1950 | Venid y vamos todos con flores a María
Ya terminaba el mes de mayo. Ya había pasado el Día de la Madre, creado el año 1926. En los altares de las iglesias, y ... sobre todo en las capillas de los distintos colegios, ya no entraban todas las calas blancas, símbolo de la elegancia y la pureza, que se habían ido llevando durante el mes.
El alumnado, tanto masculino como femenino, con sus velos blancos ellas y con sus pantalones cortos ellos, salía orgulloso de sus domicilios para, abrazando el ramo de «campanillas blancas por fuera y dedo (espádice) amarillo por dentro», entregarlo al sacristán, mayordomo, profesor o profesora que lo dejaría a los pies de la Virgen María. Suponía, para quienes vendían flores, «hacer el agosto en mayo».
Ya lo decía la canción: «Venid y vamos todos, con flores a María; con flores a porfía, que Madre nuestra es» y así era, sobre todo, el último sábado de Mayo cuando, desde las escuelas y colegios, la grey infantil acudía a «cumplir con la tradición».
1950
Terminó el mes de mayo con más de cuatro mil niños y niñas asistiendo a la ofrenda de flores celebrada en Santa María
Cuentan las crónicas que «el 27 de mayo, sábado en 1950, a las once de la mañana, cuatro mil niños abarrotaron la iglesia de Santa María». Su paso por las calles donostiarras, en filas de a dos, «fue una exhibición de alegría, en la que no faltaron los cantos religiosos».
A su lado iban los «hermanos del babero» (lasalianos de los Angeles, La Salle, Escuelas Cristianas), los claretianos del Corazón de María, los corazonistas del Sagrado Corazón (de la calle Sánchez Toca, que Mundaiz era todavía una utopía), los marianistas y los jesuitas de San Ignacio; las monjas de distintas órdenes con toca alada, y las de la Sagrada Familia, Santa Teresa, El Carmelo, Asunción, Notre Dame, San José, Belén, Anunciata, Presentación de María, Compañía de María...
Aquel año, que «por redondo (1950)» cogemos como ejemplo, ofició Augusto Zubiaur, predicando Lino Salaverría, que más tarde sería conocido en Amara por hacerse cargo de la parroquia de la Sagrada Familia, y los motetes, interpretados por coros infantiles, fueron dirigidos por Eugenio Goya, el popular maestro de la Parte Vieja.
Por cierto que, fallecido en 2005 con 99 años de edad, sus antiguos alumnos, en 2005, consiguieron se diera su nombre al pequeño pasaje que desde la plaza de la Trinidad, por la parte trasera del frontón, llega hasta la calle de la Andereño Elbira Zipitria, en la Subida al Castillo.
Una larga lista de autoridades acudieron a la ofrenda floral mientras los chaveas (chavales jóvenes para las nuevas generaciones que desconocen la palabra), ellos y ellas, estaban más preocupados por vigilar los «termómetros» que en las distintas clases estaban al «pill-pill». Era llamados «termómetros» aquellos tubos altos, graduados y de cristal (no había plástico), que en las aulas de las escuelas, durante todo el año, iban acumulando el dinero, sellos usados y «papel de plata» (cuántos chocolates comimos para aprovechar el «papel de plata» que los envolvía) depositados para «los chinitos». A final de mayo se vaciaban, se hacía el recuento y si estaban llenos a la clase se daba una tarde de fiesta.
Volviendo a las flores, allá por 2015 'La calle de la Memoria' ya dio respuesta a una pregunta que muchos, sino todos, nos hacíamos allá a mediados del XX: ¿qué significaba aquello de «con flores a porfía»? Ya de mayores nos enteramos que se trataba de «flores con profusión, en cantidad y abundancia».
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