«Me escupió en plena calle ante mis niños y me dijo: 'vete a tu puto país'»
Delitos de odio ·
La georgiana Ella Seturidze, residente en Zarautz, sufrió el año pasado un incidente con un vecino que le acusó de tirar el plástico del helado al contenedor del orgánicoLleva diez años en Zarautz y lo primero que constata es que «el pueblo me trata bien y no tengo problemas». Pero Ella Seturidze, georgiana ... nacida en Rusia, es una de las víctimas de delito de odio por racismo que detecta la estadística del Gobierno Vasco. Integrada ya en el municipio de Urola Kosta –regenta una pequeña tienda de ropa infantil y su clientela afirma estar encantada–, en septiembre del año pasado vivió el bochornoso momento que le llevó a interponer una denuncia ante la excepción intolerante que confirma la regla de respeto.
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Ella paseaba por el malecón zarauztarra junto a sus dos niños, de 3 y 7 años, y una amiga ucraniana. «Los hijos iban con su helado, pero uno de los dos se estaba manchando y no quería más. En el típico momento de estrés, cogí el helado del pequeño y lo tiré a un contenedor de orgánico, sin darme cuenta de que en la base del cucurucho quedaba también el plástico con el que te lo envuelven».
Un ciudadano le reprochó en ese momento el acto. «¡Qué haces! ¡Dónde has tirado eso! ¡Sácalo!». La mujer se acercó al contenedor, «pero ví que era alto y que no llegaba con la mano hasta el helado y le dije que no podía». El acusador decidió entonces sacarlo por su cuenta, «alcanzó el plástico del helado, todo sucio con restos de basura, y me lo desplegó en la espalda al ver que no podía despegarme el billetero que llevaba pegado al cuerpo con una correa». La indignación hizo que Ella le devolviera el gesto y le relanzara el trozo de plástico de la discordia y «fue entonces cuando me escupió y me dijo: vete a tu puto país. Iros todos a vuestro puto país».
La alusión molestó a una persona que «ya sé lo que es tener que salir de un país por la guerra», pero no hubiera sido tan hiriente si no fuera por el contexto. «Estaba con mis niños, en plena calle, con varias terrazas muy cerca y todos mirando. Sentí mucha vergüenza de que los pequeños vieran a su madre así, siendo escupida. Además, el hombre se dirigió a ellos: '¿Qué futuro os va a dar vuestra madre?'. Me sentí fatal, como si estuviera en un sueño irreal, tan cerca de la gente, pero a la vez tan lejos y sola. A mí a su edad se me quedaron cosas grabadas y no quiero que ellos vean esto».
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Llegó la Ertzaintza y tomó declaración a las partes. «Me preguntaron si iba a presentar una denuncia y les dije que sí. Entonces, él empezó a decir cosas más feas: '¿Qué? ¿Ya no te folla tu marido y vienes aquí?'. Delante de los niños». No quedó hay el mal trago. Una vez en casa, fueron los propios hijos quienes le preguntaron: «Mamá, ¿por qué no nos vamos a otro pueblo? Les contesté que no teníamos por qué hacer eso y que no habíamos hecho nada mal».
La explicación pertinente devolvió las cosas a su normalidad y «ellos están muy contentos en el colegio y con los amigos, aunque todavía alguna vez han preguntado aquello de: '¿Te acuerdas de un chico que nos regañó?». Ella prefiere la normalidad y transmite sufrimiento al revivir aquel triste episodio, pero da la cara públicamente para subrayar la necesidad de desterrar este tipo de episodios.
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En el plano legal, tras la denuncia el caso se encuentra en el Juzgado de Azpeitia. La mujer ha sido asistida jurídicamente por SOS Racismo Gipuzkoa, que opera en el marco de la red Eraberean impulsada por el Gobierno Vasco para luchar contra la discriminación por origen racial, étnico o nacional y por orientación o identidad sexual e identidad de género.
«Tú nunca serás española»
No es la primera vez que Ella ha tenido que hacer frente a episodios que denotan un odio hacia las personas procedentes de otros países y culturas. Antes de llegar a Zarautz, vivió en el barrio donostiarra de Altza. Durante su estancia allí, se vio en la tesitura de tener que hacer un contrato de subarrendamiento en un piso donde había residido un primo de su marido que ya se había marchado.
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Recuerda con rabia lo que tuvo que soportar entonces. «Tuvimos la mala suerte de que ocupó la vivienda una pareja que dejaba todo muy sucio. Se emborrachaban y dejaban aquello lleno de colillas. Un día que tuve que llamar a la Ertzaintza por malos comportamientos, vinieron unos agentes y nos pidieron documentación a todos. Yo tengo nacionalidad española y al entregarles mi DNI, uno de ellos me dijo: 'Tú no eres española y nunca lo serás'».
No quedó ahí la situación. Ante el entuerto generado por la mala educación de los subarrendatarios, «un ertzaintza me preguntó: '¿A tí te gusta esta situación?'. Yo no supe qué responder. Y el agente prosiguió. 'Pues si no te gusta, vete a tu país'. Me fastidió lo que dijo, pero sobre todo, que todo ocurriera delante de quienes habían provocado todo aquello, con los pies sucios y borrachos».
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Ella reitera que «tengo un buen trato con la inmensa mayoría de la gente y estoy agradecida aquí en Zarautz. Quiero trabajar y vivir en paz, pero no entiendo que haya quien dice y hace ese tipo de cosas. No entiendo qué les he hecho yo».
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