«La aprobación de la ley supuso un gran alivio, pero aún queda por hacer»
Joxean Zapirain y Joaquín Garrido fueron de las primeras parejas vascas en unirse en matrimonio, en septiembre de 2005
Recuerdan que fue algo «muy improvisado». Unas horas antes de que Joxean Zapirain y Joaquín Garrido fuesen a casarse llamaron a unos amigos. '¿Estáis disponibles ... para ser testigos?' Les preguntaron. Ellos accedieron y se celebró el enlace entre esta pareja después de 38 años de relación y muchas «vicisitudes» en el camino.
Era septiembre de 2005, dos meses después de legalizarse las uniones civiles entre personas del mismo sexo, y la expectación era máxima fuera de los juzgados de San Sebastián, donde contrajeron matrimonio. Pero para esta pareja este trámite significaba mucho más que estampar su firma en un papel. Estaban festejando mucho más. «Para nosotros, que aprobaran esa ley suponía un gran descanso, el final de un largo camino. Habíamos vivido tantas circunstancias kafkianas los años anteriores que en realidad lo que estábamos celebrando era sobre todo la tranquilidad que nos daba, de cara a las administraciones públicas o a efectos de fallecimiento de uno de nosotros o a nivel de herencias y todo ese tipo de cosas. Supuso un gran alivio».
Con la aprobación de la ley, hace 20 años «también estábamos festejando la alegría que supuso para el colectivo el constatar que la sociedad civil estaba mucho más avanzada que las propias instituciones políticas o administrativas, y que habían acogido el cambio legislativo con optimismo y con la alegría compartida. Sentíamos en todo momento que la sociedad mayoritariamente respaldaba ese cambio. La sociedad asimiló con una absoluta normalidad nuestros modelos de familia. Aquel día salimos a la calle por los distintos barrios de San Sebastián y la gente nos acogía con aplausos y ovaciones», expresa.
Hasta entonces, fueron momentos «de mucha angustia» esperando una ley que tardó «demasiado» en llegar. «Recuerdo algún debate en la televisión pública en el que se nos comparaba con animales y toda una serie de discursos que, aunque hoy parecen ridículos, en ese momento formaban parte de una ofensiva mediática muy importante», reprocha.
«Ese día también estábamos festejando la alegría que supuso constatar que la sociedad respaldaba el cambio»
En su día a día, las «discriminaciones podían ser varias» al otro lado del mostrador, como «llegar a un hotel y al ver que éramos dos hombres los que habíamos reservado una habitación llamar a la policía». Por eso tanta celebración nunca parece demasiada.
El colectivo, que mañana celebra el Día del Orgullo, se siente más respaldado por la sociedad pero, según denuncia Zapirain, «a día de hoy todavía estamos asistiendo a discursos similares de odio, de discriminación hacia personas como las mujeres trans u otros colectivos, personas no binarias que en este momento lo tienen mucho más difícil que las lesbianas, los gais y los bisexuales y que son cuestionados sistemáticamente y cuyos derechos pueden peligrar», lo que significa que «aún queda muchísimo por hacer».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.