«Lo dejo tras 23 años, ya no puedo más»
Bares y restaurantes de Donostia bajan de nuevo la persiana. Muchos volverán a abrir «a duras penas» cuando se lo permitan, otros se ven abocados a cerrar ya para siempre
pablo sáenz san juan
Viernes, 29 de enero 2021, 06:19
«Después de 23 años, lo dejo. Cierra, luego abre, ahora vuelve a cerrar...». Enrique Gómez, hostelero del Bar Jamix, en la plaza Nafarroa Behera ... del barrio de Gros de San Sebastián, ya no puede más. Cierra el negocio en el que lleva 23 años trabajando. Esta última estocada que obliga desde hoy a cerrar toda la hostelería de la capital guipuzcoana ha rematado su bolsillo y su ilusión por mantenerse a flote. Ayer pasó toda la mañana organizando y cargando el género en cajas para llevárselo. No volverá a llenar la barra de pintxos ni a reponer las neveras. Las cámaras frigoríficas estaban apagadas ya. Echa el cierre definitivo. «No puedo pagar el alquiler con tantos meses de cierre. He aguantado haciendo pinitos pero llega un momento en el que no puedo continuar ni económicamente ni mentalmente», lamenta.
A Gómez le duele cerrar el bar que ha sido su vida más de dos décadas. Tras esa barra hay muchas historias, recuerdos y horas de trabajo. «Me jode porque dejo mucho esfuerzo atrás. He vivido muchas cosas en este bar. Mi hermano falleció aquí mismo», evoca. Trabajó junto a él desde el día en el que alquilaron el local y, mano a mano, sacaron adelante el negocio hasta ganarse la confianza de los vecinos y hacerse con clientes habituales.
El donostiarra siente que con todas las adaptaciones que ha tenido que llevar a cabo para cumplir las medidas de seguridad y los continuos cierres, está tras la barra «para nada». No deja de ver cómo las pérdidas van creciendo y «las ayudas no llegan». «Recibí 400 euros que no me llegan ni para pagar las facturas», denuncia. Por lo que se ve abocado a cerrar, dice «emocionado». Sus clientes le dicen que no se vaya, «que aguante hasta verano». Pero Enrique no puede más. «La propietaria del bar ya está informada, he hablado esta misma mañana con ella. Entiende mi decisión», informa.
Las ayudas tampoco llegan al Bar David, en la calle Rentería. «Llevamos un año escuchando en la televisión que nos van a ayudar. Pero no hemos recibido ni una», denuncia Mehmet Bayrakdar que, junto con su socio, lleva dos años levantando la persiana de su pequeño local cada día. «Agur, Mehmet. Mucho ánimo. Que sea leve y a ver si podemos volver pronto», se despide una clienta que sale del bar. El hostelero explica que es un local de confianza, conocen a sus clientes y respetan el aforo. «Todas las mañanas viene un señor de 92 años, se sienta en su mesa y se marcha al mediodía», explica Bayrakdar. «Si ese señor, que viene a diario, está bien a día de hoy es porque aquí se respetan las normas», asegura.
Los responsables del Bar David pidieron ayudas al Gobierno Vasco y siete meses después se las denegaron. «Dicen que no existe ningún bar en nuestra ubicación. Es tan fácil como venir, darse un paseo y comprobarlo. Eso sí, para cobrar las facturas e impuestos, el bar sí existe», denuncia. Mehmet, de origen turco, asegura que tanto él como su socio llevan meses «sin recibir un duro». Y se pregunta con ironía: «¿Hay que ser vasco con nombre y apellido para que te den ayudas?». Aún y todo, Mehmet mantiene la esperanza. Confía en que la pandemia «terminará algún día» y, por eso, no echa el cierre definitivo.
Generaciones
Pedro Pandiello, dueño del Bar Txartela, en la calle Bermingham, también está preocupado por su hija. «Yo ya tengo una edad, pero mi hija ¿qué hace?», se pregunta con temor. El Bar Txartela es un local familiar que sale adelante con el trabajo «de los de casa» y este veterano hostelero no duda al asegurar que «será difícil mantenerlo mucho tiempo» si continúan los cierres. Porque no solo conllevan el gasto de facturas y el alquiler de los locales, además, supone desperdiciar todo el género que no se puede congelar. «Es la tercera vez que tenemos que tirar a la basura comida fresca», lamenta Pandiello. «Todos estos pintxos que no se consuman, van a la basura».
La opción del 'take away' es la salvación para el bar Alabama Bistro, en el Txofre. Este local de cocina fusión peruana podrá seguir abierto sirviendo a domicilio: «Es la cuarta vez que cerramos», lamenta Isabel Aranda. Abrió su negocio en noviembre de 2019 con dos compañeros y en apenas un año de vida, han cerrado cinco meses, tres por decreto y dos por contagios. Pese a todo, gracias al servicio 'take away' Aranda y sus dos compañeros se mantienen a flote, aunque «a duras penas».
Concentración hoy en Donostia para pedir indemnizaciones
«No compartimos pero acatamos» los cierres en zona roja, pero «no es de recibo que el Gobierno Vasco quiera incumplir sus propias reglas» y «nos amenace con cambiar la hora de cierre a las 18 o las 19». Los hosteleros volverán hoy a mediodía a concentrarse delante de la sede del Gobierno Vasco en Donostia para exigir una «mesa de trabajo y menos burocracia» para cobrar las «indemnizaciones» para salvar sus negocios y miles de puestos de trabajo. Defienden que «siempre» han cumplido las normas sanitarias, pero denuncian las «improvisaciones». Han constituido GOS, una red de hosteleros de toda Gipuzkoa para sumar fuerzas y coordinarse.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión