Estefi en el Harritoki de Ituren donde guarda todas las piedras y también entrena. F. de la Hera

Estefi Etxebeste, la harrijasotzaile descalza

Lleva menos de dos años levantando piedras. Lo hace descalza, con las uñas de manos y pies pintadas en recuerdo a su madre, Yamiled Giraldo, que fue asesinada por un sicario en 2009

Alicia del Castillo

Baztan/Bidasoa

Lunes, 13 de octubre 2025, 00:02

En Ituren brilla el sol y Estefi Etxebeste Giraldo, la harrijasotzaile con las uñas pintadas, de 23 años, abre la puerta de su casa con ... una gran sonrisa. «Estoy muy contenta, me acaban de coger para estudiar de educadora infantil en Elizondo, así que mañana mismo hago la matrícula y empiezo las clases», explica.

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En su casa, en las faldas del monte Mendaur, tiene un 'Harritoki', un sitio para las piedras, donde descansan tres bolas redondas además de la copa, la cúbica y la rectangular, ésta de más de 100 kilos, con su nombre. En la esquina hay otras bien grandes, irregulares, sin tallar. «Esas son las 'baldarras', piedras de río enormes. Se ha puesto de moda levantarlas. Es complicado, necesitas mucha técnica, porque todas son diferentes y cuando llegas a otro lugar sacan las suyas» y se enfrentan a piedras nuevas, desconocidas.

Hace su vida entre Ituren, donde vive y trabaja en hostelería; Orio, donde acude dos días por semana a la escuela de Herri Kirolak de Joseba Ostolaza; y Ordizia, donde va al gimnasio. Y ahora también hay que sumarles Elizondo, donde comienza sus estudios.

Lleva en esto de levantar piedras poco más de año y medio. El 14 de junio en Aizarnazabal logró 15 alzadas con la 'Kopa' de 100 kilos y su mejor marca, en Sunbilla, el pasado mes de agosto, en el premio Ramón Latasa. Su proeza, 59 alzadas con la cilíndrica de 100 kilos, batiendo así la marca que ostentaba Idoia Etxeberria desde 2014. «Siempre me pinto las uñas del número del color que quiero levantar. Cada color tiene un número de referencia y yo para ese día escogí el 59. En el entrenamiento había hecho máximo 58, pero ese día le dije a mi entrenador que iba a hacer 59 y así fue», cuenta.

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En recuerdo a su madre

Levanta las piedras descalza, con las uñas de manos y pies pintadas. Siempre. «Es por mi madre, en su recuerdo. No sé si le gustaría que me dedicara a esto, pero lo aceptaría y me apoyaría, me seguiría por todas partes y seguro que sería ella la que me haría las uñas», sonríe.

En el Valle de Malerreka todos recuerdan con cariño a Yamiled. En Ituren, en el bajo de la casa familiar, tenía su local de estética donde arreglaba las uñas. El 25 de abril de 2009 fue asesinada a tiros delante de su hijo de 14 años en Cordovilla por un sicario contratado desde la cárcel por el dueño de un club de alterne. Yamiled había tenido el valor de denunciarlo y era testigo protegido.

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Fue una mujer valiente, que había salido de Colombia después de sobrevivir a un terremoto, buscando una vida mejor. Cuando la mataron tenía 33 años y cuatro hijos. Estefi tenía 6. «Allí donde esté sigue siendo una luchadora y todo lo que nos pasa es por ella. Porque para mí siempre está presente. Fue muy valiente. Me acuerdo mucho de ella. La recuerdo con clientas, haciéndoles las uñas mientras yo miraba sentada desde una esquina. Quizá por eso yo también estudié peluquería y estética. Aunque luego no he querido dedicarme a ello. Mucha gente me pregunta si la recuerdo: por supuesto que sí. Mi hermana tenía 13 meses entonces».

Con el chaleco de levantadora de piedra luce con orgullo en uno de sus brazos el que fue su primer tatuaje, por su madre. Siempre le habían llamado la atención los deportes de fuerza, acudía con su cuadrilla a ver pruebas de herri kirolak, seguían mucho a Iker Vicente. Su amigo Mikel, de regalo de cumpleaños, le llevó a probar la piedra con Joseba Ostolaza. «Fue toda una sorpresa. Me dijo que le acompañara a hacer un recado y allí me llevó. Levanté las piedras, una tras otra y me gustó mucho. Hablé con Joseba y me dijo que entrenaban lunes y jueves, que podía ir a Orio una vez a la semana. El problema cuando llegué a Ituren fue decírselo a mi padre... Él siempre ha tenido problemas de espalda y me dijo que no. Mi abuela igual, tampoco quería, pero yo les dije que sí iba a ir». Las cosas cambiaron poco después. «El primer chaleco me lo regaló mi padre y el segundo, mi abuela. Ahora están súper orgullosos, mi abuela me pide que le avise para verme por la televisión y guarda todos los periódicos en los que salgo».

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Con chaleco nuevo

«Tengo claro lo que quiero, cómo quiero hacer mi camino. Creo que esto es para una época de mi vida, no para siempre», explica. El año pasado, cuando llevaba tan solo meses en esta disciplina, quedó segunda en el Campeonato de Euskadi. Este año no va a participar por un error tonto. «Me enviaron la inscripción el 20 de agosto, cuando estaba con todas las entrevistas después del récord... y se me pasó por un día. En Gipuzkoa si pasa eso suelen pedir permiso a las demás participantes y, si les parece bien, dejan participar. En Euskadi me han dicho que no, así que nada». El sábado pasado estuvo en Alegia, donde ofreció un espectáculo especial en Txintxarri Saria. Y como siempre, recordó a su madre y a su tío Roberto, también fallecido y a quien estaba muy unida. Luce un nuevo chaleco ya que el de siempre se lo están arreglando en Leitza. Sus patrocinadores son Tresanea, el apartahotel de Ituren; Chantoné, una marca de belleza y ahora también Transportes Echemar. «Le hace mucha ilusión a mi padre porque es la empresa donde trabajó y cuando pasó lo de mi madre le ayudaron un montón».

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