Ensayo de normalidad en las residencias

El apetito de los usuarios estaba despierto, pues el olor de la lumbre advertía del menú especial: cordero asado. «Huele que alimenta», señalaba ansiosa Sánchez. Esta semana se celebran las fiestas patronales de Zorroaga. «Todos los años se organiza una semana llena de actos y eventos pero este año todo está muy limitado. Hemos organizado junto con Zaporeak y la asociación de pastores y pastoras de Hego-Euskalerria (LARSABI) este acto», explicaba Mikel Agirrezabal, director de la Fundación Zorroaga. A pesar de la lluvia y las medidas contra el covid como los grupos burbuja reducidos, los usuarios de la residencia han podido disfrutar de un acto animado después de 14 meses de estrictas limitaciones marcadas por la pandemia.

Isabel Sánchez lleva tres años en este centro de mayores y el último ha sido, sin duda alguna, «el más duro». Su marido falleció hace un año y le echa de menos. Además, la hernaniarra añade que este ha sido el año «más aburrido sin actuaciones, visitas o salidas. Estaba todo muy reservado para que el virus no trascendiera». Por desgracia el virus traspasó los muros de Zorroaga. En octubre un brote contagió a 58 residentes, de un total de 235 usuarios, de los que fallecieron ocho. Ahora cuentan con el 97% de los residentes y el 84% de los trabajadores vacunados con las dos dosis.

Algo que les permite organizar un acto como el de hoy. «A medida que avance la vacunación en el resto de la ciudadanía, iremos relajando medidas en la residencia. Les recordamos que tienen que tener cuidado con familiares y amigos en sus salidas», apuntaba Agirrezabal. La edad media de los usuarios de esta residencia es de 86 años. El colectivo más vulnerable al Covid-19.

Ayer dieron un paso más en Zorroaga. Desde esta semana vuelven a permitir siete salidas semanales sin límite de horas y tres visitas por parte de familiares. «Esto supone vida y alegría para los residentes, que han pasado por un año en el que han estado más aislados de lo habitual», señalaba el director de Fundación Zorroaga. Por su parte, Sánchez recordaba que «tuvimos que estar confinados en nuestras habitaciones». La hernaniarra, afincada durante los últimos 50 años de su vida en Añorga, reconocía que «echo de menos estar en Hernani, aunque aquí estoy mejor atendida y no le quito vida a mis hijos para cuidarme a mí». Sánchez, que irradia alegría en un día como hoy, espera poder realizar una visita pronto a su localidad natal. Además celebraba que «¡hoy viene mi hija a verme!». Su hija vive en Vitoria y, por ello, no puede venir con tanta frecuencia como le gustaría.

Por todo ello, en Zorroaga están de celebración y esperan que este ensayo de normalidad sea un paso en firme y puedan seguir caminando adelante relajando las medidas de seguridad con la certeza de que pronto la residencia y la calle será un lugar seguro para la población de mayor edad.