Inés Soria, Iñaki Subijana, María Aragón, Lourdes Lorente y Nacho Martínez, ayer en Tabakalera. Lobo Altuna

Una alternativa a los procesos jurídicos convencionales «desde la escucha»

Los expertos coinciden en que el sistema judicial tiene «margen de mejora desde la acogida de la víctima a la información que se le da»

O. O. G.

San Sebastián.

Jueves, 30 de octubre 2025, 01:00

Escucha, escucha y escucha. Fue el término más repetido ayer por los expertos juristas que analizaron las características de la justicia restaurativa durante la ... segunda de las dos mesas redondas del VI Foro Jurídico de Gipuzkoa. Todas las personas intervinientes resaltaron las virtudes de esta «alternativa» para, desde la empatía y el respeto, y desde sus tres modalidades –medidas de mediación, conferencias o círculos– resolver algunos de los conflictos penales que llegan a los juzgados. Es una fórmula que el Gobierno Vasco está tratando de impulsar, en un contexto en el que los tribunales vascos están saturados de expedientes judiciales de todo tipo.

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Bajo la moderación de Inés Soria, magistrada y asesora de Instituciones Penitenciarias, intervinieron Iñaki Subijana, presidente del TSJPV; María Aragón, abogada y vicedecana del Ilustre Colegio de Abogados de Gipuzkoa; Nacho Martínez, coordinador del Servicio de Justicia Restaurativa del Gobierno Vasco; y Lourdes Lorente, coordinadora del Servicio de Atención a las Víctimas del Gobierno Vasco.

Como abogada, María Aragón aterrizó la justicia restaurativa al terreno de juego de una manera «muy general» pero también muy gráfica. «En un proceso penal, el abogado quiere que su cliente gane y el otro, por tanto, pierda. Y para ello, tomamos unas decisiones y unas estrategias. El resultado es cero o cien, absolución o condena. Pero en la justicia restaurativa, el objetivo es escuchar y ser escuchado, sin juegos ni estrategias. Víctima y victimario se ven como seres humanos; el abogado adopta un papel más pasivo y el juez también actúa diferente, al derivar el caso y abrir un proceso de comunicación».

Esa comunicación y ese espacio de escucha «no se da en el proceso penal tradicional porque no está pensado para ello», observó Subijana, que resaltó la idea de que «la justicia restaurativa construye sobre lo construido. Por tanto, desde el reconocimiento del valor que tiene la justicia adversarial, la tradicional, la que conocemos como justicia de adversarios, de personas que mantienen posiciones distintas». Y añadió que «a partir de este suelo alto» la restaurativa «ofrece ese espacio para la escucha» que no se da en la tradicional, que está «diseñado para construir pruebas», unas pruebas que «en definitiva, son un cuestionamiento de lo que alguien dice», ya sea la víctima o el victimario». Subijana reiteró que el sistema judicial tradicional «tenía aspectos que mejorar porque no está pensado para la escucha».

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Por su parte, Lourdes Lorente planteó la conveniencia de «construir espacios de seguridad para la persona que ha sufrido el daño, y también para la parte victimaria obviamente. Pero partiendo de la base de que cualquiera nos podemos convertir en víctima en cualquier momento». También puso en valor el diálogo impulsado desde la justicia restaurativa –que aborda sobre todo delitos leves y menos leves– porque «todas las personas somos nosotras con nuestras circunstancias y momentos», de modo que «cualquier delito a una persona le va a afectar como solamente le va a afectar a ella. Y hay que entenderla». Y en esa labor de ponerse en el lugar del otro, Nacho Montero destacó el papel del facilitador, que no es solo propiciar un acuerdo, sino generar ese espacio de escucha: acompañar a las personas implicadas y analizar sus necesidades y responsabilidades».

Aragón relató algún caso que ha vivido, como un conflicto vecinal larvado durante años que acabó en una bronca y una denuncia por amenazas. «Las dos partes comprendieron al otro, y se acabaron los conflictos».

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