La aceleración nos prometió la recompensa de gozar de más tiempo libre. Sin embargo, en estos tiempos veloces, nos faltan horas. No hemos acelerado los ... procesos para ganar minutos sino para hacer más cosas. Y no necesariamente provechosas.
Hasta hace poco, la vida era lineal, como la carrera que se celebra hoy. Una salida, una meta y un recorrido a completar entre ambos puntos. Introducción, nudo y desenlace. Como en una carrera universitaria de 4 años, como en una carrera profesional de cuatro décadas.
Hoy, ya no vivimos tiempos acelerados sino dispersos. Es cierto que el tiempo pasa más rápido pero no porque corramos más deprisa sino porque empezamos más tareas al mismo tiempo. Acciones cada vez más breves e inconexas. Avanzamos sin una meta, muy ajetreados, pero sin saber muy bien hacia dónde. Saltamos de una actividad a otra. Encadenamos sucesos pero no los finalizamos. Corremos sin rumbo o éste cambia cada poco tiempo. No hay normas que rijan nuestro tiempo ni muros que lo separen. Teletrabajamos mientras vemos una serie. Hacemos la compra online desde la oficina. Nos desahogamos en twitter esperando en la consulta del médico. Emprendemos muchas cosas fugaces, efímeras, inconsistentes.
Nunca me gustó correr. Pero envidio de la Behobia-San Sebastián sus instrucciones tan claras. Una salida, una meta y, entre ambas, un intervalo en el que no pensar en nada más que vigilar el ritmo, cuidar la respiración, dar una zancada y después la siguiente.
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