La profesora asesinada y un hombre que baila

Hace un par de semanas Maruja Torres protagonizó un apasionante programa con Jordi Évole en La Sexta. La periodista tiene 80 años y habla con la libertad de quien está de vuelta de casi todo: no hay mejor patrimonio. Torres recomienda a los periodistas escribir «con mala leche» y hacer más crónica que opinión.

Solo aplicaré la 'doctrina Maruja' al 50%: no hay 'mala leche' en estas líneas, porque soy de los que se emocionan con ese último baile, pero sí acudo a las fuentes. Telefoneo a Pierre Penin, el periodista de la redacción en Biarritz de Sud-Ouest que siguió el caso y entrevistó al viudo bailarín. «No eres muy original: me están llamando de grandes medios franceses con la misma pregunta: quieren saber más de este hombre, esa mujer y esta historia de amor», me responde.

Se conocieron en una sala de danza en 2010 («sus estilos favoritos eran el rock y el indie»), luego se convirtieron en pareja, aunque nunca se casaron, y el baile fue para siempre uno de sus nexos de unión. Practicaban la danza al menos un día a la semana. La última, la víspera de su muerte. «Después de que ella, tan querida por sus alumnos, fuera asesinada en su escuela, él pensó en una despedida tan luminosa y feliz como había sido su relación. Y quiso ese baile final, con sus amigos, en esa impresionante imagen», resume Penin.

Por fortuna, hubo un vídeo de France 3 que lo recogió. El coreógrafo francés Benjamin Millepied, pareja de la actriz Nathalie Portman, fue uno de los personajes que más cancha le dio en las redes y mejor resumió: «Es una de las más trágicas y hermosas escenas de danza que nunca he visto. A través del baile de él, baila ella también», escribió.

Los escépticos repetimos muchas veces que es tenue la frontera entre lo sublime y lo ridículo. La despedida de este hombre a su pareja podría parecer el arrebato de un tipo que ha perdido el sentido o quiere llamar la atención, pero nos conmueve porque es algo tan sencillo, y complejo, y raro, y cursi, y maravilloso, como una historia de amor: a la persona querida y a la vida.

Y ahora me pongo otra vez las gafas del escéptico para seguir leyendo el periódico.