El navegador no soporta este reproductor de Video.
Diez años del 'tsunami' que arrasó la costa de Gipuzkoa
El fuerte oleaje del 2 de febrero de 2014 devastó el litoral guipuzcoano en un invierno excepcional que concentró cinco borrascas en 32 días, un fenómeno que sucede cada medio siglo. DV revive aquel temporal
Tal día como hoy de hace diez años, un 2 de febrero de 2014, el litoral guipuzcoano amaneció devastado por uno de los temporales de mar más destructivos de la historia reciente. El Cantábrico mostró su rostro más fiero y arrasó todo cuanto encontró a su paso, aunque por suerte no hubo que lamentar heridos, pero sí un balance infinito de daños materiales, que dejaron imágenes grabadas en el imaginario colectivo.
Publicidad
Diez años después de aquel tsunami, DV revive aquella madrugada de alerta roja y analiza qué factores se dieron para que se desencadenara aquella tormenta perfecta. ¿Puede volver a ocurrir?
Revive lo que pasó aquella noche en el siguiente vídeo:
Y estas fueron las portadas de DV en las que se contó el paso de la borrasca y sus efectos.
¿Qué pasó?
Escucha el sonido de las olas de aquel día:
El invierno de 2014 fue «excepcional», resume Pedro Liria, investigador de la unidad marina de Azti, en referencia a la concentración de temporales en un periodo tan reducido. «La combinación de factores cambia mucho su impacto en costa. De hecho, el temporal de marzo de aquel año se pensaba que iba a ser aún más devastador», pero finalmente no confluyeron los distintos factores. Lo que ocurrió el 2 de febrero es que se alinearon todos los astros. «La alarma roja estaba decretada, sabíamos que iba a ser tan destructivo como fue. Lo único que se podía hacer era activar los protocolos», apunta.
Aquella madrugada se registraron olas de 13 metros de altura máxima, y de 8,2 metros de ola significante, esto es, la altura media del tercio de las olas de mayor tamaño. Si bien, fueron llamativas, «no fueron las más grandes registradas aquel año. Se llegaron a medir olas de 20 metros y el temporal de marzo de 2014, por ejemplo, tuvo una altura de ola significante de 11 metros», ejemplifica Margarita Martín, directora de Aemet en Euskadi.
«Temporales como aquel van a seguir sucediendo. No hay nada ni nadie que pueda parar la fuerza del mar»
Margarita Martín
Directora de Aemet en Euskadi
Lo excepcional de aquel temporal, por tanto, fue la sincronización de todos los factores. El tamaño de dichas olas, que llegaban con una frecuencia de 15 segundos, coincidieron de lleno con una pleamar en una época de mareas vivas que alzaron el nivel del mar 4,93 metros, y con fuertes vientos del noroeste «que es el que mayor impacto tiene sobre la costa, porque cuenta con mucha superficie de mar abierto para su generación», resume Liria.
Aspecto que presentaba la Avenida Zurriola tras la noche del temporal. LOBO ALTUNA
Donostia
Los cinco puentes afectados
La peor parte se la llevó la capital, donde las olas se adentraron 1 km en el Urumea. Recorre a través de este vídeo los destrozos en los cinco puentes.
Donostia fue la localidad más dañada, pero la imagen de la devastación se extendió por toda la costa guipuzcoana: un gran socavón se abrió en la carretera N-634 entre Zarautz y Getaria; un vehículo fue arrastrado al mar en Zumaia; 25 metros de escollera, engullidos por el mar en Orio; pavimento levantado en Hondarribia; pantalanes destruidos en Mutriku o establecimientos destrozados en Deba fueron algunos de los desperfectos que formaron parte de la infinita lista de daños comunicados al Consorcio de Seguros, entidad pública dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad.
Publicidad
Ver 27 fotos
Los temporales de aquel invierno dejaron más de 600 afectados y una factura superior a los 35 millones de euros en Gipuzkoa, aunque la cuantía se atribuye casi en su totalidad al temporal del 2 de febrero. La cifra comprende las indemnizaciones de los bienes asegurados (9,6) y las obras de reparación de las infraestructuras devoradas por el mar, sufragadas casi en su totalidad por el Gobierno central, a través del Plan Litoral (15,3). A dicha cantidad se sumaron además las inversiones de menor importe, que aportaron los ayuntamientos (3,8 en el caso de Donostia) y las obras realizadas en los puertos dependientes de Gobierno Vasco (6,5).
2014 | Kursaal
2014 | Puente Lehendakari Aguirre
2014 | Getaria
¿Podría volver a ocurrir?
¿La costa guipuzcoana puede volver a sufrir un episodio como el de 2014? Pedro Liria responde con un sí rotundo. Un oleaje como el de aquella madrugada tiene una recurrencia inferior a 10 años, apunta el investigador. Si se tiene en cuenta la coincidencia con unas mareas tan vivas, «la frecuencia se eleva a una vez cada 15 años. Si normalmente tenemos un o ningún episodio de olas significantes de 8 metros, aquel invierno hubo ocho temporales por encima de 8 metros, y algunos incluso por encima de los 10 metros. Pero si tenemos en cuenta los diferentes temporales que se dieron en un periodo tan reducido de tiempo, un invierno con esos niveles de energía, lo normal es que se produzca una vez cada 50 años», explica.
Publicidad
Es por ello que aquel 2014 supuso un antes y un después para la investigación del impacto en costa a nivel europeo. Desde entonces, señala Liria, se han desarrollado varios proyectos centrados no solo en medir el oleaje y sus características, sino en entender qué daños van a producirse con cada temporal. «Ahora tenemos mejores baremos y sistemas de observación a través de videometría, que se realizan conjuntamente con Euskalmet para la Dirección de Atención de Emergencias del Gobierno Vasco.
Estos sistemas, son cámaras con un punto de vista fijo y unas lentes calibradas «que permiten referenciar las imágenes que se obtienen». Están instalados en zonas estratégicas de la costa guipuzcoana, como el Paseo de Salamanca de Donostia, el malecón de Zarautz o el dique de Bermeo, y les permite hacer un seguimiento del nivel de impacto de cada ola que llega a la costa, así como «validar las previsiones y mejorar los sistemas de alerta temprana que se basan en simulaciones numéricas. Es decir, hay mayor capacidad de estimar o anticiparse a los daños y saber qué tipo de daños va a haber.
Publicidad
«Tras aquel temporal, se desarrollaron medidores para estimar y anticiparse mejor a los daños»
Pedro Liria
Investigador en Azti
Aquel invierno de hace una década, la concentración de borrascas provocó que «las infraestructuras de la costa ya estuvieran debilitadas para cuando llegó el tiro de gracia», indica Margarita Martín. En este sentido, el investigador de Azti añade que las obras de protección de la costa «se diseñan con una vida útil. Son suficientes durante un periodo de tiempo, pero se van desgastando y hay que renovarlas».
Es el caso del Paseo Nuevo donostiarra «que tiene que renovarse cada cierto tiempo y por eso siempre está nuevo», ejemplifica la meteoróloga. Pero también el de otras estructuras que a raíz de aquel gran temporal se construyeron para tratar de diluir futuros embates del mar. La ampliación de la escollera del paseo de Salamanca, que tuvo un coste de 2,6 millones de euros, es un ejemplo de ello. Se colocaron mil bloques de 30 toneladas cada uno en una especie de saliente hacia el mar en forma de 'talón' para tratar de alejar de la costa el impacto de las olas.
Publicidad
Ambos expertos coinciden en que la prevención y la precaución son la mejor herramienta para 'combatir' los embates del mar. Por ello Liria aboga por «seguir entendiendo mejor los procesos que producen daños, retirando elementos que sabes que van a ser dañados en un temporal y, sobre todo, no diseñando estructuras donde no deberían estar». Y añade Martín: «Estas cosas son las que tienen que saber los habitantes de la costa y los que diseñan las infraestructas de la costa. Esto existe y no hay nada ni nadie que pueda parar la fuerza del mar», concluye la meteoróloga.
Créditos
-
Narrativa y diseño Izania Ollo
-
Fotografías Lobo Altuna, De la Hera, Salegi y Elena Viñas
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión