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Las diez noticias clave de la jornada
Maritxu Amenabarro ha escrito el libro 'No estoy sola', que cuenta la historia de una niña de acogida, como ella. De la Hera
Niños de acogida

«Entendí que me separaran de mis aitas, pero eso no significa que no me doliera, y mucho»

Maritxu fue acogida por Aitor, un vecino de Aia, cuando tenía 8 años. Aunque fue una época «dura», la conexión con él es «brutal» y le considera su «referente en la vida»

Macarena Tejada

San Sebastián

Sábado, 26 de octubre 2024

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Al cerrar los ojos y echar la vista atrás, a cualquiera se le viene a la cabeza un día que ha marcado su vida: la boda, el nacimiento de un hijo, la compra de un piso, una graduación... O incluso un cumpleaños especial. Maritxu Amenabarro también tiene un momento que supuso un antes y un después para ella. Quizá varios, aunque la mayoría son consecuencia del mismo. Hay que remontarse un tiempo atrás, a cuando era una niña de 6 años –ahora tiene 25–. Tocaron la puerta de su casa, donde vivía con sus padres y su hermana Ainara, de 12 años. Era un grupo de trabajadores de los servicios sociales, acompañado de ertzainas. La cogieron en brazos y, junto a su hermana, la metieron en el coche. Le explicaron que tenían que sacarleas de su vivienda y llevarlas a un centro de acogida. Sus padres no podían cuidarlas. «No me sorprendió», admite con un rostro serio Maritxu, que ahora reside en Aia con el que se convirtió en su acogedor y «referente», Aitor. «Pero que entendiera que me separaran de mis aitas no significa que no me doliera, y mucho». Ha escrito el libro 'No estoy sola' donde a través de la protagonista, Amets, cuenta su propia historia para que los menores en acogida se sientan acompañados.

La niñez de Maritxu «no fue fácil». Durante mucho tiempo vivió en una situación de «inestabilidad» máxima. En casa convivía con episodios violentos. En más de una ocasión, acudían profesores del cole a buscarle porque nadie le había llevado a clase, la duchaban y daban de comer en la escuela... Para ella, tampoco era raro tener que quedarse con sus vecinos porque sus padres no se podían hacer cargo de ella. «Siempre me han querido, pero no han sabido cómo mostrarme ese amor», apunta. De ahí que no le cogiera por sorpresa el traslado al centro de acogida, pero la adaptación fue complicada. «Al principio ni dormía, ni comía... Vomitaba todo», hasta que empezó a hacerse a su nueva realidad. Junto con su hermana, veía a sus padres cada tres semanas, acompañada al principio de seguridad y siempre de una trabajadora social.

Estuvo así dos años, en un piso compartido con otros niños y jóvenes en su misma situación, hasta que un día, tras volver de unos campamentos, las trabajadoras sociales le recibieron con la mejor de las noticias. Había una persona interesada en acoger a Maritxu y Ainara, sin ser separadas. «Quizá haya sido el mejor día de mi vida», dice. Era Aitor, su padre de acogida y con el que todavía convive en la actualidad. «Desde el primer minuto tuve una conexión brutal con él», se sincera. «A mi hermana, en cambio, le costó mucho recibir ayuda, ya no confiaba en nadie».

«Al principio mi padre no aceptaba la separación pero ahora se lleva bien con mi acogedor y celebramos juntos mi cumple»

Primero pasaban con él «días sueltos», después «alguna noche», hasta que la acogida pasó a ser permanente. Maritxu empezó así a sentir toda esa atención que hasta entonces no había tenido. «Estaba súper a gusto. Vivimos en un caserío con parte de su familia y de repente construí unas relaciones familiares que no conocía. Tenía aitonas y una familia estable». Estaba «feliz», pero «se le hacía rara» su nueva vida. Las primeras navidades que pasó con Aitor se despertó con la cama «llena de regalos. Flipé. Era demasiado». En 'shock' porque con sus padres «no tenía regalos y en el centro de acogida había que escoger uno por persona», le dijo que tenía que devolverlos. No se sintió cómoda, «pero Aitor enseguida lo entendió». Son este tipo de anécdotas las que fueron marcando el inicio de esta relación tan especial, y de la nueva forma de vivir de Maritxu.

El secreto

Entre tanto, la joven seguía viéndose con sus padres en las visitas. Acudía junto a su hermana, «a veces en tren, otras en autobús» para que ni su ama ni su aita supieran dónde residían. «Era duro. Teníamos que mantener el secreto de quién nos había acogido y dónde tenía la casa. Mi padre a veces me lo preguntaba. Yo era tajante con la respuesta, pero costaba. No me gustaba ver a mi madre llorar y preocuparse por lo que era de nosotras», reflexiona Maritxu, a quien durante mucho tiempo le costó abrirse con la psicóloga porque «quería ayuda» para sus padres, no para ella. «Y eso ha faltado mucho», insiste de cara a futuras situaciones similares.

Ella es de las que defiende que «mantener el contacto con los progenitores es muy importante para saber de dónde vienes y construir tu identidad». Por eso nunca dejó de quedar con los suyos. Su ama falleció, pero llegó a conocer a Aitor, a quien le agradeció «mucho» que hubiera cuidado a sus hijas. También se han encontrado, «y ahora son hasta amigos», su aita biológico y el de acogida. Fue cuando el primero estaba ingresado en la UCI. Ella tenía 17 años y todavía estaba en el régimen de visitas gestionado por la Diputación, pero la vida de su padre corría peligro. «Los médicos decían que podía fallecer en cualquier momento». Habló con los servicios forales para que le permitieran verle más de una vez cada tres semanas y, en este caso, acompañada de Aitor. Le concedieron el permiso y acudió al hospital con su referente. «Le empezó a hablar, a contarle que era mi acogedor, a presentarse... Y de repente mi aita se movió», recuerda Maritxu, todavía incrédula por aquella experiencia. Despertó y, cuando le llevaron a planta, tanto ella como Aitor fueron a visitarle cada día.

«El día en el que me acogió Aitor seguramente haya sido el mejor de mi vida, pero a mi hermana le costó mucho recibir ayuda»

Desde entonces, una vez al año, por su cumpleaños, se juntan todos en el caserío de Aia donde vive Maritxu con Aitor y el resto de su familia. Han conseguido un ambiente «muy agradable», pero para llegar a este punto han pasado «muchas cosas, muy complicadas. Mi padre no siempre aceptó la separación». Pero la primera vez que ella pudo hablarle claramente de su nueva situación «sintió un alivio grande» y desde entonces todo se siente «mejor».

Hubo un momento en el que Maritxu pensó que, cuando creciera, iba a volver a su casa familiar, donde estuvo hasta los 6 años, para recordar. Quizá tenía que hacer las paces con esa época. Pero cuando ha llegado el momento se ha dado cuenta de que no lo necesita. Quiere a sus padres, aunque la convivencia con ellos no era «la adecuada». Y le está «eternamente agradecida» a Aitor.

Amenabarro ha escrito un libro para que los niños que están en acogida no se sientan solos

Maritxu Amenabarro sufrió 'bullying' cuando era pequeña. «Nunca decía que estaba viviendo un proceso de acogida, solo me callaba y sonreía. Intentaba ser una niña buena», recuerda, lo que hizo que sufriera en silencio. Para evitar que los menores que están en su misma situación pasen por este tipo de complicaciones, la joven ha escrito el libro 'No estoy sola' –'Ez nago bakarrik' en euskera–, que cuenta la historia de una niña en acogida. «El objetivo es llegar a estos jóvenes, pero también a los educadores y adultos que muchas veces no saben cómo tratarles cuando están en un mal momento», explica Amenabarro, graduada en Creación y Diseño. En el cuento habla de sentimientos, emociones, y conflictos de lealtades, entre otras cosas. En las últimas páginas, además, el lector se encuentra con un diario en el que puede apuntar cada día cómo se siente.

Con esta misma idea, la de divulgar y normalizar la acogida, también imparte charlas en los diferentes colegios que así se lo pidan. Es un proyecto que empezó el año pasado y con el que desea continuar este curso. Se reúne con los menores y les explica sus vivencias «para que cuando se encuentren con otro niño que está pasando por lo mismo no les sorprenda y sepan cómo actuar», dice.

Si alguna escuela desea contactar con ella para que imparta una charla a sus estudiantes puede hacerlo en el correo

mariamenabarro@gmail.com

o a través de la la cuenta de Instagram

@art__mari2

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