Maravillas bajo la carpa
Los circos que visitaban Gipuzkoa prometían «elefantes futbolistas», «perros quinielistas» o «los feroces leones de Abisinia»
Mientras el Cirque du Soleil actúa en Illunbe, nosotros viajamos con la memoria a los viejos circos clásicos, llenos de payasos, fieras exóticas e ingenuas ... ilusiones. Lo hacemos fijándonos en algunos anuncios publicados a lo largo de las décadas en EL DIARIO VASCO por aquellas compañías que, sobre todo en verano, se acercaban por aquí y prometían asombrarnos con el «más difícil todavía».
Luego lo harían en Amara pero, en San Sebastián, las carpas del circo se solían instalar primero en el solar contiguo al primitivo Gran Kursaal. Allí aseguraban «luz, alegría y modernidad» en julio de 1948…
Los circos acostumbraban a tener un componente exótico, ya fuera real o impostado. ¿Ustedes creen que habría algún profesional nacido en Hawai entre la 'troupe' del Circo Hawaiano que visitó Donostia en el verano de 1953?
Está claro que el fútbol estaba de moda, pero no acabamos de imaginarnos cómo actuarían «los perros futbolistas» y «el perro quinielista».
Había compañías que iban montando su carpa en capitales de provincia y otras que acudían a poblaciones de menor tamaño, como el Circo Casartelli, que recorrió los «contornos» (?) de Gipuzkoa en julio y agosto de 1968. Actuaron en Arrasate, Urretxu, Azpeitia, Bergara y Eibar, tres días en cada localidad. Con tanto trajín, no extraña que lo tuviesen todo organizado para montar sus instalaciones en apenas dos horas.
¿Se han fijado en que contaban con «elefantes futbolistas»? ¿Y en la «nota especial» con la que buscaban quien les vendiera comida para sus animales
Uno de los grandes circos que pasaron por Gipuzkoa, instalándose en las campas de Amara, fue el Americano, que en septiembre de 1961 prometía «¡lo que sus ojos no vieron jamás sobre la pista de un circo!»…
Entre sus 80 animales había osos polares, tigres de Bengala y «¡el elefante barbero!» (pobres paquidermos, lo que les hacían hacer). Más allá del uso de personajes conocidos, como Buffalo Bill y los mismísimos hermanos Marx, el Circo Americano acaso mereciera la pena por aquellas «7 águilas del espacio», que evolucionaban a 15 metros de altura sin red.
También era de gran formato el Circo Atlas regentado por los hermanos Tonetti, populares payasos que eran presentados como «auténticos doctores morales», «más graciosos que nunca»…
De junio de 1968 procede el anuncio, en el que nos quedamos con que ofrecían «la más maravillosa gama de animales domésticos y salvajes». ¿Cómo sería aquel número en el que un tigre, un caballo y dos perritos hacían «asombrosos trabajos en plena convivencia»?
Como muchos otros circos, el Atlas funcionaba también como pequeño zoológico ambulante, puesto que ofrecía la oportunidad de ir a ver las jaulas de sus fieras fuera de las sesiones.
Cerramos nuestro repaso con un anuncio publicado el 12 de julio de 1973, con otro de los espectáculos destacados de entonces, el del Circo Ruso. No sabríamos decir si daban más miedo sus feroces leones de Abisinia o Ángel Cristo…
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