La calle de la memoria
1954 | Aquella fiesta «de ruido, ingenuidad y alegría sana»Toda fiesta tiene su punto nostálgico. También la de San Sebastián. Nos acordamos de quienes ya no dan redobles y de cómo vivíamos nosotros la ... tamborrada en otras etapas de nuestra vida.
El 20 de enero de 1954, hace setenta años pues, el articulista de DV Alfredo R. Antigüedad escribió un artículo nostálgico sobre la fiesta que había conocido en los años 10 y 20: «Yo recuerdo, volviendo atrás la cabeza, la impresión imborrable de hace un tercio de siglo, cuando la ciudad era más pequeña, la vida más íntima y en que todos los habitantes de San Sebastián se conocían».
«La víspera del día de San Sebastián –evocaba– era magnífico acontecimiento. En las sociedades populares se celebraban banquetes y la tamborrada soltaba su estridente cadencia en el momento de izar la bandera de la ciudad. El Iriyarena, la Marcha de San Sebastián, tenían una ejecución orquestal, de tenedor y cuchillos, había discursos y había baile. Pero lo principal era la tamborrada, Tras ella, una multitud lanzaba irrintzis y saltaba bailarina en interminable kalejira».
1954
Evocaban la tamborrada de cuando Donostia era más pequeña. Y reconocían que «el cambio de humory de las costumbres está en nosotros mismos. Porque este San Sebastián que hoy se conmemora es el mismo que fue y que seguirá siendo»
«Era una fiesta de ruido, de ingenuidad y de alegría sana», escribía Antigüedad en 1954, cuando ya era cincuentón y se sentía embargado por «una extraña y agridulce melancolía». Reconocía el articulista que «no es el humor donostiarra el que ha cambiado, sino que hemos cambiado nosotros. Porque los muchachos que siguen tras los barrileros, que golpean los tenedores en las mesas y que bailan alegres, son actores como lo fuimos nosotros de la fiesta de la ciudad. Contemplan el espectáculo igual que lo vimos nosotros hace casi cuarenta años».
Y concluía: «El cambio de humor y de las costumbres no está en las propias cosas, sino en nosotros mismos. Porque este San Sebastián que hoy se conmemora es el mismo que fue y que seguirá siendo. Y habrá banquetes y tamborrada y bailes y una alegre algarabía acompañará el acto solemne de izar la bandera azul y blanca en que se centra un cariño que, ese sí, no está sujeto a la mudanza del tiempo».
Música de órgano
Dejamos aquel emotivo artículo de 1954 y nos fijamos en algunos detalles de la fiesta de aquel año. En DV apuntaban: «Anoche hubo sus cenitas en la Parte Vieja. En las sociedades y restaurantes los menús fueron excelentes. No faltaron las codiciadas angulas, los esparraguitos, las patatitas, etcétera».
Hace siete décadas, junto a tambores y barriles, el protagonista musical resultó ser... ¡un órgano! Había sido instalado el nuevo órgano del Buen Pastor, que fue inaugurado, bendecido y estrenado el día 19 y probado con un segundo concierto el mismo día 20. Luis Urteaga, profesor jubilado del Conservatorio y uno de los organistas que probó el instrumento, recibiría la Medalla de Plata de la Ciudad.
Con pocas tamborradas de adultos y la infantil aún circunscrita a Euskal Billera, en el 20 de enero quedaban horas libres para todo tipo de actividades. Por ejemplo, desde las 11,30 del día del patrono el teatro Principal se llenó con la celebración de un festival con motivo de la final del V Campeonato de Punto a Mano, organizado por Géneros de Punto Guria. Ganó Manolita Rodríguez, con una labor de lana con 58 vueltas y 10 puntos.
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