«Cuando estás atrapada en una relación de abuso no encuentras salida, es una tela de araña»
La Fiscalía solicita 21 años y medio de prisión para un hombre por varios delitos en el ámbito de la violencia de género, pero éste niega los hechos
Donostia
Lunes, 29 de septiembre 2025
«Eres mía, que te quede claro», «muerta de hambre», «a la mínima que te miren voy a saltar, como tenga que abrir en canal ... a alguien lo voy a hacer» o «vas a conseguir que haga una puta locura». Así se dirigía, según los mensajes de WhatsApp aportados por la acusación, un hombre hacia su pareja durante una relación que él describe como «muy tóxica». La Fiscalía pide para el acusado más de 21 años de cárcel por delitos de maltrato habitual en el ámbito de la violencia de género, coacciones, injurias, vejaciones, amenazas, hostigamiento y un delito continuado de violación.
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La vista oral, que se está celebrando en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, arrancó ayer con la primera sesión y continuará hoy. Las declaraciones del procesado y la víctima protagonizaron la vista de ayer. Tras desestimarse una petición de nulidad por irregularidades en la fase pericial, el denunciado respondió a las preguntas de las partes. Aludido por el ministerio fiscal, el denunciado admitió haber proferido insultos a la que es ya su expareja, aunque recalcó que «ella también lo hacía». Describió su relación con la presunta víctima como «muy tóxica» y expresó que era «un toma y daca» en el que «ella también me faltaba al respeto».
Con respecto a las agresiones o los forcejeos, el encausado negó por completo los cargos que se le atribuyen. «No, nunca jamás la he agredido ni la he empujado». En este sentido, también declaró que las acusaciones de agresión sexual son falsas. «No la he obligado a tener relaciones nunca, juro que todas han sido consentidas».
En el interrogatorio formulado por la acusación, el letrado enumeró la lista de insultos y amenazas proferidos por parte del acusado mediante mensajes de WhatsApp, llegando a «los 186 en 40 días». Entre ellos, «muerta de hambre», «puta vieja», «ya sabes lo que hay si te veo con alguien», «no te va a tocar nadie porque mato» o «voy a salir a buscarte y como te vea, te doy dos hostias». El equipo de la acusación presentó numerosas capturas de pantalla de las conversaciones entre la víctima y el procesado.
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Por su parte y a preguntas del letrado de la defensa, el acusado hizo referencia a los «cerca de 1.200 mensajes borrados» de la víctima, presuntamente también de carácter ofensivo. «Yo no he borrado nada pero ella sí, y eran todo insultos y amenazas. Me llamaba 'hijo de puta', 'infértil' o 'subnormal', entre otras cosas». Añadió que su expareja ejercía «un control total» sobre él. «Accedía a mi móvil y miraba si tenía conversaciones con otras mujeres. Era una relación muy tóxica».
Una vez concluida su intervención, el encausado pasó a otra sala para seguir la declaración de la denunciante. A preguntas de la Fiscalía, la víctima relató detalladamente cómo el acusado, supuestamente, la controlaba «constantemente» durante su relación. «Estuvimos juntos desde 2015 hasta 2019. El control era constante y fue incrementándose, cada dos por tres me llamaba o me escribía. Era una situación exagerada». También apuntó que «no sé cómo, pero siempre conseguía encontrarme». Se refirió a su expareja como una persona de «carácter fuerte, pierde los papeles muy rápido y tiene que estar 'fumado' para ser una persona normal».
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«Me tapaba los moratones»
Según su narración, «las discusiones y los empujones eran habituales», y subrayó que «me tapaba los moratones que me causaba porque no quería mostrar la verdad a mi familia». En relación a esto, afirmó que «cuando estás atrapada en una relación de abuso no encuentras salida, es una tela de araña». El procesado profería presuntamente expresiones ofensivas como «puta» o «comepollas», y llegó incluso a desearle la muerte en uno de los mensajes, escribiendo «a ver si te mueres y voy a tu entierro».
Visiblemente afectada, destacó que vivía «una tensión constante». Mencionó hasta «seis agresiones sexuales, algunas con penetración y todas sin mi consentimiento» y otros ataques como «tortazos en la cabeza, empujones o una vez que entró a mi casa rompiendo la ventana de la terraza», a la que «se puede acceder desde la calle».
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