El difícil acceso a una vivienda eleva un 31% las personas en la calle atendidas por Cáritas
Una muestra de 2.889 familias con problemas de vivienda que atiende la entidad en Gipuzkoa revela que el 68% carece de contrato de alquiler a pesar de pagar por su alojamiento
La dificultad de acceder a una vivienda, si bien es «una preocupación social general», resulta más acuciante en el caso de las personas en riesgo ... o situación de exclusión social siendo el «principal problema al que se enfrentan», según alertan desde Caritas Gipuzkoa, que ha registrado un incremento de un 31% este último año de las personas en situación de calle, sobre todo jóvenes migrantes de entre 18 y 44 años. Fruto de esta «preocupación», la entidad guipuzcoana (que destinó 890.000 euros a vivienda en 2023) ha iniciado un análisis más exhaustivo del impacto que provoca la falta de un techo en la vida de las personas y familias que atiende. Para ello ha tomado una muestra de 2.889 hogares en Gipuzkoa con problemas de vivienda, esto es, que «viven en chabolas, furgonetas, tiendas de campaña...» y en estos cinco primeros meses de análisis –de enero a mayo de 2024– se desprende que un 17% de los hogares (en su mayoría unipersonales) no dispone de ningún tipo de alojamiento; el 21% carece de padrón; el 68% que están empadronados en su residencia habitual y pagan por su alojamiento no tiene contrato de alquiler y en un tercio de estos, hay menores de edad. «No tener contrato de alquiler o padrón son elementos de exclusión social, ya que son necesarios para acceder a derechos básicos como la educación, la asistencia sanitaria o el sistema de protección social en general. También nos preocupa el 34% de hogares empadronados sin contrato en los que hay menores de edad. Incluso hemos constatado la presencia de este tipo de familias en situación de calle».
Estas realidades se visibilizaron ayer durante una rueda de prensa que ofreció Cáritas Gipuzkoa en Donostia para presentar los datos de la memoria de 2023. En el acto comparecieron el obispo de San Sebastián, Fernando Prado, acompañado por José Ramón Aramendi, director de Cáritas Gipuzkoa; José Emilio Lafuente, secretario general; y Kontxi Elexpe, administradora, que reclamaron a las instituciones una «mayor comprensión y flexibilidad», al tiempo que proponen «facilitar el acceso al padrón social o solidario en aquellos casos en los que no exista la posibilidad de empadronarse en la residencia habitual».
Según detalló su director, José Ramón Aramendi, «tenemos un problema de vivienda claro en Gipuzkoa, más la mafia y la picaresca que puede haber. En algunos casos se pide hasta 50 euros más de renta por el padrón. Es dramático que una persona no tenga el empadronamiento para, por ejemplo, acceder a las ayudas sociales. En otros casos no hay contratos...hay situaciones muy duras».
Más jóvenes
El director de Cáritas Gipuzkoa también subrayó el incremento que se está produciendo de personas sin hogar, que son cada vez más jóvenes. Durante el último año atendieron a 897 personas en situación de calle, en su mayoría migrantes y por debajo de los 44 años, lo que supone un aumento del 31% respecto al año anterior. En cuanto al perfil, «si antes eran personas más cronificadas, con problemas de consumos y problemas de salud mental, ahora aunque ese colectivo sigue existiendo, son jóvenes, migrantes, muy jovencitos, entre 18 y 23 años, que vienen sin nada. Algunos están aquí de paso, en proceso migratorio y otros van a acabar estando con nosotros, por lo que es importante articular medidas preventivas porque son chavales que no tienen hábitos de calle y que normalmente no suelen estar vinculados todavía con consumos», añade. La dificultad de acceso a la vivienda por el alto precio de los alquileres y habitaciones o los requisitos de acceso, la imposibilidad de obtener el empadronamiento o un contrato de arrendamiento están detrás de estas situaciones de exclusión complejas por lo que «todas las medidas preventivas serán positivas de cara a los procesos de estos chavales».
En su conjunto, Cáritas Gipuzkoa atendió el último año a un total de 16.571 personas y 6.317 hogares en el territorio, cifras que suponen una ligera reducción respecto al año 2022 (-3,7%) pero que «impactan», ya que «sigue habiendo datos de mucha pobreza en Gipuzkoa», según destacó el obispo Fernando Prado. En Euskadi, fueron 42.241 personas beneficiadas.
El origen, la edad y el género son variables que «arrastran a las personas hacia la pobreza y la exclusión y el perfil no ha variado demasiado respecto a los últimos años», según detallaron. Así, la mayoría de las personas atendidas son migrantes (el 86%, 4 puntos más que el año pasado y 15 más que hace 5 años), una realidad que se explica por «las políticas migratorias restrictivas y el difícil acceso a servicios públicos esenciales además de por la falta de una red de apoyo, como amigos o familia cercana».
En cuanto al género, la pobreza sigue teniendo rostro de mujer. Son ellas quienes representan el 55% de las atenciones frente al 45% de los hombres y por edades, «preocupa» que el perfil de quienes tocan las puertas de Cáritas Gipuzkoa sea «cada vez más joven». De hecho, el 77% de las personas tienen menos de 44 años, esto es 3 de cada 4 y casi 7 de cada 10 hogares atendidos tienen miembros menores de edad. «Este es un indicador que nos preocupa por el peso que puede llegar a tener la pobreza y la exclusión en la proyección de futuro de esos hogares», explicó Lafuente, que reclamó la necesidad de articular políticas que aseguren un futuro digno y hagan frente a la herencia de la pobreza.
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