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Historias de Gipuzkoa

Una enciclopedia 'prohibida' de gran éxito entre los ilustrados guipuzcoanos

Solo en Azkoitia, Azpeitia y Bergara había más suscriptores de la 'Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios', emblema del Siglo de las Luces, que en todo el resto de España

Lunes, 9 de diciembre 2024, 06:38

Pocas veces ocurre que toda una época pueda resumirse en un solo libro. Tal fue el caso de la 'Enciclopedia o Diccionario razonado de las ... ciencias, las artes y los oficios', emblema del Siglo de las Luces, el XVIII. La también conocida como 'Enciclopedia de Diderot y D'Alembert', por el apellido de sus principales promotores, anticipó el triunfo de la Revolución francesa de 1789 y la aparición de un nuevo mundo gobernado por la razón y el conocimiento basado en la observación y el entendimiento y ya no en la fe relevada ni en los dogmas de autoridad, que abrió paso a la universalidad del ser humano como sujeto de derechos y confiado en el progreso movido por la iniciativa individual. Valores que serían dominantes en los dos siguientes siglos.

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La máxima representación entre nosotros de aquella era optimista, de ambiciones efervescentes y de proyectos renovadores, la encarnó el círculo científico-cultural formado en el palacio Insausti de Azkoitia en torno a su propietario, Xabier María Munibe Idiáquez, conde de Peñaflorida. Desde mediados de siglo, cada noche los ciudadanos más esclarecidos de la comarca se reunían bajo su techo para dialogar sobre diversas materias: los lunes, de matemáticas; los martes, de física; los miércoles, de historia; los jueves y domingos se ofrecían pequeños conciertos y obras teatrales; sobre geografía hablaban los viernes, quedando los sábados para debatir los asuntos de actualidad.

Portada del tomo primero de la 'Encyclopédie». París, 1751.

Esas tertulias, en principio informales, acabarían cristalizando en una sociedad de corte académico que por sus objetivos evergéticos denominaron 'de Amigos del País'. Tales eran «cultivar el gusto y la inclinación de la Nación Bascongada hacia las Ciencias, Bellas Letras y Artes, corregir y pulir las costumbres, desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias, y estrechar más la unión de las tres Provincias Bascongadas de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya».

La Sociedad Bascongada de Amigos del País, nacida en 1764, fue una de las principales realizaciones de la filosofía ilustrada en España y modelo para las demás Sociedades Económicas que, siguiendo su ejemplo, se irían fundando por toda la nación.

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Prohibiciones y exenciones

La publicación de la 'Encyclopédie' en París a partir del año 1751 se recibió con enorme interés por los 'Caballeritos de Azkoitia', como les llamó el Padre Isla, dado que coincidía con sus inquietudes renovadoras y porque venía a alimentar sus estudios e investigaciones pluridisciplinares. Obra extraordinariamente ambiciosa, trataba de recoger con detalle todos los conocimientos teóricos y prácticos sobre técnicas, artes, oficios y otras cuestiones de importancia práctica y utilitaria. Pero, juntamente con los artículos más empíricos, también dejaba espacio a colaboraciones sobre temas más vidriosos, como los relativos a filosofía, teología, historia, sociedad o política.

Irurak-Bat, símbolo histórico de la Sociedad de Amigos del País.

Solo habían aparecido los dos primeros volúmenes cuando, por presión de los jesuitas, el Consejo de Estado francés suspendió su venta, compra o posesión. Se le acusaba de contener «varias máximas tendientes a destruir la autoridad real, a establecer el espíritu de independencia y de revuelta, y, bajo términos oscuros y equívocos, a sentar las bases del error, de la corrupción de las costumbres, de la irreligión y de la incredulidad». Con similar criterio, el papa Clemente XIII proscribió su lectura en 1759, y la Inquisición española lo incluyó en su 'Índice de libros prohibidos'.

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El conde de Peñaflorida, propietario de un ejemplar, solicitó dispensa eclesiástica a fin de que los Amigos del País «pudiesen usar del Diccionario Enciclopédico para el desempeño de sus respectivos encargos». En espera de autorización, lo puso a la custodia del vicario de la parroquia de San Pedro de Bergara. El Santo Oficio respondió favorablemente a la solicitud de Peñaflorida en febrero de 1772, y al mes siguiente amplió el permiso al cuerpo docente del Real Seminario Patriótico Bascongado de Bergara, que desde tres años antes intentaba renovar la enseñanza sobre bases ilustradas, razón por la cual Menéndez Pelayo lo denostaría como «la primera escuela laica de España».

Lección experimental de física y química en el Seminario Patriótico Bascongado de Bergara en 1774 (según dibujo de Gregorio Hombrados Oñativia)

El argumento para emplear la Enciclopedia en el Seminario era sobre todo económico: puesto que la obra compendiaba gran cantidad de enseñanzas sobre múltiples materias, evitaba tener que adquirir docenas de otros libros. No obstante, los ilustrados guipuzcoanos se comprometieron a restringir su uso e incluso a «borrar y suprimir todos aquellos artículos que merezcan la censura de ese santo y supremo tribunal», el de la Inquisición.

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Más que un libro

Lo cierto es que la temible Enciclopedia consiguió sortear las prohibiciones oficiales de venta y lectura con el concurso de redes de traficantes de libros que ocultaban la mercancía bajo títulos falsos y encuadernaciones engañosas, y por ese medio se hizo un hueco en las bibliotecas de las Sociedades Económicas y de algunos particulares cultos y adinerados: la colección completa, 17 volúmenes de tamaño in-folio más otros 11 de planchas, se vendía a un precio inasequible para la inmensa mayoría. (Sobre las peripecias de unos de aquellos 'contrabandistas ilustrados' trata la novela de Arturo Pérez-Reverte 'Hombres buenos'.)

Su penetración en Gipuzkoa no la conocemos con exactitud, pero testimonios de la época coincidieron en señalar que la difusión de la magna obra del Siglo de las Luces tuvo una importantísima difusión aquí, mayor que en parte alguna de España. Así, según el también ilustrado Valentín de Foronda solo en Bergara, localidad con apenas doscientas casas a finales del siglo XVIII, once personas eran suscriptoras, dato que llevó al intelectual vitoriano a preguntarse: «¿Habrá en toda la Europa un lugar de tan corto vecindario y de tantos aplicados a las ciencias? Yo apuesto a que no».

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Palacio Insausti de Azkoitia, semillero de la Ilustración guipuzcoana. Marín, 1947. Fototeka Kutxa

Pocos años después, en 1813, el historiador y viajero inglés William Coxe recogió la información de que únicamente en Azkoitia hubo quince personas abonadas a la Enciclopedia. Y quien fuera Diputado General de Gipuzkoa en 1794, durante la Guerra de la Convención, Joaquín Francisco de Barroeta y Aldamar, atestiguó que Gipuzkoa sumaba tantos lectores como todo el resto de España, la mayor parte vecinos de Bergara, Azkoitia y Azpeitia.

El historiador Jules Michelet lo definió como algo más que un libro, «la conspiración victoriosa del espíritu humano», porque supuso el acontecimiento más significativo de la historia intelectual de la Ilustración: dio testimonio de formas de trabajar y de vivir que la Revolución industrial pronto haría desaparecer y anticipó un cambio de ideas y de civilización del que nosotros somos herederos.

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