Condenan a dos alumnos de un instituto de Gipuzkoa por acosar a una compañera que sufrió ataques de pánico

Un juzgado de San Sebastián ha condenado a dos jóvenes estudiantes de un instituto de una localidad guipuzcoana por acosar a otra alumna, a la que le hicieron la vida imposible y a la que dirigían constantes insultos y la sometían a un trato vejatorio, a la vez que era objeto de múltiples desprecios. Los dos investigados, mayores de edad, actuaron en compañía de una menor que se halla investigada en otro procedimiento en la jurisdicción de menores. Como consecuencia de esta situación, la víctima sufrió ataques de pánico y depresión.

Los hechos, según se recoge en la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal número 2 de Donostia, tuvieron lugar en el curso escolar 2016. Los acusados, un chico y una chica, -él de 22 años y ella de 18- junto con la menor, acosaron a otra alumna del mismo centro. La resolución precisa que los investigados proferían a la víctima insultos tales como «foca» y «búfalo», al tiempo que le dirigían expresiones como «qué penita das», «qué asco me das, me quiero tirar por la ventana». Todo ello, junto a expresiones vejatorias y «burlas relativas a su peso con una alta frecuencia», según se indica en la resolución, dictada por el titular del juzgado, el magistrado Santiago Romero.

La sentencia efectúa un relato pormenorizado de las diferentes situaciones de bulliyng que los encausados protagonizaron. Detalla que desde el inicio del curso, los dos estudiantes comenzaron a difundir rumores sobre la joven acosada, lo que hizo que el resto del alumnado comenzara a «dejar de lado» a la víctima.

Dos meses después del inicio del curso, la joven investigada y la menor edad también implicada, remitieron a la acosada a través de la red social Instagram una foto en la que ambos aparecían haciendo un gesto con el dedo corazón levantado, a la que acompañaba la frase «pena, penita que das». En aquellas mismas fechas, los tres acosadores enviaron a la chica textos a través de la aplicación ASK.FM en los que le preguntaban «¿cuántos kilos pesas?, ¿crees que tu novio te quiere» o «¿sabes que se lió conmigo». También le preguntaron por la forma en la que mantenía relaciones sexuales y también sobre la medida de su cintura, a la vez le hacían saber que les daba vergüenza saludarle si la veían por la calle. Todo ello, salpicado con expresiones como «foca» ó «búfalo».

El último de los episodios que el magistrado relata en la sentencia aconteció el 1 de diciembre de 2016. Aquel día, el acusado de 22 años se dirigió en la voz alta a la menor implicada a la que preguntó: «¿Hay morsas o no hay morsas?», una frase que fue escuchada por la víctima que en aquel momento de hallaba sentada al lado.

La resolución judicial precisa que todos estos hechos produjeron en la víctima una situación de estrés que «ha repercutido negativamente en su desarrollo. «Ha estado sufriendo ataques de pánico, ha tenido que tomar Diazepan a diario para poder dormir, se encuentra deprimida y sin ganas de ir a clase», según la sentencia.

De acuerdo al informe que fue redactado por los forenses, debido a la situación de acoso, la joven presenta un trastorno adaptativo con ansiedad «fundamentalmente de carácter leve», situación que repercute en su vida diaria, sobre todo a nivel escolar. En este sentido, detecta «una falta de motivación para acudir a clase, malestar y dificultad para concentrarse». Dicho trastorno, según se indica en el texto judicial, ha necesitado de un seguimiento por parte del centro de salud mental, donde le fue prescrita una medicación ansiolítica e hipnótica.

Por estos hechos, los dos estudiantes acusados han sido condenados a una multa de 540 euros cada uno como responsables de un delito de coacciones. Además, los encausados junto con la fundación de padres y madres del centro escolar, deberá indemnizar conjuntamente a la víctima con 3.000 euros por los daños morales que sufrió la alumna. La sentencia se ha dictado de conformidad entre las partes y es firme.