Sin cierres pero con prudencia

El 85% de la población guipuzcoana aún permanecía confinada en su localidad cuando a medianoche del sábado decaía el cierre perimetral, de forma que ayer pudieron volver a moverse con libertad por dentro y fuera del territorio pese a encontrarse muchos de ellos en zona roja. El viernes 24 localidades de más de 5.000 habitantes superaban la tasa de incidencia de 400 casos por cada 100.000 habitantes. Quizá por este motivo la prudencia y la preocupación se imponían en muchos casos a la alegría por el fin de las restricciones. Sobre todo en localidades costeras, que aguardan con recelo la posible 'invasión' de visitantes. La inquietud también se palpa en Beasain, ya que los dos próximos fines de semana coincidirían con sus Loinatz Jaiak, y no quieren repetir las imágenes 'festivas' del año pasado. La primera noche sin toque de queda dejó incidentes en algunas localidades como Eibar con quema de contenedores, mientras en otras se recibió con cohetes.

Entre la cautela y la esperanza de la recuperación han recibido los hosteleros y comerciantes iruneses el fin del estado de alarma. Dos horas más en la franja de la tarde-noche suponen un alivio en la facturación, mientras el fin del cierre perimetral abre la puerta al regreso de clientes de Oarsoaldea, Navarra e Iparralde.

Miguel Soto, propietario del Café Roma, de la plaza José Ramón Aguirreche, en pleno centro comercial y hostelero, celebraba «con todas las cautelas» el nuevo horario de apertura. «Siendo consciente de los niveles de contagio que hay, creo que esas dos horas no eran de especial relevancia, por el tipo de cliente que se mueve, que no es comparable con el de la noche. Es gente que sale de trabajar y se toma una caña. De seis a ocho, estoy haciendo el 70% de la facturación del día y esas dos horas más van a ser vitales. También es vital la apertura perimetral, porque hasta ahora estábamos cerrados a los clientes de Iparralde, Oarsoldea y Navarra».

«Esos clientes son muy importantes para nosotros, los necesitamos porque está todo muy parado, así que estamos con precaución, pero con ilusión», añadía Amagoia Izeta, propietaria de la boutique Urritz, vecina del Café Roma.

Más preocupada se mostraba la farmacéutica María Eugenia Berroa, tanto por el comportamiento de los adultos como de los jóvenes. «Veo en las terrazas a gente fumando y con la mascarilla bajada todo el tiempo. Me parece terrorífico que la gente no se conciencie del peligro tan grande que tenemos. Yo pediría más vigilancia policial y, a los padres, que sujeten a sus hijos».

Hernani ha llegado a la finalización del estado de alarma en una situación todavía complicada. El último dato que se tiene, el hecho público el viernes, así lo atestigua: 665 casos por cada 100.000 habitantes. Eso sí, ha bajado algo con respecto a los que se habían dado en días anteriores. Ello hace que los hernaniarras se mostraran ayer ilusionados pero también precavidos con el regreso a esta nueva normalidad. «La verdad es que ya nos hacía falta a todos recuperar una cierta libertad. La pandemia se está haciendo muy larga y la sensación de agobio ha sido grande». Son palabras de Antonio, un asiduo de la céntrica Plaza Berri. Era de la misma opinión José, pero matizaba. «Yo personalmente habría preferido que hubieran seguido las medidas algo más de tiempo, un mes más. Con ello habría avanzado la vacunación y habríamos llegado mejor al verano. Con los números que tenemos, da un poco de miedo». Lo que sí ha dejado claro este pasado fin de semana es que Hernani tenía ganas de disfrutar de una mayor relajación. El ambiente fue muy bueno, con mucha gente en la calle.

El levantamiento de las medidas ha generado opiniones dispares entre los tolosarras. Algunos jóvenes lanzaron cohetes a las 12 de la noche para festejarlo y un sanitario de la localidad advertía: «ojalá que alguno de ellos no tenga que pasar por la UCI». Pablo, por su parte, comentaba: «Parte de mi familia está en Donostia y llevamos varios meses sin poder ir. Teníamos que haber tenido más flexibilidad, porque la situación tampoco ha mejorado cerrándonos. Hemos estado encerrados en nuestros pueblos y la realidad es que solo ha servido para que la gente se desanime más». Ana Mari, durante el desayuno en una terraza , expresaba su preocupación. «Sigo teniendo mis dudas. Por un lado, estaba deseando poder salir de Tolosa y moverme mínimamente, pero todavía no gozamos de buenos datos y pienso que igual es demasiado pronto para quitar las restricciones».

San Juan, el distrito más turístico de Pasaia, recibe el fin del estado de alarma con recelo. «Hoy el tiempo no acompaña y no se está notando que ya hay más movilidad, pero a partir de ahora, en cuanto haga buen tiempo, el pueblo se llenará de gente los fines de semana», augura Mila Goikoetxea, responsable de un comercio en pleno corazón del casco antiguo. Confiesa que el hecho de que buena parte de las restricciones ya no estén en vigor «da miedo». «No sabemos qué pasará, pero seguro que recibimos muchos visitantes. La parte buena es que aumentarán las ventas en mi tienda. Los últimos quince días he notado un bajón muy grande», señala.

Otros vecinos de la plaza Santiago miran a la motora, su particular 'termómetro' para medir el turismo. «No hay cola porque no hace bueno. La tarde del sábado, sin embargo, esto parecía una playa, con montones de personas tomando el sol en bañador. En cuanto salga el sol, esas escenas se repetirán con gente de otros pueblos», manifiestan.

Karmele también teme que en cuanto el tiempo acompañe, «empiece a venir mucha gente a pasear sin mascarilla, como suelen hacer, y se creen tapones en la calle, sobre todo, en algunas zonas». A su juicio, la apertura de la movilidad llega «demasiado pronto».

El primer día sin estado de alarma tuvo un amanecer precioso, pero pronto obligó a echar mano del paraguas, lo que quizá echó para atrás las ansias y «ganas de salir del municipio» de muchos beasaindarras, reconocían unos madrugadores paseantes para quienes la apertura tenía que haberse realizado «de forma más escalonada». Y eso que en las últimas semanas los datos han mejorado de forma notable en la localidad. «Pero no en todos los sitios». Lo cierto es que se notaba menos gente en la calle. Hubo quien tomó rumbo a sus segundas residencias en la costa o la cercana Rioja. Para otros fue el día del «reencuentro con los nietos» que residen en Donostia. «Vamos por la tarde», decían dos beasaindarras que ya piensan «en viajar algo».

Son muchos los vecinos de Arrasate que han acogido el final del estado de alarma con dudas sobre lo que sucederá en los próximos días. En las terrazas el tema era más que recurrente ayer: «Tenemos que tener mucha calma de momento -afirmaba un joven que tomaba un café en compañía de sus amigos-. Aún hay muchas dudas con lo que va a pasar y, aunque todos teníamos muchas ganas de liberarnos de las restricciones, debemos actuar con responsabilidad para que la situación no se descontrole estos días». La tasa de incidencia el viernes en Arrasate era de 584,19. Por ello, muchos vecinos afirmaban que seguirán manteniendo las precauciones: «Hay que seguir guardando la debida distancia y mirando por nuestra salud y la de nuestros amigos y familiares. Aunque muchas de las normas hayan desaparecido, el virus sigue estando entre nosotros y debemos seguir teniendo mucho cuidado», subrayaban.

El extaxista eibarrés Michel Fernández 'Micheloto' afronta el fin del estado de alarma «con tranquilidad» esperando recuperar espacios para «poder descansar, salir fuera, y vivir una mejor jubilación que hasta en el último año no he podido disfrutar». No obstante, mostraba su pena porque «desde el minuto uno se ha visto mucho incivismo en Eibar. Gritos, ruido, quema de contenedores...». Tras la primera noche sin restricciones, la suciedad era patente en determinadas zonas de la ciudad. «Con el estado de alarma no había tantos envases de plástico y residuos». Por ello, hacía un llamamiento al «cumplimiento de las normas porque lo conseguido no se puede venir abajo por unos irresponsables».

La desaparición del toque de queda pero, sobre todo, del cierre perimetral ha creado inquietud en buena parte de los vecinos de Zarautz. «Yo hubiera alargado el cierre por lo menos hasta finales de este mes, porque ya sabemos lo ocurrido tras la Semana Santa», señalaba ayer un zarauztarra, haciendo referencia a las altas tasas de incidencia a las que llegó la localidad en abril, superando los 1.200 casos. «Ahora que los contagios van a menos y, con el tiempo y esfuerzo que nos está costando, asusta un poco lo que pueda generar la nueva situación. Zarautz es un lugar atractivo, mucha gente tiene segunda vivienda, y el virus sigue ahí, lo tenemos que tener claro. Para controlarlo habría sido mejor esperar algunas semanas más». Aunque también hay opiniones e intereses diferentes a la hora de evaluar el fin de algunas de las restricciones. «Siendo prudentes y responsables no veo ningún problema para la apertura», opinaba un hostelero del malecón.

Xanti Lazkano y su mujer, Mila Odriozola, ya jubilados, salieron ayer como cada día a disfrutar de su paseo matutino. «Lo cierto es que personalmente no me afecta mucho» este cambio de situación en el día a día, decía Xanti. «Además, estoy vacunado», añadía con cierto alivio. Sin embargo, es consciente de lo que supone el fin del estado de alarma y cree que «necesitábamos algo más de tiempo dentro de las restricciones para notar una mejoría». Debido a ello, señala que «es hora de actuar con responsabilidad» aunque entiende que la situación de los jóvenes, sobre todo, «no es fácil».

Tenemos que tener sentido común», decía ayer Josetxo Comontes. «Lo que ha pasado esta noche con los chavales saliendo a la calle es una vergüenza. Eso no puede ser». El zumarragarra es consciente de que «la gente está cansada, pero es un tema muy serio y hay que respetar». Él hubiese apostado por «alargar un poco el estado de alarma. Todos estamos deseando salir, pero la situación es muy preocupante. Hay que respetar», insistió.