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Ampliación del Hospital Donostia

Una macrociudad sanitaria para Gipuzkoa

La ampliación del Hospital Donostia con dos nuevos edificios responde a una demanda en ascenso y a la llegada de tratamientos innovadores

Miguel Ángel Mata

San Sebastián

Domingo, 20 de agosto 2023, 06:59

Osakidetza, como el resto de organismos e instituciones sanitarias del primer mundo, tiene ante sí un reto mayúsculo como consecuencia de la evolución demográfica ... y el desarrollo científico-médico de la colectividad a la que sirve. En este escenario se enmarca el proyecto de ampliación del Hospital Universitario Donostia, que cuenta con un presupuesto de 97 millones de euros.

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Es un hecho que la sociedad vasca envejece a pasos agigantados, que la esperanza de vida es cada vez mayor, y que cada año somos más habitantes pero no porque nazcan más niños, sino por el efecto de la inmigración. Obvia decir que si los nuevos habitantes de una sociedad son mayoritariamente ya adultos en lugar de recién nacidos, se acorta su tiempo de llegada a la tercera edad, profundizando en el proceso de envejecimiento colectivo y en sus consecuencias.

Uno de cada tres guipuzcoanos tiene hoy 60 o más años, y se prevé que en 2061 ese porcentaje se refiera a los mayores de 65. La esperanza de vida está ya en 83,4 años y el objetivo es aumentarla al menos en un par de años más para 2030. Y las proyecciones demográficas apuntan a que Euskadi ganará hasta 2036 cerca de 194.700 personas por vía migratoria, lo que compensaría un saldo vegetativo (nacimientos menos defunciones) negativo de unas 109.900 personas en el mismo periodo.

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Ello quiere decir que cada vez más gente vive y vivirá durante más tiempo, con lo que ello representa de incremento esperado de la morbilidad (tasa de personas enfermas sobre el total de la población), dolencias crónicas y su duración, dependencia, y necesidades de mayor seguimiento médico, apoyos y equipamientos adaptados.

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El reto de las dolencias crónicas

Diferentes estudios advierten de que la carga mundial de las enfermedades sobre los sistemas sanitarios continuará desplazándose hacia las crónicas. Hasta el punto de que en 2030 se prevé que estas representen tres cuartas partes de todas las muertes por enfermedad a nivel global.

El Hospital Donostia, en cifras

  • 985 camas hospitalarias tiene a disposición de los pacientes

  • 4.870 profesionales componen la plantilla.

  • 400.000 personas suman la población adscrita a este hospital. Ascienden a 715.000 para aquellos servicios y prestaciones exclusivos del hospital terciario.

  • 130.000 urgencias se atienden como media anualmente.

  • 3.000 partos se asisten de promedio cada año.

  • 459.408 consultas anuales de todas las especialidades médicas y quirúrgicas se realizan en los edificios Arantzazu, Gipuzkoa, Amara y Onkologikoa.

Lo positivo de esta tendencia es que una enfermedad crónica no transmisible (cardiovasculares, diabetes, cánceres...) no se contagia, por lo que un caso no implica un riesgo sanitario para el resto de la población. Pero para los sistemas sanitarios este hecho representa mayores exigencias a largo plazo, por la necesidad de establecer seguimientos y controles recurrentes durante varios años.

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Este escenario se ve potenciado, además, por el avance de la investigación médica, farmacéutica y tecnológica, con la constante aparición de nuevos tratamientos que curan enfermedades hasta ahora incurables o mejoran la eficacia de los existentes alargando la supervivencia media de los pacientes de decenas de dolencias. El futuro que viene es más población, más enferma y durante más tiempo. Y con el riesgo, no contemplado hasta esta década, de que puedan surgir nuevas pandemias como la de Covid.

Jubilaciones sin relevo

Euskadi no es ajena a este reto global, que exigirá un aumento de los profesionales de la salud. Se estima que para 2030 faltarán en el mundo unos 10 millones. En España, unos 10.000. Una carencia que da lugar a una competencia por atraer médicos y enfermeras que es ya patente con la fuga de profesionales a otros países, donde entienden que pueden desarrollar su carrera de manera más satisfactoria y con mejores condiciones laborales.

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Un 20% de los jóvenes médicos que hacen el MIR en Osakidetza se acaban yendo a otros destinos de la geografía española o europea.

En el País Vasco, además, el problema se acrecienta con la oleada de jubilaciones que se prevé en los próximos años. El Departamento de Salud calcula que entre 2023 y 2027 un total de 1.400 profesionales, principalmente de atención primaria, alcanzarán la edad de jubilación. En este 2023 son en torno a 500.

Y el relevo no llega. Este año estaba previsto que concluyeran su periodo formativo en Osakidetza 367 nuevos especialistas que iniciaron su residencia en 2019. Una cifra inferior a la de bajas por edad. Y para los años venideros, el escenario es el mismo. La intención del departamento que dirige Gotzone Sagardui (PNV) es convocar siempre el máximo que permite la ley, pero aun así resultará insuficiente.

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Por ello, Osakidetza ha activado este año un 'plan de jubilación activa' para animar a los médicos con posibilidad de retirarse a seguir en su puesto hasta los 70 años e incluso reclutar de nuevo a los que se han jubilado a partir del 1 de enero de 2022. La iniciativa permite a estos galenos compaginar el cobro de la pensión de jubilación que les corresponda con el 75% del sueldo por seguir ejerciendo sus funciones. A esta prórroga del servicio activo pueden acogerse aquellos facultativos que cumplan los 65 años hasta 2025.

Los esfuerzos por retener médicos y atraer nuevos son ímprobos, pero por ahora insuficientes. Entre ellos también la sucesión de Ofertas Públicas de Empleo (OPE) convocadas por Osakidetza en los últimos años. Entre nuevas plazas y estabilizaciones, se han puesto en juego 11.000 plazas desde 2018, si bien no todas de personal estrictamente sanitario. La cifra incluye a personal administrativo, celadores...

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Es por todo ello que tanto trabajadores como pacientes de Osakidetza han acogido con una mezcla de satisfacción y cautela la noticia de que la ciudad sanitaria de Donostia se ampliará para 2027 con dos nuevos edificios. Uno para consultas externas y hospital de día, y otro para alojar el innovador equipo de radioterapia de protones (protonterapia) donado a Osakidetza por la Fundación Amancio Ortega para tratamientos de cáncer.

Dos proyectos que exigirán una inversión de 97 millones de euros a cargo del Gobierno Vasco (a los que añadir los 28 en que está valorada la máquina oncológica sufragada por el dueño de Inditex) que suponen una apuesta inequívoca por reforzar los equipamientos del sistema vasco de Salud ante los retos inminentes que se avecinan.

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Personas y ladrillo

La cuestión que ponen sobre la mesa tanto trabajadores como usuarios de la Sanidad vasca es que «si el problema de fondo es la falta de médicos, a ver si vamos a tener dos nuevos edificios sin poder darles todo el uso posible por falta de personal». «Está muy bien que se amplíen y modernicen las infraestructuras, pero hay que solucionar primero el problema de la insuficiencia de sanitarios», ha sido la reflexión más escuchada desde que el miércoles DV hiciera público el proyecto de Osakidetza.

Estos dos nuevos edificios se ubicarán en el espacio que ahora ocupa el parking -entre el hospital y Onkologikoa-, estarán conectados entre sí y, a la vez, unidos al hospital principal y al oncológico. De este modo, el principal complejo hospitalario de Gipuzkoa consistirá en una superinstalación plenamente interconectada que debería redundar en una mejora significativa de la calidad asistencial a los pacientes.

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Las obras del centro de protonterapia comenzarán el próximo mes de marzo y concluirán dos años después, mientras que las del bloque de consultas externas echarán a andar en junio y se prolongarán durante tres años.

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