1975 | El «absoluto descuido» de la plaza Lasala
1975 ·
Criticaban que haber permitido que la plaza se convirtiera en un aparcamiento permanente «impide que la escoba de los barrenderos llegue a todos sus rincones, acumulándose la porquería con riesgo de convertir el lugar en un estercolero»Es, desde luego, un lugar singular. Muy cerca de espacios bulliciosos, como el Muelle, la calle Mayor o la entrada al Ayuntamiento, constituye sin embargo ... un apartado remanso de paz. Los propios donostiarras nos solemos olvidar de la plaza Lasala, y pasan los meses, los años, sin que entremos en ella a saludar a su león de bronce.
El 25 de septiembre de 1975 se ocuparon de la plaza Lasala en nuestro periódico, para denunciar su abandono. Empezaban dando algunos detalles sobre la misma...
«Plaza o mejor dicho plazuela, correspondiente a la antigua de la Aduana, a la que el 20 de abril de 1853 se le dio el nombre de aquel ilustre donostiarra, que fue alcalde de la ciudad, presidente de la Diputación y diputado a Cortes».
«Decimos esto por cuanto son muchos los donostiarras y muchísimos los forasteros que poco, o nada, saben de aquel político progresista, amigo de Espartero, de quien gestionó y consiguió la capitalidad de Guipúzcoa para San Sebastián, logro póstumo que no llegó hasta 1845, el año justo del fallecimiento del gran valedor».
Tras el apunte histórico, entraban en materia hace cincuenta años...
«Hoy, al cabo de los años, la plazuela va recuperando la fisonomía que tuvo en su origen, pues al reconstruir los edificios que la marginan, se trata de imponer una norma arquitectónica acorde con el lugar... norma que no cuenta para los edificios oficiales. Pero no es a ello a lo que queremos referirnos, sino al absoluto descuido en cuanto a conservación, policía y limpieza de aquel cuadrilátero urbano».
«El hecho de haber tolerado en él un aparcamiento permanente impide que la escoba de los barrenderos llegue a todos sus rincones, acumulándose la porquería con riesgo de convertir el lugar en un estercolero».
Vamos, que la plaza daba pena tan sucia y abandonada, y con la escultura del león rodeada de automóviles.
Salida de emergencia
«Pero además, allí tiene el teatro Principal –que es municipal– una salida de emergencia, salida cerrada por una cadena y bloqueada por los automóviles estacionados que caso de producirse un siniestro o una simple alarma en el interior del teatro, quedaría convertida en un cepo para quienes tratasen de salvarse a través de ella».
Eso sí que era un problema mayor, como todo lo concerniente a la seguridad. Una salida de emergencia atorada es un peligro que debe evitarse. Terminaban con un ruego aquel comentario del 25-IX-1975...
«Creemos que existen concejales y técnicos municipales encargados de inspeccionar calles, parques y jardines de la ciudad. El rincón a que nos referimos se encuentra a unos pocos pasos del Ayuntamiento. No iba a costar mucho trabajo girar a él la visita que solicitamos».
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