«Mi marido murió por amianto y sigo esperando la indemnización»
Fondo de compensación. Tres meses después de su aprobación, las víctimas siguen esperando su puesta en marcha y denuncian el «desamparo» que viven
La carta que confirmaba que Luis Mari Sukia había enfermado trabajando llegó cuatro días después de su fallecimiento en agosto de 2021. Nunca supo que ... el mesotelioma que acabó con su vida a los 66 años era una enfermedad profesional. «Fue muy duro. Muy triste. Los últimos diez días de ingreso fueron un calvario porque él veía que se le estaba acercando el final y nos dejaba sin ningún amparo. Para él fue un sufrimiento ver que nos quedábamos sin nada», relata con franqueza su viuda, Mari Carmen Mendizabal.
El temor de Luis Mari tenía una base más que sólida. La fundición en la que trabajó durante diez años en Lazkao inhalando amianto y en la que enfermó cerró sin tener continuidad. Mari Carmen y su hija se quedaron «sin nada ni a nadie a quien reclamar» una compensación tras el reconocimiento de la enfermedad profesional. Pero la aprobación el pasado mes de octubre del fondo público estatal para las víctimas de este aislante fue un alivio. Suponía poder cobrar por fin la indemnización que les correspondía en cuanto se aprobara el reglamento.
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Sin embargo, más de tres meses después de la sesión del Senado del pasado 4 de octubre no hay noticias del fondo de compensación que debía estar dotado con 25 millones de euros, tal y como aprobó el Congreso de los Diputados. Se había acordado un periodo de tres meses para redactar su reglamento. Los plazos estimaban que a principios de este año las personas beneficiadas pudieran realizar las primeras solicitudes para recibir la compensación correspondiente. «El 20 de enero debía estar ya desarrollado», denuncia Jon García, portavoz de la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (Asviamie). «Ya debíamos saber la cuantía y el baremo de aplicación a las personas afectadas», lamenta.
En el mes de octubre García ya advertía de que quedaba mucho trabajo por hacer para la materialización de la ley. Ahora se sienten «preocupados, enfadados pero, sobre todo, pendientes de en qué va a acabar el reglamento», sostiene. Hace dos semanas viajaron a Madrid para reunirse con el Ministerio de la Seguridad Social y Migraciones. «Nos dicen que por circunstancias domésticas están con un retraso considerable y que tienen otros menesteres. A nosotros no nos sirve como excusa porque cuando el Gobierno se compromete a cumplir una ley no pueden existir excusas», reitera.
Las cifras
748 vascos
han sido diagnosticados de enfermedades derivadas del amianto en las últimas dos décadas
25 millones
Es la cuantía con la que debe estar dotados el fondo de compensación para las víctimas de amianto, tal y como se aprobó en octubre
Mari Carmen Mendizabal pone rostro a la situación que están viviendo un número indeterminado de familias en Euskadi: «Todo son palabras bonitas, pero los afectados estamos totalmente desamparados», lamenta. No siente enfado. Va un paso más allá. «Estoy defraudada. Anuncian a bombo y platillo cosas que luego no cumplen. Las palabras son muy bonitas, pero necesitamos que se reflejen en hechos», incide, mientras asegura que este incumplimiento en los plazos es «otra zancadilla más. Tienes que revivir de nuevo momentos complicados. Si ya de por sí esta situación es difícil, todo esto lo complica aún más, sobre todo en el plano emocional». Y es que la vertiente anímica es otro de los caballos de batalla con el que que tienen que luchar las personas afectadas por el amianto y sus familiares. El relato de Mari Carmen puede ser el de otras muchas familias de Gipuzkoa que viven envueltas en este «drama». «Él no sabía dónde había contraído la enfermedad. Hasta que se puso enfermo y le llamaron desde Osalan no sospechó que pudiera ser en la fundición en la que trabajó. Entonces fue cuando empezó a acordarse de compañeros que habían fallecido años antes con enfermedades de pulmón y que murieron sin saber cómo habían enfermado», recuerda.
El fondo de compensación aprobado en octubre hubiera sido la tabla de salvación para Mari Carmen Mendizabal, ya que según está recogido, «en cuanto hubiera tenido el diagnóstico, automáticamente habría comenzado a cobrar la indemnización que le corresponde», cuenta García. «No hay derecho a que la gente se quede sin nada porque la tramitación de esta ley se haya dilatado tanto en el tiempo», lamenta el portavoz de Asviamie.
«Reconocimiento»
Para las víctimas de amianto, el dinero no es lo esencial, ya que lo primordial para ellos sigue siendo el reconocimiento. Eso sí, Mari Carmen Mendizabal no olvida que «el dinero vale. Lo de mi marido no fue una enfermedad común y en nuestro caso no tenemos a quién pedir una indemnización. Agradeceríamos ser reconocidos, ya que en muchos casos te ves desamparada y el único apoyo que tenemos es el de la asociación. Sin ellos no podríamos ir a ningún lado», agradece.
En todo caso, el diagnóstico de Luis Mari Sukia no fue automático. Tuvo que pasar un auténtico calvario hasta que le diagnosticaron el mesotelioma. «Perdimos mucho tiempo. Dos años antes de aparecer la enfermedad tuvo una neumonía y todo quedó como un engrosamiento de pleura», cuenta Mendizabal que durante el proceso echó en falta que los médicos «nos hubieran preguntado dónde había trabajado. Sólo cuando tuvo el derrame pleural nos los preguntaron», remarca. «Los médicos de atención primaria tienen que hacer hincapié en la gente que tiene en torno a 60-70 años. Tienen que ser conscientes de que hay mucha gente afectada que tiene esa edad». Una reclamación que también apoyan desde Asviamie: «Queremos que los médicos estén informados y colaboren más», piden.
Comunicación directa
Entre las cuestiones del fondo de compensación que quedan por dilucidar está el proceso que se debe llevar a cabo para que las víctimas puedan cobrar de manera automática la cuantía que les corresponde: «Nos dijeron que nos iban a poner una herramienta que podía ser muy eficaz. El Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo se va a poner en contacto con los afectados sin que tengan que reclamar sus derechos», explica García. Lo que significa que «los neumólogos cuando hagan un diagnóstico comuniquen directamente al INSS para que informen a los afectados de los pasos que deben realizar para cobrar la indemnización».
Jon García se muestra especialmente dolido por el parón que está viviendo la puesta en marcha de ley porque «es una iniciativa que se presentó desde el Parlamento Vasco. Fue un hito dentro del mundo institucional, ya que se aprobó tras la demanda de todos los estamentos de la sociedad vasca. Es una pena que hoy en día estemos en esta situación», lamenta mientras recuerda que la tramitación de la ley llegó al Congreso en marzo de 2017 y aún sigue sin ver la luz a pesar de «todo el esfuerzo que llevamos hecho todos estos años».
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