1950 | «Batalla» para conseguir billetes de tren
Los servicios de la Renfe no crecían al ritmo al que lo hacía el turismo. «Los trenes llegan completos y hasta tienen vendidas todas las plazas con quince días de anticipación». Y había colas para los billetes de vuelta
No hay plazas, en los trenes, para venir y ya escasean para marcharse» (EL DIARIO VASCO, 2 de agosto de 1950).
Una intensa sensación de ... estar atrapados en San Sebastián nos surge al leer el subtítulo del artículo que escribió hace 75 años Alfredo R. Antigüedad con el título de «La 'cola' en los despachos de la Renfe».
El reportero nos describía una ciudad con serios problemas de comunicación: «Tenemos ya en funcionamiento alterno el rápido de Irún, circula el sudexpreso de la noche, y ha iniciado sus periplos ferroviarios el 'Talgo'. Sin embargo, para venir a San Sebastián desde Madrid y estaciones del trayecto, hay que librar una verdadera batalla en los despachos de la Renfe, buscar recomendaciones o acudir –que es lo más positivo en cuanto a resultados– al mozo de equipajes».
Quienes querían venir a veranear entre nosotros tenían que ingeniárselas en aquellos tiempos en que el turismo iba en ascenso pero el transporte ferroviario no avanzaba al mismo ritmo... «Al hacer los planes de veraneo no es lo menos importante pensar en el billete del tren. Cada vez viene más gente a San Sebastián y los trenes debieran doblar su número, por lo menos, si se quería dar una pequeña posibilidad de comodidad a los desplazamientos».
«Este año, de mucho calor en el interior de España, se ha adelantado bastante el veraneo. Por eso, desde hace ya más de un mes, los trenes llegan completos y hasta tienen vendidas todas las plazas con quince días de anticipación».
El reportero se había encontrado con una larga cola ante las oficinas de despacho de billetes de Renfe, en la que descubrió que no solo escaseaban los billetes para venir...
Cola para marcharse
También los hoteles donostiarras estaban llenos en agosto de 1950, como constataba Antigüedad...
«Ayer tuvimos que buscar una habitación en cualquier hotel de San Sebastián, para una artista que llegaba de Francia. Fue una peregrinación por todos los hoteles donostiarras. Se trataba de tener habitación para un solo día: para hoy. No la había en ninguno y nosotros sólo sabemos lo que nos costó librar de la intemperie a esa artista».
Concluía el redactor que «de lo que llevamos escrito se deduce que el veraneo donostiarra exige imperiosamente que nos preocupemos de que haya un buen servicio de trenes».
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