo para el juego espontáneo. Además, actualmente los niños y adolescentes enfrentan presiones que las generaciones anteriores no tenían, por ejemplo, el ciberacoso, la exposición constante a estándares de vida poco realistas… lo que puede afectar su capacidad para disfrutar del momento.

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