Cientos de jóvenes de Gipuzkoa cruzan la muga para vacunarse sin esperas ni límite de edad

Se trata, sobre todo, de «personas jóvenes, menores de 35, aunque la mayoría no llega a los 30 años», comentaba el viernes a DV una de las personas que atiende en el centro de vacunación de Biarritz, y que se mostraba sorprendida, porque «en Francia son justamente los jóvenes los que no quieren vacunarse». De hecho, señalaba que este es el motivo por el que el país galo parece tener un excedente de dosis. Entre «un 25 y un 30% de la población francesa ha rechazado vacunarse».

Hace algo más de un mes que el boca a boca empezó a expandir por Gipuzkoa la idea de que era posible inocularse en el país vecino sin esperas ni restricciones de grupos de edad, con la posibilidad de reservar la fecha para la segunda dosis y de manera totalmente gratuita.

Para muchos incrédulos, parecía demasiado fácil y bonito para ser cierto. Otros, incluso dudaban de su legalidad, pero desde hace unas semanas, aquel rumor ha pasado a convertirse en un secreto a voces, si bien es cierto que en algunos centros como en el de Hendaia o el hospital de Baiona, no han permitido la vacunación gratuita de ciudadanos que no tuvieran la residencia en Francia.

No es el caso de Biarritz. «Cada vez vienen más personas de España, incluso desde Madrid», comenta otra mujer encargada de los registros. «En este centro vacunamos a unas 600 personas al día, y diría que el 10% vienen del otro lado de la muga», comentaban entre varios compañeros. Es decir, 60 personas diarias y solo en las instalaciones biarrotas, que si bien son las de mayor tamaño de Iparralde -tiene 19 cabinas de vacunación- aún habría que sumar los guipuzcoanos que han acudido a otras localidades cercanas, en las que sí les han autorizado la vacunación, como es el caso también de Hossegor.

El vacunódromo habilitado en Biarritz está situado en la Sala de exposiciones Iraty. Predomina el francés, pero se cuela el castellano con relativa normalidad. Una de las dudas que es común a los que llegan desde este lado de la muga es cómo acreditar que ya se ha recibido la vacuna, pero la incógnita queda despejada cuando uno de los administrativos galos entrega antes de abandonar el edificio un documento oficial, que certifica haber sido inoculado, con qué formula, con cuántas dosis, el médico que les ha atendido y el brazo en el que se ha inyectado la pauta.

Uno de los guipuzcoanos que el viernes reparó por allí es Javi. «Me enteré de esta opción por la novia de mi hermano. Me pareció buena idea por si surge algún viaje este verano y para proteger a mis padres, que son perfil de riesgo», cuenta este donostiarra de 25 años, que estima que de lo contrario en Gipuzkoa no se vacunaría hasta «agosto o septiembre». «La verdad es que cada vez conocemos a más gente que está viniendo», comentaban él y su hermana, que había ido a acompañarle, pero una vez allí «he preguntado si podía vacunarme ahora y no me han puesto ninguna pega», decía asombrada por el buen trato recibido.

Mientras estos hermanos esperaban los quince minutos de rigor tras recibir la pauta, entraba en la sala otra cuadrilla de seis donostiarras de 20 años. Tres de ellas eran Elsa, Paula y Gala, y estaban «emocionadas». «Ayer mismo -por el jueves- cogimos la cita», comentaban antes de entrar a la cabina. «Pensábamos que los franceses nos iban a mirar mal, pero todo lo contrario, están siendo súper amables».

El motivo del cruce de frontera en su caso es similar al de los hermanos. «Llega el verano y queremos estar tranquilas, porque para cuando nos toque a nosotras será otoño, y volveremos a estar con clases». A lo que una cuarta amiga añadía el factor de la «tranquilidad». «Llevo un año súper agobiada para no contagiar a mi familia y no contagiarme yo. Sé que es difícil que tenga un cuadro grave, pero se han dado casos de fatiga crónica, por ejemplo, y no quiero pasar por eso».

Otro de los motivos por los que se está recurriendo a la vacunación en el país vecino es por viajes de ocio o de estudios previstos. Como el caso de una joven de 26 años que se desplazó con su padre desde Madrid expresamente para este fin y evitar así la cuarentena de quince días que le exige EE UU, donde empieza un máster en el mes de agosto.

También es la situación de otro donostiarra, Gonzalo. «Mi hijo vendrá a estudiar francés en verano y prefiero que esté vacunado», comentaba su madre, Sofía, que señala que «EE UU lleva vacunando a quien quiera desde hace meses. Es lo más inteligente. Lo importante es frenar el bicho y cuantos más inmunizados seamos, mejor, también para fomentar un turismo limpio. Además está muy bien organizado».

La forma de concertar una cita es sencilla. Solo hace falta descargarse la app 'Doctorlib' en el móvil o poner en el buscador del ordenador la misma palabra para que nos redireccione a la página web. La única exigencia es que el usuario debe registrarse. Una vez iniciada la sesión, se clica en el apartado 'Vacunación', en la pestaña 'Pedir hora', y se abre una nueva ventana en la que el usuario debe especificar la ubicación que más le conviene, si bien es cierto, que no en todos los centros ponen las mismas facilidades. «Fuimos ayer a Baiona y nos dijeron que al no tener residencia en Francia no nos podían vacunar de forma gratuita», indicaban los errenteriarras Nerea y Pablo.

Al avanzar con la reserva, una nueva ventana pide que se identifique el grupo de edad al que se pertenece -mayor de 55; mayores de 18, o entre 12 y 17-, así como la hora y lugar. Antes de finalizar la reserva, se coge la cita para la segunda dosis, en el plazo que precise cada fórmula.

«Cada vez viene más y más gente, pero nos da lo mismo a quién vacunar, lo importante es terminar con la pandemia cuanto antes», concluían los trabajadores del centro de Biarritz.