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Juicio por agresión sexual en Donostia

«Era mi casero, estaba sola con él y tenía mucho miedo por lo que me podía hacer»

El acusado por agresión sexual en una vivienda de Donostia asegura estar «borracho» en el momento de los hechos aunque la víctima niega indicios de embriaguez

Lunes, 19 de mayo 2025

El propietario de una vivienda acusado de agredir sexualmente a una de sus inquilinas en Donostia se ha enfrentado este lunes a la primera de las dos sesiones de juicio previstas en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa. La Fiscalía solicita para él 10 años de prisión por los hechos acontecidos en julio de 2023.

En esta primera jornada del juicio, el procesado ha admitido los hechos de los que se le acusa pero ha achacado su conducta al estado de embriaguez que presentaba, indicando que está siendo tratado en prisión para paliar sus problemas con el alcohol. El hombre, de origen extranjero, se encuentra en prisión provisional desde que sucedieron los hechos.

Por su parte, la víctima ha negado cualquier indicio de ebriedad en la conducta de su presunto agresor, aunque en la denuncia sí constató haber percibido signos de que estuviera borracho, según ha recordado la defensa. .

La sesión ha arrancado con la declaración del acusado. «He tomado la decisión de asumir los hechos. Es una forma de perdonarme a mí mismo y seguir con mi vida. No hay día en que no me arrepienta de lo que pasó. Estaba muy borracho, estuve bebiendo toda la tarde y la noche y no supe transmitir mis sentimientos. Quiero pedir perdón a la persona a la que he hecho daño, estoy completamente arrepentido», ha declarado el procesado.

Después ha llegado el turno de la víctima, que en su testimonio ha negado cualquier tipo de relación cercana con el acusado. «Sólo era mi casero. Subí a casa y a los pocos minutos entró él. Tenía una habitación alquilada en su casa. Salí al pasillo para ir al baño y me besó. Volví a mi cuarto en shock y él empezó a tocar la puerta». Ante la insistencia del acusado, la víctima se acercó. «Estaba insistiendo, me acerqué a la puerta y le pregunté que qué pasaba. Me dijo si podía entrar a la habitación y le dije que no. Intentó abrir y puse la mano en la puerta para empujarla. Estaba buscando la manera de calmar la situación. Cogí el móvil y se me ocurrió grabarle para intentar asustarle. Él era consciente de ello en todo momento».

Entonces, él se marchó y ella fue a la cocina a por agua, según ha indicado. «Me di cuenta de que él estaba allí, yo me asusté y me dijo que quería hablar. Me dijo si le podía dar un beso, que le gustaba y empezó a intentar ganarse mi confianza. Él se enteró de que le estaba rechazando, le decía que lo que había hecho está mal, que no había confianza para que hiciera eso. Yo no le estaba correspondiendo, le dije que no».

Posteriormente la víctima, visiblemente afectada, ha narrado el momento de la agresión. «Me cogió por la fuerza. No sabía si quejarme por si me pegaba. Me cogió en volandas. Le dije que si no lo hacía por mí, que lo hiciera por su hijo que también vivía en casa y me dijo que estaba de vacaciones. Me sentí perdida porque me di cuenta de que estaba sola en casa con él. Me llevó a la habitación de su hijo. Me tiró en la cama, me empezó a besar los pechos y el cuello, me sujetó las manos y se colocó encima de mí».

Tras una pausa solicitada por la víctima, conmocionada al narrar estos hechos, ha continuado con su testimonio. «Sentía la presión de sus dedos en mis piernas. Me arrancó la ropa y me rompió las bragas. Le pedía que parara, que no estaba agusto en esa situación. De manera asquerosa, me practicó sexo oral. Me defendí como pude. Le arañé, le mordí en el hombro y le pegué. Cuando me cogió de las caderas y me dio la vuelta dijo, »tranquila, aún no te he penetrado«. En ese momento me escurrí y salí corriendo. No me siguió y me fui a mi cuarto. No sabía cómo asimilar la situación».

«No vi indicios de embriaguez»

Después de los hechos, la víctima ha asegurado que abandonó el piso y que intentó buscar una habitación en una pensión con la ayuda de una amiga. Sin embargo, al no encontrar un sitio, tuvo que volver a su habitación alquilada en el piso del acusado. «Tenía una relación a distancia y llamé a mi pareja para contarle lo que me había pasado. Me dijo que eso era denunciable, que no lo podía dejar así. Me quedé con la mente en blanco, no sabía cómo actuar. Intenté descansar pero seguía con el temor, tuve hasta pesadillas y él volvió. Me desperté con él encima. Lo miré y pensé que quería terminar lo que no pudo hacer antes. Le dije que le iba a denunciar». En este momento, la víctima había dejado la llamada con su pareja en curso. «Mi novio se dio cuenta de que había vuelto y dijo que iba a ir al piso. Él escuchó su voz, me pidió perdón y se fue».

Cuando acudió a la policía para denunciar, el presunto agresor intentó contactar con ella a través de WhatsApp y llamándole en numerosas ocasiones. «Me dijo que si dejaba pasar la situación no me cobraba el siguiente mes de alquiler. Me sentía violentada. Tenía miedo de que volviera a ocurrir. Sentía vergüenza y me sentía intimidada. Estoy recibiendo tratamiento psicológico. En el piso no vi que actuara sin conocimiento alguno de lo que estaba haciendo, no había indicios de embriaguez».

La Fiscalía solicita para el procesado una condena de 10 años de prisión, 15 años de inhabilitación para ejercer cualquier empleo relacionado con menores, una orden de alejamiento de 500 metros y una prohibición de contacto con la víctima durante un plazo de 8 años. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 89.2 del Código Penal, se acordaría la ejecución de 8 años de prisión, sustituyéndose el resto de la pena por la expulsión del territorio español.

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