El Mikado es un juego de destreza muy sencillo. Un jugador sujeta un haz de palillos alargados con las manos, posa las puntas sobre una ... superficie lisa y lo dejar caer al azar. Por turnos, cada jugador debe retirar los palillos, de uno en uno, sin mover el resto durante el proceso.
En cierto modo, creo que nuestra sociedad es un Mikado en el que cada uno de nosotros somos uno de esos palillos. Podemos destacar como individuos, desarrollar una ambición personal pero formamos parte de un juego en el que estamos supeditados al interés colectivo.
Circula esta semana por internet la Teoría del Carrito del supermercado. Afirma que se puede determinar el carácter de una persona en base a cómo se comporta tras vaciar su compra en el maletero del coche. Devolver el carrito a su lugar no es obligatorio y tampoco es ilegal abandonarlo en el aparcamiento contiguo a nuestro coche pero, todos sabemos que no es lo correcto. La teoría sostiene que quien devuelve el carrito a su lugar es una persona con valores morales, capaz de gobernarse a si misma. Por el contrario, quien lo abandona dónde más le conviene es un egoísta con dificultades para vivir en sociedad.
No pretendo juzgar al prójimo, bastantes problemas tienen los profesionales de la judicatura en estos días. Pero dejadme compartir una observación. Cuando alguien deja tirado un carrito en el peor sitio imaginable, pronto llegará otra persona y abandonará su carrito junto al primero.
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