Un año sin los niños de Chernóbil
Acogida. Las familias de la ONG Chernobilen Lagunak mantienen la esperanza de ver este verano a los niños de Ivankiv, que no pudieron venir el pasado por el Covid-19
Pablo Sáenz San Juan
Lunes, 22 de marzo 2021, 06:38
Marian y su pareja llevan más de un año y medio sin ver a Victoria, la niña de origen ucraniano a la que acogen cada ... verano en Zarautz gracias al programa de Chernobilen Lagunak. El año pasado el coronavirus truncó la visita de la pequeña y el resto de menores ucranios. Fue un jarro de agua fría para las familias. Desde entonces, la ONG vasca trabaja para hacer posible su reencuentro este próximo verano, aunque de momento «todo está en el aire». El regreso de los niños de Chernóbil dependerá de cómo avance la pandemia.
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En Chernobilen Lagunak son varias las familias que acogen a menores ucranianos de 7 a 17 años durante los veranos para que no estén expuestos a los altos niveles de radiación del país. «El objetivo del programa es la mejora de su salud», explica Marian. Estos niños viven en la localidad de Ivankiv −al norte de Ucrania, en la frontera con Bielorrusia−, una población de no más de 10.000 habitantes, «aunque la mayoría viven en aldeas y en caseríos aislados unos de otros». El distrito de Ivankiv está a 52 kilómetros de la central de Chernóbil y a 20 km de la zona más afectada por la radiación. No obstante, las altas temperaturas del verano aumentan los niveles de sustancias contaminantes como el cesio y el estroncio en el aire, la tierra y el agua. «A la larga pueden desarrollar cánceres o todo tipo de enfermedades», lamenta la zarauztarra. «Para ellos es una oportunidad venir a Gipuzkoa, además es un territorio rico en yodo», un elemento que «contrarresta la radiación de sus cuerpos».
El año pasado la ONG decidió acoger a los niños. «Parecía que en verano se recuperaba la normalidad», recuerda Marian, pero «el gobierno de Ucrania y el nuestro se posicionaron y tuvimos que cerrar el programa», lamenta. Fue un estacazo a su ilusión. Así, tras un año y medio sin verse las caras, este 2021 las familias mantienen la esperanza de poder recibir a los menores para que disfruten de un verano en un entorno sin radiación. No obstante, de momento, no hay nada decidido. «Todo está en el aire», pendiente de confirmación. La decisión final dependerá de cómo avance la pandemia en ambos países. En la ONG lamentan que «este invierno algunas familias se han dado de baja» y animan a los guipuzcoanos a colaborar con el programa de acogida.
Los datos
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Contacto: Teléfono: 689 58 62 77
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Información en su web: www.chernobilenlagunak.org
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Duración de la acogida: Un mes y medio durante los veranos.
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Perfil familias: No existe un perfil predefinido para ser familia de acogida. Sólo poder ofrecer al menor una situación afectiva estable y familiar.
Las familias de Chernobilen Lagunak han mantenido un contacto constante con los niños durante el invierno. «Hablamos semanalmente. Antes el contacto era más difícil. Hay épocas que están sin internet. Ahora empiezan a tener móvil, es nuevo. Las redes sociales ayudan a reducir distancias», explica la zarauztarra. «Y el Google Translator ayuda mucho en la comunicación», bromea.
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La vida en Ivankiv
Victoria llegó a la vida de Marian y su pareja hace tres años. En sus llamadas les cuenta su día a día. «Este año está pasando mucho tiempo en casa y juega con los animales de la granja». Ahora tiene móvil y puede enviar fotos a su familia guipuzcoana.
«Cuando llegan a Gipuzkoa descubren otra sociedad completamente diferente a la que conocen. Es la primera vez que se bañan en el mar o que ven un cajero automático, un mando a distancia o un ascensor. A nivel tecnológico hay mucha distancia de donde estamos y donde están ellos», apunta Marian.
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La niña les explica que en Ucrania los inviernos son «muy duros» y ahora su rutina se limita a ir a la escuela y volver a casa. Por lo que cuentan los chavales a sus familias de acogida, su estilo de vida es muy diferente al de aquí. «Viven bastante aislados, no hacen vida social, y pasan los días recogidos en sus granjas o sus casas. Allí no existen las extraescolares, por ejemplo». «Es una zona pobre y deprimida en la que no se invierte, no hay mucha industria», comenta Marian. «Es como la vida de los años 70 de España, viven en una evolución muy diferente».
Por todo ello, las familias de Chernobilen Lagunak trabajan para poder acoger, de nuevo, a los niños este año. No pierden la esperanza de volver a verse las caras y disfrutar de un nuevo verano juntos.
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