Ayer me acerqué a la Oficina de Objetos Perdidos y pregunté por una oportunidad que perdí, en un descuido, a finales del mes pasado. Un ... funcionario uniformado me informó de que ya no recogen oportunidades perdidas porque nadie pasaba a reclamarlas y se abarrotaba el almacén. De vuelta a casa me topé con un escaparate que gritaba en letras fluorescentes, «Oportunidades en el interior». Entré a probar suerte pero sólo encontré una hilera de zapatos rebajados de la temporada anterior. Asociamos la palabra oportunidad a negocio, ganga, inversión y otros asuntos relacionados con el dinero. Es curioso porque las oportunidades se manifiestan de las más diversas formas. Vivimos rodeados de oportunidades para aprender, divertirnos, hacer amigos o descubrir nuevos gustos y sabores.
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A veces dejamos pasar oportunidades que después crecen, prosperan y nos lamentamos de no haberlas perseguido. Nos ocurre porque a las oportunidades les gusta ser inoportunas y atraparlas requiere mantener la vista y el corazón abiertos. La experiencia nos enseña que no vale de nada quejarse por las oportunidades pasadas. Sólo queda guardar un minuto de silencio en su recuerdo antes de perseguir una nueva.
Una oportunidad es tan sólo un momento, el breve segundo en que una mariposa se posa a descansar en tu regazo antes de reemprender el vuelo. Somos libres de seguir su aleteo o de espantarla con la mano pero no podemos olvidar que la riqueza de la vida reside en los instantes que perseguimos.
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