El amor no entiende de edades
En el día más especial para los enamorados, dos parejas de diferentes generaciones hablan del secreto del amor: «Cuidarlo cada día y respetarse el uno al otro»
»El amor es la más fuerte de las pasiones, porque ataca al mismo tiempo a la cabeza, al cuerpo y al corazón». Esta frase ... de Voltaire viene como anillo al dedo este martes, Día de San Valentín. Aunque para algunos se trata de un invento comercial, todos los enamorados serán más felices si ponen en práctica esta recomendación de Octavio Paz: «Un mundo nace cuando dos se besan». Ante una jornada tan especial, dos parejas de diferentes generaciones hablan para DV del secreto del amor y de sus experiencias como pareja.
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Jorge del Barrio y Ana González | Donostia, 25 años AÑOS
Nos mandamos mensajes de buenas noches todos los días»
Jorge del Barrio se sonroja cada vez que habla de su novia, Ana, y sus palabras están llenas de ternura cuando la describe. Esta pareja de donostiarras, de 25 años, se conocen «de toda la vida». «Fuimos al cole juntos, desde los cuatro años, y empezamos a salir con 17 años. Al principio no nos gustábamos pero al terminar la ESO nos hicimos mejores amigos. Nos fuimos gustando cada vez más pero yo tenía miedo de que me rechazara, porque de hecho le gustaba un amigo mío. Pero al final me lancé y nos liamos», cuenta Jorge.
Desde entonces han pasado 8 años y esperan «poder envejecer juntos. Ojalá». «Porque Ana es el amor de mi vida», dice sin poder remediar que está «muerto de la vergüenza».
La primera cita fue un día de verano en un parque «cerca de la casa donde vive Ana. Estuvimos súper a gusto. Tenía unos nervios... pero fue todo súper bien. Empezamos a salir formalmente unos meses más tarde, el 10 de diciembre, y a partir de ese día todo ha ido rodado», afirma este joven.
Cuando se le pide que describa a su 'Julieta' enseguida empieza a disparar flores. «Me lo paso superbién con ella, me hace reír mucho, es muy detallista, generosa... es como mi mejor amiga».
Aunque dicen los expertos que la fase de enamoramiento dura entre seis meses y dos años, estos jóvenes desafían a cualquier estadística cuando se trata del corazón y después de casi una década juntos, siguen sintiendo esas mariposas en el estómago que para ellos no tienen fecha de caducidad. Porque a pesar de verse a diario y de compartir su rutina «yo sigo sintiendo lo mismo que al principio cuando empezamos a salir. Sigue el enamoramiento, nos mandamos mensajes de buenas noches todos los días. No me canso de estar con ella».
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La distancia pudo haber hecho añicos la relación, pero no fue su caso. «Yo me fui un tiempo de Erasmus y reconozco que costó estar separados pero seguimos adelante», comenta este vecino de Astigarraga, que a pesar de declarar su amor en estas páginas no le va demasiado «el rollo romántico del Día de San Valentín» y toda la parafernalia que rodea a esta fecha. «No somos de celebrarlo mucho, sí que solemos tener pequeños detalles como bombones o flores pero nada más que eso». Porque aunque suene a tópico, el amor se demuestra «cada día».
¿Sus planes de futuro? «Nos queremos ir a vivir juntos, espero que sea pronto, y casarnos», sueñan.
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Alberto Novas y Toñi Pavón | Hernani. 67 y 77 años
«Seguimos más enamorados que nunca tras 36 años»
En el amor no hay reglas escritas. Al menos que se lo digan Toñi Pavón, que disfrutaba de la vida de soltera sin ninguna intención de emparejarse hasta que conoció a Alberto. «Yo no quería novio, ni casarme, tenía varios pretendientes pero me divertía mucho con mis amigas, de vacaciones, tenía mi negocio... pero se cruzó este hombre y me conquistó. Y cambié de idea», cuenta esta mujer de 77 años y vecina de Hernani.
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Desde que se conocieron hace 36 años siguen regalándose miradas como si fueran dos adolescentes. «Seguimos más enamorados que antes. Mientras más le voy conociendo más me gusta», expresa convencida de que el amor hay que regarlo día a día y que la comunicación es la clave de las parejas eternas, la ecuación amorosa con la que Toñi y Alberto, que se llevan diez años entre sí, siguen tan prendados como el día que se conocieron.
Fue en la discoteca Gwendolyne -después Zona Límite- de Irun. «Antes se salía por la tarde, quedábamos a las cinco y hasta las diez que cerraban. Yo estaba con cuatro amigas, empezamos a hablar y, claro, me eligió a mí», bromea. Su gran sentido del humor es lo que convenció a Alberto para no soltarla nunca. «Es muy divertida y muy buena persona», añade tímido. Ella le responde con los mismos halagos: «Siempre está pendiente de mí, es muy detallista».
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Ambos recuerdan con detalle su primera cita: cine y palomitas, un clásico. «Fuimos a ver la película 'El último emperador' en los cines Savoy en el barrio de Gros, que cerraron». Él iba con «guapísimo, con un pantalón azul marino y una camisa de manga corta». Ella, con un vestido de flores. «Cuando terminó la peli, me llevó a casa y nos dimos nuestro primer beso. Como era ya tarde y mis padres no me dejaban entrar en casa a esas horas, me tuve que ir a casa de mi hermana a dormir, y eso que tenía ya 41 años», cuenta.
Después de 10 años de noviazgo y viviendo cada uno en su casa, llegó el momento de dar un paso más en la relación, para la sorpresa de esta mujer. «Fuimos a casa de mis padres un día, de visita sin más, y de repente les suelta Alberto: 'Su hija y yo nos queremos casar'. Vamos que estaba pidiendo mi mano y yo me enteré ahí mismo, estaba alucinando, no tenía ni idea de eso». Y la respuesta fue: 'Sí, quiero'.
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Se casaron un 6 de mayo de 1995 en Hernani y desde entonces no se han soltado de la mano. No suelen celebrar San Valentín, aunque «Alberto siempre me regala algún detallito, un ramo de rosas, que sabe que me gustan».
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