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La fonda de Urbia ha sido punto de encuentro de mendizales y pastores en un entorno privilegiado. Marian

La fonda de Urbia busca relevo ante su centenario

Local histórico. ·

Las puertas de la posada, que cumple 100 años el 30 de agosto, quedarán cerradas este domingo al salir sus inquilinos por motivos económicos

Gaizka Lasa

San Sebastián

Viernes, 15 de agosto 2025

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La efeméride no hace más que ponerle el cascabel al entuerto, porque el asunto tiene su trascendencia histórica, cultural, turística y natural. Todas esas connotaciones alcanza la fonda de Urbia, un oásis hostelero a pie del Aizkorri, que el próximo día 30 cumplirá cien años. Por este motivo, había una previsión de celebrar allí una jornada festiva ese mismo sábado. La conmemoración está en el aire hoy, pero es el menor de los problemas. La fonda se queda sin personal para llevar la marcha del establecimiento. El viernes pasado, la pareja encargada de su explotación –el elgetarra Peio Bilbao y la azkoitiarra Naiara Romatet– comunicó que lo deja después de tres años y la consecuencia directa es que este mismo domingo se cierran las puertas.

«Esto es un negocio y los números, que son los que mandan, no dan. Ha sido una experiencia muy bonita y nos marchamos con mucha pena, pero no nos da para seguir», explica Peio Bilbao. Con su decisión, fuerza a que haya un cambio de personas al frente del local, pero no cambiará el gestor. Sigue siendo Urbiako Fonda S.L., el nombre jurídico que en 1997 adoptó el concesionario para 50 años. No hay ni un fondo de inversión, ni una coporación multinacional detrás de tal nombre. Más bien un grupo de amigos, liderados por las familias Altzelai y Altube. A ellos corresponde ahora buscar un relevo.

Aritz Altube ya conoce esta situación. Tras regentar la posada más de dos décadas, tuvo que dejarlo en mayo de 2022 por cuestiones de salud. «Entonces nos pusimos a buscar gente dispuesta a hacerse cargo y encontramos a Peio y Naiara. Ahora el deseo también es encontrar a alguien, dejando claras dos cosas: que hay unas condiciones económicas marcadas en la concesión y que hay un plazo de caducidad, porque en 2047 la fonda pasa a manos de la Parzonería General de Gipuzkoa y Araba».

Esta circunstancia viene del acuerdo de 1997 por el cual la familia del legazpiarra Patxi Alustiza –comprador en propiedad del local a los Etxezarreta en el 93– aceptó que la fonda quedara a nombre de la parzonería a cambio de la concesión de explotación para 50 años. Los Alustiza se mantuvieron hasta 1999 y luego se encargaron los Ruper, Mikel, Kepa y el propio Aritz de las mencionadas familias.

Altube señala que «tenemos que agradecer a Peio y Naiara su labor», aunque lamenta que «no son las mejores fechas para buscar relevo». Asume que no es tan fácil encontrar candidatos y apunta que «cuando tuvimos que buscar gente en 2022 del medio centenar de personas interesadas, 49 eran del eje que va desde Leintz-Gatzaga hasta Donostia. Y claro, para subir a Urbia solo existe la vía de Araia. Desde el punto de vista logístico, eso plantea un gran hándicap. Nosotros tuvimos que acabar viviendo en el lado alavés siendo de Oñati porque las idas y venidas eran inviables»

«Nos da mucha pena marcharnos pero esto es un negocio y los números, que son los que mandan, no nos salen»

Peio Bilbao

Encargado saliente de la fonda

«El deseo es encontrar a alguien que lleve el local, teniendo claro que en 2047 pasa a manos de la Parzonería General»

Aritz Altube

Miembro de Urbiako Fonda S.L.

Pastores y mendizales, además de turistas ocasionales, se quedarán desde el lunes sin un refugio que da un valor añadido al entorno de Urbia y que ya fue de lo más añorado durante los meses de mayo y junio de 2002, cuando tuvo que cerrarse de manera repentina. Fuentes de establecimientos de Arantzazu aseguran que durante aquel paréntesis la afluencia de visitantes bajó en picado.

La ermita de Urbia se inauguró el 28 de septiembre de 1924 y aquel mismo día se colocó la primera piedra de la fonda, ante lo cual Altube muestra su admiración. «Alguien tuvo una gran idea, totalmente precursora para aquella época y el tiempo le ha dado la razón». El 31 de agosto del año siguiente se estrenó, ante 3.000 personas, ese lugar donde poder comer un bocadillo, una ensalada, un plato combinado o un caldo, donde tomar una bebida para reponer fuerzas, y donde disfrutar de un ambiente singular en un privilegiado entorno natural.

Cien años se cumplen en dos semanas desde semejante acierto y si nadie lo impide en los próximos días, la efeméride no tendrá celebración, al menos puntual. No obstante, lo que hay en juego va más allá. Está en el aire la continuidad del punto de descanso y convivencia que da una vida extra al paraje de Urbia.

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