Kristau Eskola envía a sus colegios un decálogo sobre cómo actuar en caso de abusos sexuales
Los centros católicos vascos podrán aplicarlo o desarrollar sus propios códigos éticos y de conducta
La denuncia del exalumno del colegio La Salle del barrio de Herrera de Donostia -ubicado ahora en Bidebieta- de presuntos abusos sexuales que sufrió hace ... cincuenta años por parte del profesor de religión, el padre Ángel, hace cinco décadas se suma a los casos que, con cuentagotas, han ido viendo la luz en los últimos tiempo en todo el Estado. Ahí están también las más de veinte denuncias contra 'don Chemi', exreligioso de los Salesianos de Deusto; las acusaciones contra el fraile Manuel Briñas docente, director deportivo y responsable de los scouts del Colegio Hermanos Amorós de Madrid; la condena de 11 años de prisión al exprofesor José María Martínez Sanz, un numerario del Opus Dei profesor del colegio Gaztelueta de Bizkaia, por un delito continuado de abusos contra un alumno y el juicio al exprofesor marista Joaquín Benítez por presuntamente abusar sexualmente de cuatro alumnos de 13 y 14 años entre 2006 y 2010 en un colegio de la congregación en Barcelona, y que está a la espera de sentencia.
Con este panorama, en las últimas semanas, Kristau Eskola ha remitido a los 131 colegios católicos vascos adscritos a esta patronal un documento sobre cómo deben actuar ante un posible caso de abusos a menores en esos centros o en instituciones religiosas. Se trata de un decálogo elaborado por Escuelas Católicas, que integra a 2.000 centros educativos españoles, con el objetivo de proteger a los alumnos menores de edad.
Kristau Eskola no tiene un protocolo de actuación propio para estos casos y tampoco tiene previsto desarrollar uno en los próximos meses. Por esa razón, como sucede en otros temas, va a aplicar el que acaba de crear esta federación estatal .
El hecho de que la patronal vasca haya remitido el decálogo de actuación, que surgió de la reunión convocada por el Papa en el Vaticano para abordar la cuestión de los abusos a menores en el seno de la Iglesia católica, no significa que se deba aplicar por obligación en los colegios de la Comunidad Autónoma Vasca. Cada centro puede desarrollar su propio código ético y de conducta para proteger a los menores, como sucede, por ejemplo, con los sistemas pedagógicos que se aplican. El propio decálogo recoge que «sería muy oportuno contar con un protocolo propio si no se dispone ya de él».
Hechos actuales y pasados
Este decálogo insta a aquellas personas que hayan observado indicios o hayan recibido una denuncia -tanto de hechos actuales como pasados- a comunicarlo «lo antes posible -preferiblemente antes de 24 horas- a sus superiores». Recomienda una investigación interna para realizar un análisis de las acusaciones realizadas, su alcance y consecuencias, respetando la voluntad de las posibles víctimas y la presunción de inocencia.
Si se tiene constancia de un daño a un menor, se deberá informar directamente a la Fiscalía y, si no fuera posible, a la Policía. En el caso de que sea un religioso o sacerdote, se informará también a la jerarquía eclesiástica de acuerdo con las normas canónicas. Si se trata de un profesor o personal del centro no religioso, se abriría un expediente disciplinario con suspensión de actividades con menores y con la aplicación del resto de medidas cautelares que se pueden adoptar, pudiendo finalizar con un despido. «Los hechos de abuso sexual a menores no deben silenciarse, ni encubrirse o subestimarlos en ningún caso», subraya el decálogo.
En cuanto a la víctima, el protocolo indica que una persona con autoridad moral deberá hablar con ella y con su familia, se asegurará de que esta no corre peligro inmediato y se averiguará su estado físico y emocional, poniendo a su disposición la que precise.
«Le mostrará en todo momento comprensión, no juzgará, ni pedirá detalles morbosos. Es importante que la víctima se sienta creída y protegida, independientemente de que una ulterior investigación confirme o desmienta lo denunciado», destaca el decálogo.
Si el presunto agresor está en contacto con menores, el centro deberá alejarlo de ellos temporalmente -independientemente de cuándo se produjeron los hechos denunciados, de la edad del denunciado o del cargo que ocupe en ese momento-.
El protocolo insta a comunicar los hechos y pedir públicamente perdón a la víctima. También se recoge que «de poco valen las palabras si no van acompañadas de acciones que las avalan y les dan credibilidad. Aún en el caso de que el acusado haya fallecido o el delito haya prescrito hay que tener en cuenta que las víctimas merecen el reconocimiento de su dolor y, por tanto, incluso en estos casos hay que pasar a la acción, por muy dolorosa que pueda resultar en ocasiones».
El documento también incluye otras diez recomendaciones sobre «lo que no hay que hacer» como no escuchar a la posible víctima; negar, de entrada, la posibilidad de que su denuncia sea cierta o infravalorarla; culpar al niño, adolescente o adulto del abuso o de las consecuencias de la denuncia; mantener a la víctima en contacto con el pregunto agresor; enjuiciar, juzgar o acusar a otros; no denunciar o comunicar; no acompañar a las personas abusadas; negarse a hacer declaraciones; pedir rectificaciones a los medios, salvo casos flagrantes y no tomar las medidas necesarias para que hechos de este calibre vuelvan a ocurrir.
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