El segundo de los cadáveres estaba atrapado debajo de la avioneta
Técnicos de la Comisión de investigación de Accidentes se personaron en el escenario y efectuaron la primera inspección
El día amaneció también ayer con nubes en el Hernio. Eran las 8.00 horas. A un grado bajo cero con las campas heladas, la ... actividad era intensa en la zona de las bordas de Zelatun, a 841 metros de altitud. Bomberos, Er-tzaintza, miembros de la Unidad Canina de la Policía vasca... todos ultimaban los preparativos para dar comienzo a la búsqueda y rescate de los dos ocupantes de la avioneta que la víspera se estrelló contra la cumbre del monte. El personal de salvamento ya tenía localizado a uno de los pasajeros. Lo encontró a las pocas horas del siniestro, aunque no pudo ser rescatado hasta ayer. Pero faltaba por certificar si en la aeronave iba un segundo tripulante.
David John Hockings y Simon Moores, británicos; el primero originario del condado de Kent; el segundo, de East Sussex. Son las dos víctimas. En el momento del suceso se dirigían a Hondarribia, donde tenían previsto efectuar una escala en su vuelo de regreso a Gran Bretaña tras su estancia en Portugal por cuestiones de negocios. Ambos eran socios de una empresa aeronáutica.
El aparato se estrelló a una altitud de 975 metros, cuando apenas le restaban unos minutos para iniciar la aproximación al aeródromo hondarribiarra. El impacto contra una pared rocosa del macizo, tras el que la nave se incendió, fue escuchado por el vecino de Errezil Juan María Eizmendi que desde su caserío alertó al alguacil de la localidad, quien, a su vez, trasladó las sospechas del baserritarra al Centro de Coordinación de Emergencia.
Dos horas y media más tarde, los equipos de salvamento de los bomberos forales y la Ertzaintza que habían sido movilizados localizaron el cuerpo sin vida de uno de los ocupantes. Del otro, sin embargo, no había rastro alguno, lo que en aquellos instantes hizo pensar que la única víctima hallada pudiera haber emprendido sola el viaje. Sin embargo, esta sospecha se vino abajo cuando la esposa de uno de ellos contactó a última hora de la noche con la Policía vasca para confirmar que el pasaje estaba compuesto por dos personas y que ambas eran de nacionalidad británica. El mismo familiar proporcionó sus identidades.
Con esta información, el personal de rescate partió ayer con dos objetivos: evacuar el cadáver ya localizado y buscar al desaparecido. Este último fue hallado en torno a las diez y media de la mañana, a unos cien metros de distancia del otro.
Fuentes consultadas indicaron que el cuerpo se hallaba atrapado por el motor de la avioneta. Su rescate no resultó nada fácil. Incluso se barajó la posibilidad de que el aparato siniestrado fuese izado por el helicóptero de la Ertzaintza para así liberar al tripulante. No obstante, la operación no fue necesaria, ya que finalmente el personal de rescate se valió por sí mismo para recuperar el cuerpo.
Con los cadáveres localizados, los especialistas en montaña procedieron a su traslado hasta las campas de Zelatun, donde aguardaban dos médicos forenses del Instituto vasco de Medicina Legal de Donostia que llevaron a cabo un primer reconocimiento de las víctimas, antes de que fueran trasladadas al Servicio de Patología, donde hoy por la mañana se les practicará la autopsia.
Miembros de la Policía Científica de la Ertzaintza también se personaron en el lugar y tomaron muestras y otras evidencias que serán remitidas a la autoridad judicial de Azpeitia que instruye el siniestro.
Dos técnicos del Ciaiac
Dos expertos de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (Ciaiac) se personaron asimismo a primera hora de la tarde en el escenario del suceso. Fuentes consultadas indicaron que efectuaron un primer reconocimiento visual. Los integrantes de esta unidad, perteneciente al Ministerio de Fomento, se encargan de realizar la investigación de todos los accidentes e incidentes de aviación civil que se registran en el Estado.
El difícil acceso a la zona podría demorar su labor investigadora y en este sentido no se descarta incluso que los restos tengan que ser retirados de la zona para ser examinados. A partir de ahora, les corresponde a ellos determinar si el percance fue consecuencia de un error humano o técnico, o bien pudieron concurrir ambos factores. Lo único que se conoce de momento es que a la hora del impacto el cresterío del monte Hernio permanecía cubierto por la niebla. Aun cuando fuentes del Reino Unido indican que el piloto era una persona experimentada, expertos en aviación comercial consultados indicaron que «tanto ingleses como franceses están habituados a pilotar de forma visual. Es decir, tienen que ver el terreno», aseguran. En este sentido, precisan que la niebla bien pudo haber provocado la «desorientación espacial del piloto», lo que habría llevado a impactar contra el terreno.
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