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Qué hacer si... hay un incendio en tu edificio
Intentar salir sin usar el ascensor, cubrirse la boca y la nariz, rodar en el suelo o desviar el humo son medidas que pueden ayudar a salvar la vida
Una vela encendida olvidada, un cortocircuito en conexiones eléctricas antiguas o una ceniza mal apagada sobre una superficie textil bastan para que todo se descontrole. Lo que resplandece no siempre es bueno. Una pequeña chispa puede ser el origen de un fuego que arrase con todo, convirtiendo un hogar en cenizas en cuestión de minutos. No es casualidad que los incendios sean los accidentes domésticos más devastadores. La semana pasada, el barrio donostiarra de Bidebieta vivió en primera persona esta realidad cuando las llamas desatadas en un piso se cobraron la vida de un hombre de 68 años.
No fue un suceso inusual. De las 3.300 intervenciones realizadas el año pasado por el servicio de bomberos de Gipuzkoa, más de una cuarta parte, 869, se debieron a incendios. Más de dos al día en un territorio geográfica y poblacionalmente pequeño.
Sin embargo, el fuego no es la mayor amenaza de un incendio para el ser humano. El enemigo más letal es oscuro, espeso y surge detrás de la llama que devora todo a su paso. La exposición prolongada al humo puede provocar problemas graves, ya sea quemando la boca y la tráquea con sus gases calientes o asfixiando completamente el cuerpo con monóxido de carbono. Además, es común que en un incendio el humo produzca mareos, desmayos o incluso la pérdida de consciencia, lo que incrementa el riesgo de acabar sufriendo una exposición directa al fuego.
Lo más importante es mantener la calma. Saber qué hacer frente a la amenaza del fuego brinda tranquilidad y ayuda a no entrar en pánico en situaciones de peligro. La prioridad es salir y sacar del edificio a todos los ocupantes. El tiempo es clave.
Prevención en el hogar
Los hogares pueden ampararse contra los incendios con la instalación de detectores de humo —primera defensa ante el fuego— colocando al menos uno por planta. Pero también son necesarias unas nociones básicas de autocuidado.
Es fundamental no dejar la cocina desatendida, pues constituye el principal foco de inicio de incendios domésticos. Asimismo, conviene revisar periódicamente las instalaciones eléctricas para verificar su buen estado, y mantener especial vigilancia sobre velas, inciensos y otras fuentes de calor.
Las estufas y calentadores portátiles también constituyen un foco de peligro, especialmente durante los meses de frío, cuando su uso se intensifica. Los materiales inflamables como cortinas, cojines o mantas deben mantenerse alejados de cualquier fuente de calor. Tampoco es recomendable conectar aparatos de gran consumo energético —como calefactores, microondas o planchas— a regletas , ya que estas conexiones múltiples pueden provocar sobrecalentamientos peligrosos.
Por otro lado, después de encender cerillas o cigarrillos hay que asegurarse de que tras su uso quedan completamente extinguidos. Una colilla mal apagada arrojada a una papelera puede desencadenar un incendio horas después, cuando ya hemos olvidado por completo el riesgo. Pero el fuego actúa así: llega sin avisar, sorprende y destruye en cuestión de segundos.
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