Una vecina de Ordizia muestra su pasaporte covid, plastificado para llevar en la cartera. Michelena

Perdidos en la obtención del pase covid

Brecha digital. La vía online para sacarse el pasaporte covid excluye a la población mayor que no se maneja con internet. Voluntarios en Gipuzkoa ayudan en el trámite

Martes, 14 de diciembre 2021, 06:36

Es cierto que sacarse el pasaporte covid es muy sencillo... para el que sabe manejarse en internet, ¿pero y los que no?», lanza José Luis ... Grijalba, miembro de Izarbide, una asociación que intenta acercar el mundo de las nuevas tecnologías entre los más mayores.

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Las personas que no están acostumbradas a utilizar el ordenador están tirando estos días de familiares, piden favores a conocidos, o dejan directamente pasar el trámite ahora que tan solo el certificado covid es obligatorio en restaurantes de más de 50 comensales y locales nocturnos, dos ámbitos en los que los mayores afectados por la brecha digital no se prodigan habitualmente, comenta Grijlaba. Sin embargo, el anuncio –a la espera del aval judicial– de que este requisito se exigirá en más sectores, como en visitas a residencias, hospitales, bares o eventos deportivos, ha despertado mayor interés por sacarse el pase. El pasaporte covid solo se consigue a través de la página web de Osakidetza, no lo facilitan en los ambulatorios y la única referencia para obtenerlo de manera física es la oficina de atención a la ciudadanía Zuzenean donde hay que coger cita previa, «y rara vez cogen el teléfono», dicen personas afectadas. Resultado: muchos mayores andan estos días nerviosos por obtener el certificado.

Ante este panorama Izarbide ha puesto en marcha su maquinaria y en las últimas semanas se dedican a sacar pasaportes covid a las personas mayores en los centros de jubilados. «Nos preguntaba mucha gente cómo se hacía, totalmente perdidos para conseguir un documento que es ya obligatorio para ciertas cosas y que lo va a ser más», apunta Grijalba. «No todo el mundo dispone de alguien cerca para que les haga las gestiones. A eso hay que añadirle que la mayoría de nuestros mayores o tienen móviles solo para llamar o justo se manejan para enviar un whatsapp a un familiar, poco más».

Javier Barandiaran es uno de los voluntarios de Izarbide que desde hace dos semanas saca una media de medio centenar de pasaportes covid en el centro de mayores Zuhaisti de Ordizia. El boca a oreja ha hecho que cada día tengan más trabajo. «Al principio me acercaba a conocidos, algunos de más de 80 años y les preguntaba si alguien les había dado el pase; si no lo tenían, les hacía venir a la oficina para conseguir el suyo», explica voluntarioso. Por la sala preparada para obtener el certificado covid impreso pasa gente mayor de todo tipo. «Personas solas, viudas, o personas cuyos hijos viven lejos y les da vergüenza pedir otro favor más a conocidos», cuenta Barandiaran. «Hay un sector de población que no se maneja en ese mundo online». Y la cita previa con Zuzenean a través de la web da ahora plazo para dos semanas.

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«El móvil de sus hijos»

Javier y su compañero Ignacio García tienen todo organizado en Zuhaisti. «Tienen que traer la tarjeta de Osakidetza y el DNI, algunos no saben ni qué es el número TIS (el que aparece en la tarjeta sanitaria). Metemos todos los datos en el ordenador y viene la segunda parte, el mensaje de confirmación –un mensaje SMS en el móvil–», dice con medio sorna. «La mayoría acaba dándonos su teléfono para que nos arreglemos nosotros porque lo del SMS no lo controlan, o hablamos con sus hijos porque el teléfono vinculado es el de ellos», explica.

Ordizia. En el centro Zuhaisti, Javier e Ignacio ayudan a los mayores a tramitar online el pasaporte covid. Michelena

Tras imprimir el documento, «lo convertimos en un carné algo más grande que el de identidad, porque si no, los lectores no cogen el código QR. Para los que se arreglan con el móvil se lo mandamos también al whatsapp. Hacemos un servicio completo», bromea. Cuando acaba todo el proceso, «que si hay tiempo intentamos que comprendan», salen del centro de mayores, «felices y agradecidos, lo llevan en su cartera como un pequeño tesoro».

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Javier e Ignacio echarán una mano «hasta que haga falta». Están jubilados y saben que en los próximos días estarán atareados.

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