Llegué convencido de que el secreto de una pareja era vivir en sintonía pero pronto vi que no cantábamos en el mismo tono. Ella es ... felina y todo lo que eso conlleva. Yo soy un ratonero que responde al primer señuelo. Ella lee cinco o seis novelas al mes. Yo soy un sicario, escritor a sueldo de las marcas. Ella guarda silencios y a mí se me desbordan las palabras. Ella se ocupa de lo que yo me preocupo. Ella improvisa de oído y yo no doy una nota sin mirar la partitura.
En un coro de Händel, o quizá de Paul Simon, descubrí las armonías. En música se llama así al sonido que surge de dos notas separadas que suenan al mismo tiempo y crean, unidas, hermosas melodías. Del 'Mesías' a 'Los sonidos del Silencio', las armonías producen juegos vocales de gran belleza.
Una pareja es una mezcla de opiniones, sentimientos y estados de ánimo discordantes. Lograr la armonía exige escuchar, compenetrarse, crear un vínculo intenso, una complicidad que logre hacer fluir las notas opuestas. A veces ella improvisa tonos sutiles sobre la melodía que desarrollo. Otras, ella lleva la voz cantante y yo le complemento salpicando algunas notas.
La polifonía se desarrolló en la música durante el mismo tiempo histórico en que descubrimos la perspectiva en las artes gráficas. En ambos casos el reto fue superar los tonos monocordes para añadir profundidad a una obra. Qué complejo, qué hermoso, es jugar a sumar diferencias y provocar un desenlace mágico.
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