«Más allá del conflicto laboral, hay que dignificar la atención a los mayores»
Familiares de usuarios exigen más personal y abrir un debate de fondo sobre el modelo: «No podemos aceptar que se les trate como cosas y no como personas»
a. a.
Miércoles, 30 de octubre 2019, 06:19
La preocupación de los familiares de personas ingresadas en residencias de mayores en Gipuzkoa trasciende la huelga. Por supuesto, quieren que el conflicto se solucione ... y exigen a la Diputación que ponga todo de su parte para que patronales y sindicatos lleguen a un entendimiento que permita firmar un convenio sectorial y se logre la paz laboral. Pero «más allá de resolver la huelga», piden abrir un debate de fondo sobre el modelo en los centros. «Hay que dignificar la atención a los mayores», reclamaban ayer las personas concentradas frente al Palacio foral en Donostia, convocados por Gipuzkoako Senideak.
La asociación ha nacido al calor de la huelga y del impacto de los paros en el servicio que se presta en las residencias a sus allegados. Las «quejas», sin embargo, venían de atrás y al principio creyeron que se trataba de problemas relacionados con un caso en particular o derivados de las complicaciones de la enfermedad del usuario. «Pero nos fuimos dando cuenta de que se repetían y se repetían no solo en un centro».
«Falta personal», resume Marga Álvarez, cuyo marido, Javier, de 75 años, lleva uno ingresado en la residencia Atsokabar de Lasarte-Oria. El hombre se jubiló con 58 años, «un mes de noviembre», recuerda, y en diciembre el alzhéimer ya empezó a asomar en sus vidas. Ahora ya no se vale por sí solo.
Marga no entiende de ratios, dice, pero sí de lo que ve cada día que va a visitar a su marido. «Se nota en las horas de las comidas. Por ejemplo, terminan de desayunar a las once u once y media, y para las doce ya les están llevando a comer. Con las meriendas, lo mismo. Terminan a las seis y a las siete ya empiezan con las cenas». En su caso, añade, los problemas se han acentuado con el cambio de empresa al frente del centro. «Hay dos auxiliares por la tarde para toda la planta. Son personas muy dependientes. Y tras una queja, han reforzado con una persona más a la hora de acostarles». También cuenta que «a veces les dejan en la cama tras la siesta hasta el día siguiente», para evitar movilizaciones que requieren más personal. «A mi marido se lo han hecho una vez. Pero no habrá más, porque no lo voy a permitir». No echa la culpa a las auxiliares, sino a sus responsables. «Es que no llegan, no dan abasto».
Juan Merchán corrobora la denuncia de Marga. «Tiene razón en todo». Él tiene en la misma residencia a su madre, de 95 años. Lleva año y medio ingresada y hasta entonces ha vivido junto a él. «Que refuercen la atención», pide más escueto en palabras.
«Aparcados frente a la tele»
«Ellos han hecho todo por nosotros y nosotros haremos todo por ellos», se promete Silvia Piqué, que tiene a su padre y a una tía en la residencia Lamorous de Donostia. «La atención ya es de mínimos sin huelga. Con los paros, es el mínimo del mínimo», remarca. Habla del «estrés» que les supone a los mayores un ambiente laboral enrarecido en las residencias y coincide con el resto en reclamar más personal. Y de que son ellos, los familiares, los que van cubriendo las carencias, «derivadas de un mal planteamiento por parte de la Diputación y ejecutado con celo por las empresas explotadoras», lo que hace que se minimice el bochornoso resultado que nosotros como familiares vemos a diario en los centros».
Bea también habla de lo intangible. «Puede parecer un asunto banal, pero la televisión es un elemento central en las residencias. Les apalancan ahí, por eso decimos que el problema es estructural, que hay que dignificar ese final de la vida». Ella tiene a su madre en Txara I, en Donostia, y defiende al personal. «Se están dejando la piel para que la huelga afecte lo mínimo posible a los residentes, pero es que en el día a día ya existe un gran déficit». La huelga se está dejando sentir en «más incertidumbre y más estrés para ellos. He visto llorar a mi madre preguntándome cuándo se termina la huelga. Es muy difícil de gestionar para ellos». También se queja de la «mala calidad de la comida», y dice que suele llevarle ella a su madre platos cocinados, «porque si no, no come». «De verdad -concluye-, ¿esta es la dignidad que les ofrecen?».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión