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Héroes de cuatro patas para salvar vidas
Unidad Canina de la Ertzaintza ·
La Policía vasca entrena en Berrozi a 33 perros que actúan en intervenciones de rescate, explosivos, drogas, seguridad e incendiosEstuvieron en la tragedia del camping de Biescas, han estado en catástrofes meteorológicas de Haití, localizaron restos humanos en el derrumbe del vertedero de Zaldibar ... y colaboraron en la DANA de Valencia. La Unidad Canina de la Ertzaintza ha participado en más de mil operativos solo en los últimos tres años, aunque no todos han sido tan sonados como los mencionados. El centro neurálgico se encuentra en las instalaciones policiales de Berrozi, lugar en el que estos agentes de cuatro patas son adiestrados para salvar vidas.
Creado por el gobierno de Garaikoetxea en los 80, este pueblo abandonado en territorio alavés fue rehabilitado para formar el embrión de la actual Ertzaintza, lo que ahora es la fuerza de choque de la Policía vasca. Pero el Grupo Especial de Intervenciones Berrozi no es el único que desarrolla sus acciones en esta base. También se entrena la Unidad de Desactivación de Explosivos y la Unidad Canina de la Ertzaintza.

Esta última fue fundada en 1989, cuando cinco agentes guías fueron enviados a Stuttgart (Alemania) para preparar cuatro perros. Desde sus inicios, el grupo ha ido engordando sus filas con incorporaciones de canes procedentes de Madrid o Francia, hasta adoptar la forma que tiene en la actualidad. Cinco secciones conforman la unidad: explosivos, rescate, drogas, seguridad y DAF (Detectores de Acelerantes del Fuego). Cada una tiene sus áreas de acción y está constituida por perros con unas características específicas.
Manu es el jefe de operaciones de la Unidad Canina, y antes de entrar en materia recuerda una máxima a tener en cuenta cuando se habla de este grupo policial. «No son mascotas, son perros de trabajo que tienen que salvar una vida». Partiendo de esta base, hay que recordar que estos animales reciben la formación y la disciplina de un agente más. «Los reclutamos de criaderos en los que ya los preparan para el trabajo que van a realizar con nosotros».
La unidad participó en 1.205 intervenciones hace dos años, 1.244 en 2024 y este curso lleva 668
El proceso de selección debe ser estrictamente minucioso. «Nosotros siempre decimos que no queremos un perro, sino que buscamos el perro. Uno que reúna las características que exigimos, sino no nos vale», explica Manu. Tienen que pasar un periodo de prueba de alrededor de dos meses en Berrozi para decidir si el animal es apto para trabajar en la unidad.
«Intentamos cogerlos cuando tienen entre 9 y 10 meses. Es la mejor edad para incentivar unos instintos y suavizar otros, y están lo suficientemente desarrollados para detectar alguna anomalía que les impida trabajar. Es decir, es el momento perfecto para modificar sus sentidos en nuestro beneficio», señala el jefe de operaciones de la unidad. «Si son cachorros todavía puede surgir alguna displasia y eso no se puede predecir, sería como ir a ciegas y no podemos permitirnos el lujo de dejar a un guía sin trabajar durante un año».

Cuando el can escogido supera la prueba, inicia la fase de complementación con su guía. En este caso, Borja forma equipo con Izar y Elur, dos pastores belgas malinois hembras. Para reforzar la relación con sus animales, el agente guía se hace cargo de ellos las 24 horas del día. «Me los llevo a casa y convivo con ellos pero hay guías que los dejan en el centro. Nuestra forma de trabajar ayuda a complementarnos mejor, a entendernos. Conozco perfectamente a mi perra, sé cuándo no puede pasar por un sitio o si ha encontrado algo», detalla Borja.
En total, la Unidad Canina de la Ertzaintza cuenta con 33 perros de las razas pastor alemán, pastor belga y labrador. «El pastor belga malinois es el más atleta. Tiene mucha agilidad y es muy inteligente. Además, son incansables, así que duran muchísimo en las búsquedas. Son idóneos para los rescates», especifica Borja. «Buscamos a personas que han desaparecido, que se han perdido en el monte, que se han caído y no saben dónde están, y tenemos que ir a localizarlas. También trabajamos con cadáveres y restos biológicos; es decir, podrían localizar una mancha de sangre que ha sido limpiada en el escenario de un crimen».

La sección de rescate actúa en grandes áreas. «Nos movemos en el monte y en zonas alejadas de lo urbano porque estos perros trabajan a través del venteo, del olor humano. Entonces en una ciudad, con todas las personas que hay, sería prácticamente imposible». El grupo de rescate cuenta con seis perros y también interviene en zonas derruidas, avalanchas o con cadáveres sumergidos en ríos y pantanos.
En este sentido, Manu destaca un matiz importante. «Nuestra sección de rescate tiene perros que no distinguen entre vivos o muertos. Por suerte, en Euskadi no suceden grandes catástrofes con asiduidad, pero en terremotos y fenómenos por el estilo donde se sabe que va a haber víctimas, lo adecuado es empezar la búsqueda con perros que localicen a personas vivas», arranca.
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«En los primeros momentos la prioridad es salvar vidas. Imaginad que un perro encuentra una persona muerta. Los equipos de rescate no lo saben, solo ven que el animal ha encontrado algo. Entonces, se están destinando recursos y tiempo a sacar a alguien que ya está muerto, y estás dejando morir a otra persona que lo necesita más».

La forma de marcar del perro varía en función del objeto que se encuentra. «El animal puede indicar que ha encontrado algo rascando, mordiendo o ladrando. Si estamos buscando un explosivo, no puede rascar porque puede activarlo, por lo que se le adiestra para que lo marque ladrando. A esto se le llama marcaje pasivo. Lo mismo con las evidencias biológicas, que pueden perderse si las rasca», apuntan los ertzainas. Aunque el adiestramiento sea un proceso complejo, el quid de la cuestión reside en un objeto muy simple.
Un juguete para adiestrarlos
Los agentes utilizan una especie de 'churro' de juguete para adiestrar a los perros. «Desde que son pequeños intentamos jugar con ellos a la caza de un mordedor para acentuar su instinto. Entonces le generamos un mono por ese juguete, quiere el mordedor a toda costa. Buscamos que cada vez que escuche un comando en una intervención lo relacione con el mordedor. Sabe lo que tiene que buscar y hasta que no encuentra no para porque sabe que va a conseguir el juguete».
Los perros se jubilan cuando dejan de tener las características necesarias, con unos 8 o 9 años
Borja lleva a cabo un ejercicio de demostración con Elur en uno de los campos de entrenamiento de Berrozi. La misión de esta pastor belga será encontrar a un compañero que se encuentra atrapado en unas zarzas. El ertzaina suelta al can y le dicta el comando 'bilatu'. Elur sale disparada y comienza a peinar la zona. En cosa de minuto y medio se escuchan sus ladridos. Ya ha encontrado su objetivo. «Entonces, nuestro compañero le da el mordedor como premio y así relaciona la búsqueda con su juguete». En los casos de detección de drogas o antiexplosivos, se busca incentivar el olor objeto de búsqueda. «Cuando están buscando drogas realmente están detrás de su juguete».
En 2023, entre las secciones de explosivos, drogas y rescate –las más activas– sumaron un total de 1.205 intervenciones. En 2024 ascendieron a 1.244 y en lo que va de año acumulan 668. Todo este trabajo se traduce en desgaste para los perros que, como el resto de agentes, también tienen derecho a una jubilación. «Cuando dejan de tener las características que necesitamos para el trabajo, los retiramos. Entonces, el guía decide si quiere quedárselo o lo entregamos a un voluntario. Este momento suele llegar cuando cumplen unos 8 o 9 años», expresa Manu.
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