«Hacía tanto calor que no salí de casa»
Vecinos de Alegia soportaron durante unas horas la temperatura más alta en un núcleo urbano | Los residentes combatieron el golpede calor como mejor pudieron y sobre todocon una buena dosisde sentido común
javier peñalba
Viernes, 28 de junio 2019, 05:55
Sentado en uno de los bancos de piedra de la plaza, frente al Ayuntamiento de Alegia, Emilio Venegas da un sorbo a un botellín ... de agua. «¿No queríamos verano?, pues toma, ya lo tenemos», afirma este vecino de la localidad de Tolosaldea que el miércoles se convirtió durante unas horas en la sartén de Gipuzkoa. Los 39,2 grados medidos en la estación que tiene Euskalmet en el municipio le convirtieron en el núcleo urbano del territorio que soportó la temperatura más alta. «Lo cierto es que el calor apretó y mucho», reconoce ante su hija y su biznieto.
Los vecinos de esta población de algo más de 1.700 habitantes aguantaron los elevados registros como mejor pudieron y sobre todo con una buena dosis de sentido común. «Me quedé toda la tarde en casa, sin salir, el calor era insoportable», explica José Ignacio Iglesias, empleado municipal que tanto barre las calles, como saca un silbato del bolsillo para regular el tráfico en los cruces conflictivos del casco urbano o traslada unos documentos de uno a otro lado de la localidad. «Tuve la suerte de que durante mi jornada laboral, que fue por la mañana, no hizo tanto calor y, por lo tanto, me desenvolví bastante bien; no pasé mayores agobios. Pero a las dos y media de la tarde, cuando fiché para irme a casa, en la calle casi no se podía aguantar», afirma. José Ignacio reconoce que no tuvo el valor suficiente para salir a la calle por la tarde. «Con casi cuarenta grados, ¿adónde vas a ir? Como en casa no se estaba en ningún otro lugar», dice.
Ainhoa, una joven vecina también del municipio y que recientemente ha sido madre, era de la misma opinión. «El niño tiene apenas tres meses. Por la mañana pude salir a dar un paseo. Estuvimos en una esquina de la plaza, a la sombra. Todavía las temperaturas no habían subido mucho y se estaba bastante bien».
Con el paso de las horas y el mercurio en clara trayectoria ascendente, la canícula lógicamente solo podía ir a más. «Por la tarde, decidí que lo mejor que podía hacer era no salir. El calor era muy intenso y el niño es todavía muy pequeño para exponerle a la alta temperatura que había en la calle».
En la Haur Eskola, con media docena de niños a su cargo, se vieron asimismo en la necesidad de adoptar medidas para paliar los efectos del calor. Esti, su responsable, montó una pequeña piscina en el exterior. Allí, los pequeños se refrescaron y además se divirtieron. «Algo había que hacer ante aquella situación. Luego, les dimos de comer, echaron la siesta y a las cuatro de la tarde cuando los padres vinieron a recogerlos, nos dijeron que vaya temperatura más buena que teníamos dentro, que en la calle casi no se podía ni estar».
Con todo cerrado
El bar de los jubilados fue otro de los escenarios donde se estaba a buen resguardo. Mari Jose Leunda, que regenta el negocio, hizo lo contrario de lo que habitualmente acostumbra a hacer. «Lo normal para mí es abrir puertas y ventanas y dejar que el aire corra por el bar. Pero el miércoles cerré todo y eché hasta las cortinas. Era lo único que se podía hacer».
Aunque podría parecer que una jornada así incrementara las ventas de un establecimiento como el suyo, no fue así. «No vendí más; diría incluso que por debajo de un día normal. Y no lo hice porque salió menos gente a la calle. Entre los que se quedaron en casa y los que se fueron a la playa o las piscinas de Tolosa, el pueblo estaba más vacío que otros días» indica Mari José.
Entre quienes optaron por 'huir' de aquel 'horno' en busca de alivio en piscinas de localidades cercanas se encontraban varias componentes de una cuadrilla de adolescentes alegiarras. Lorea, Anne, Maddi, Malen, Bruna... se desplazaron a las piletas municipales de Ormaiztegi. «Allí también hacía calor, pero prácticamente no salimos del agua. Lo pasamos bien. Al atardecer, cuando regresamos a casa, todavía la temperatura era muy elevada», recuerda Lorea.
El termómetro de la farmacia
Con semejante día, el termómetro digital situado en el exterior de la farmacia Arratibel, en el chaflán de la calle San Juan, en el corazón de Alegia, fue toda una atracción. Muchos vecinos acudieron de forma expresa a ver sus registros. «Desconozco cuál fue la temperatura más elevada que se midió, pero ciertamente fueron numerosos los que vinieron a ver cuánto marcaba. ¡La cantidad de comentarios que genera este termómetro! Si faltase, no sé de qué iba a hablar la gente», afirman desde el despacho farmacéutico.
Ayer también hizo calor en Alegia, pero menos que la víspera. La máxima fue de 32,5 grados, según la medición efectuada por Euskalmet. Los registros más altos esta vez se obtuvieron en las cuencas altas del Deba y Urola. En Aretxabaleta se midieron 37,8º y en Azpeitia registraron 37,5º. En el resto del territorio se superaron los treinta grados, incluso en la costa. En el observatorio de Igeldo la máxima fue de 34,5 grados y en Zumaia se dieron 26,3º. Los valores más altos se dieron por la tarde, aunque, como sucedió el miércoles, la entrada de una galerna a última hora mitigó el bochorno en la costa.
Si la jornada de ayer fue calurosa, la noche fue también cálida en algunas comarcas. En Lazkao, a las 24 horas del miércoles había nada menos que 32 grados. Con el avance de la madrugada, el mercurio fue bajando, aunque a las 6 de la mañana todavía marcaba 23º. En otras localidades del territorio, la llegada de aire fresco desde el mar, tras la galerna de última hora del mismo miércoles, hizo que la noche fuera más soportable, con mínimas que se situaron por debajo de 20 grados.
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