Robada y maniatada
Hace cincuenta años, DV añadió una errata al «espectacular atraco a una señora de Irun»
Las erratas, cuando aparecen en letras grandes, como son las de los titulares, hacen aún más daño a la vista. En la edición de EL ... DIARIO VASCO del 29 de octubre de 1974 saltó una bien espectacular, que no 'expectacular'…
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Ya que nos hemos fijado en esta noticia ubicada en Irun, leamos cómo contaron aquel suceso, al estilo de hace cincuenta años y sin el menor miramiento hacia la protección de datos, puesto que incluían los nombres completos de la víctima y de los policías…
«Tres individuos jóvenes, por el momento desconocidos, penetraron a primera hora de la tarde en el domicilio de doña Trinidad Azcona, de 70 años, vecina de la calle Mayor, y después de amordazarla con esparadrapos, la maniataron con unas cuerdas y le ataron también las piernas».
Millón y medio de pesetas
Pobrecilla la señora Trini, que había abierto la puerta a unos ladrones, teniendo, como tenía ella, mucho dinero en casa.
Según el relato de DV, tras maniatarle, los asaltantes «se dedicaron a revolver los armarios y cajones y se apoderaron de un paquete que contenía alrededor de millón y medio de pesetas. Los autores del atraco iban a cara descubierta. Una vez que encontraron el dinero abandonaron el piso, quedando la puerta cerrada simplemente con el pestillo; no utilizaron llave alguna».
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¿La razón? «Parece que fue doña Trini quien les abrió la puerta, pues, por lo visto, la habían llamado por teléfono para preguntarle si podía cambiarles algunos francos».
Una vecina oyó gemidos
Tras el atraco propiamente dicho, la irunesa siguió pasando un mal rato: «La señora, tendida en el suelo, comenzó, hasta donde le fue posible, a dar golpes con las piernas para avisar a los vecinos del piso inferior».
«Haciendo un esfuerzo sobrehumano pudo también aflojar uno de los trozos de esparadrapo que le tapaban la boca y emitir más que palabras de auxilio algunos gemidos que fueron oídos por una vecina».
Aquello fue providencial. La vecina, narraban en octubre de 1974, «acudió inmediatamente a la Inspección de la Policía Municipal, donde comunicó sus sospechas de que a Trini Azcona le ocurría algo anormal. El inspector jefe, don José Luis Ornilla, destacó al sargento don José Díaz y a un número de la plantilla al domicilio de la señora. Para entrar en él tuvieron que forzar la puerta y encontraron a la víctima del atraco profundamente congestionada y casi al borde de la asfixia. Le prestaron los auxilios necesarios, logrando que se fuese reanimando poco a poco», concluían.
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