Escalar hacia la igualdad

En los últimos tiempos se ha conseguido reducir aspectos como la brecha salarial, que en siete años se ha reducido en un 6,4%. También se ha incrementado en 12 puntos la participación de los hombres en el trabajo doméstico en el último cuarto de siglo, pero indicadores como la brecha de género, lejos de reducirse, se han incrementado debido a la pandemia, que ha afectado principalmente a las mujeres. No obstante, y aunque lentamente en ocasiones, el avance es imparable.

DV ha reunido a ocho mujeres con diferentes realidades y sensibilidades para dar visibilidad a los problemas que aún hoy sufren en una sociedad que necesita de días como el de hoy para «reivindicar que somos personas».

«Cuando entra una chica en el grupo ellos cambian. Cuando están solo los chicos las conversaciones van por otro lado y cuando apareces tú hay frases que se cortan, ves que cambia la dinámica, el lenguaje corporal, las expresiones, las actitudes. A veces siento que me censuran las conversaciones».

«La razón por la que hoy en día se siguen dando situaciones machistas o discriminatorias reside en la educación que han recibido. Si podemos educar desde la igualdad, poco a poco vamos a ir dándole la vuelta».

«La manera en cómo te comportas afecta a la manera en la que te tratan. A mí no me tratan diferente, pero veo que a otras chicas sí les tratan de forma diferente. Sigo pensando que es una cuestión de actitud. Hay que sacar el carácter para mantener el respeto».

«Noto diferencia a la hora de salir por la noche con la ropa que te pones. Los hombres pueden salir casi desnudos que no pasa nada. Si las mujeres se ponen poca ropa… La ropa siempre condiciona y más a las mujeres. Nos vestimos y tenemos que pensar en cómo la gente nos va a ver o a tratar. No debería pero condiciona».

«Siendo mujeres y gitanas sufrimos mucho más, como por ejemplo a la hora de buscar un alquiler, un trabajo. Hay una triple discriminación porque nuestra situación económica tampoco es muy buena. Cuando entra un factor cultural como la etnia gitana, el peldaño hacia la igualdad se nos queda muy alto».

«Soy la primera inspectora y para mí fue muy importante no solo presentarme, sino sacar la plaza, sacar la primera de la oposición. ¿Cómo es posible que a estas alturas de la vida no haya habido una inspectora? Porque sí que se han presentado más compañeras, sí que ha habido oportunidades y mujeres que fueron válidas para entrar, pero por lo que sea había mucho miedo».

«Yo tuve comentarios de alguna mujer que me dijo que le daba rabia que hubiera entrado porque le daba rabia que le mandara otra mujer. A día de hoy he vuelto a hablar con esta compañera y evidentemente ya no piensa igual, pero no por el hecho de ser mujer, sino porque igual yo tengo otra sensibilidad».

«Yo quería ir a un CIP que tenía al lado de casa que tenía mecánica, electricidad y creo que carpintería y yo quería mecánica o electricidad e incluso hubiera cogido carpintería si no hubiera tenido otra opción, pero la directora me dijo que no porque no había ni una sola chica matriculada en el centro. Acabé haciendo un CIP de cocina en Trintxerpe y me he comido 15 años de camarera».

«En Telecomunicaciones he encontrado mi sitio. Además llevo pocos días de prácticas en IDK y estoy eufórica. Me he encontrado un mundo nuevo y me lo quiero comer entero. Estoy con el grado medio, quiero empezar con el superior en septiembre, no sé si mecatrónica o electrónica porque quiero los dos. De querer ir a un CIP a a lo mejor poder sacarme una carrera universitaria, que lo estoy empezando a ver y me lo estoy creyendo».

«Pensamos la gastronomía como un mundo de hombres, pero desde el minuto 0 en la universidad nos han abierto las puertas a cualquier tipo de ámbito y yo siempre me he sentido apoyada».

«Cuando estuve de gerente en un restaurante que te dabas cuenta de que había gente a la que no le agradaba que le supervisara una mujer».

«No creo que haya un rebrote de machismo, lo que creo es que ahora tienen menos vergüenza de decirlo. Ahora todo está bien. Primero porque suele ser por Facebook o Instagram y ahí no hace falta dar la cara y es muy fácil soltarlo. Y cuando sales del anonimato, cuando tienes muchos anónimos respaldándote, es mucho más fácil decirlo».

«Para mí la clave es cómo ser padre porque lo que tu ves en casa es lo que repites. Si tu padre es un tío normal que trata igual a tu madre o a tu hermana, tú replicas eso. Si tus padres respetan por igual a los chicos y a las chicas, tú aprendes a respetar».

«Cuando haces algo mal sientes que no fallas tú como persona, fallas como mujer porque automáticamente dicen que para eso no valen las mujeres. Eso a un hombre no le pasa. Si falla, falla él como persona, no es que los hombres sean incapaces. He sentido ese peso mucho tiempo».

«Hay muchos hombres que cuando se topan conmigo se toman muchas licencias a la hora del vocabulario, utilizando muchos apelativos cariñosos tipo 'bonita', 'corazón'. A ver, yo a esa persona no la conozco de nada, soy una profesional que está tratando de hacer su trabajo y no tiene ningún derecho para hablarme así».

La lucha continúa. Quedan peldaños por subir en esta escalera hacia la igualdad y todas están convencidas que más pronto que tarde subirán ese último escalón. «Entonces no hará falta que haya un 8M».