«Su atribulado esposo…»: las esquelas que cuentan cómo éramos
Un repaso a obituarios curiosos y otros que reflejan los cambios sociales
Para algunos lectores de EL DIARIO VASCO, es lo primero que miran en el periódico. Otros muchos también se detienen en ellas con atención y ... se alivian cuando comprueban que no tienen a ningún conocido entre los fallecidos de la víspera.
Las esquelas son un elemento clásico de la prensa. Fuente de información sobre ese acontecimiento que a todos nos llega y también reflejo de los cambios sociales.
Sin querer caer en la frivolidad, también pueden observarse desde la curiosidad. Una vez nos fijamos en nuestra 'Colección de recortes' en el contraste entre las esquelas y los anuncios publicitarios que aparecían justo al lado. Hoy, y el próximo viernes, recorremos otras que, por diversos motivos, llaman nuestra atención.
En las esquelas de hace unos años detectamos aspectos que se han ido perdiendo, Como dos que aparecen en esta que publicó DV en abril de 1955…
Antaño se usaban frecuentemente expresiones como «su atribulado esposo» o «su resignada esposa», ahora casi desaparecidas. Más raro era referirse al domicilio donde se velaba el cadáver como «casa mortuoria». ¿Y se han fijado en otro cambio? Sí, la hora del funeral. Antaño se celebraban por la mañana (en este caso de Eibar, a las 10:30 de un miércoles) y paulatinamente se generalizó el horario vespertino.
Por cierto, la finada era «señora» con 22 años porque, como recordarán, la diferencia entre señora y señorita no la da la edad sino el hecho de estar casada o no.
Otra curiosidad. Cuando se cumple el aniversario del fallecimiento, algunas familias encargan una misa de recuerdo al finado en la parroquia. En 1960 encontramos un caso extremo de dicha costumbre…
¡Hasta 32 misas! ¡Y en doce templos de Donostia y Errenteria! El «eterno descanso» quedaría garantizado.
De muchas misas pasamos a… muchos hijos. En tiempos de alta natalidad no era infrecuente que la lista de hijos fuese larga. Por ejemplo, en esta esquela publicada en octubre del año 1960…
Han contado bien. Nada menos que diez hijos dejaba aquella mujer de Anoeta. En su necrológica encontramos una figura hoy prácticamente desaparecida pero que antaño encabezaba muchas esquelas, por delante del resto de la familia, el director espiritual.
Pasamos a dos esquelas con una curiosidad meramente onomástica. Siempre sorprende encontrar personas que repiten su primer y su segundo apellido, máxime cuando estos son minoritarios, como en las inserciones que hallamos en 1955 y 1970…
La siguiente muestra, de marzo de 1965, podríamos definirla como 'esquela mapa'…
Dos ciudades, Toledo y Vitoria, tenía en sus apellidos Antonia, una tolosarra con domicilio en una calle que podría ser otra ciudad más, San Francisco.
Algunas de las viejas costumbres tardaron en desaparecer, como muestra este recorte del año 1975…
Todavía había directores espirituales y resignadas esposas.
La próxima semana, la víspera de Todos los Santos, completaremos nuestro repaso a esquelas peculiares y significativas, como una con un apellido con 17 letras y otra contraria a las coronas de flores.
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