«Estamos volviendo vaga a la memoria»

Los casos del padre y la cuñada de Jon fueron especialmente dramáticos. El primero fue diagnosticado a los 70 años, pero el deterioro de la enfermedad fue fulminante y falleció en poco más de un año. La segunda desarrolló la enfermedad muy joven, a los 50 años, y cinco después también perdió la vida.

Reconoce que desde entonces tomó conciencia y trata de trabajar su cerebro. «Te da que pensar, y en los últimos años he tratado de ejercitar mi memoria al máximo», afirma. Su 'técnica' pasa por evitar las calculadoras si puede utilizar el cálculo mental y no recurrir a buscadores de internet ante cualquier duda. «Tengo grandes debates con la gente que todo lo consulta en internet. Somos cada vez más vagos, y estamos volviendo vaga a la memoria», dice con rotundidad.

Maider reconoce que ella es la primera que acude al móvil «por ejemplo cuando no me acuerdo del nombre de una calle. Sé que si lo pensara unos minutos lo sacaría, pero lo que hacemos todos es mirar en el mapa y punto».

Otra de las técnicas que utiliza Jon es además solidaria, ya que contribuye a que sus amigos también hagan un ejercicio memorístico. Cada viernes se juntan para lo que llaman 'La cena del bocadillo'. «Yo aprovecho para sacar temás de historia, que permitan crear un debate sobre fechas, nombres, frases... El último tema que saqué fue la revolución cubana». Y al primero que saca el móvil, Jon se lo quita de las manos.

Jon reconoce que también ha tratado de inculcar esta costumbre en sus tres hijos y en los alumnos a los que dio clase cuando era profesor. «Internet es una herramienta fundamental, pero hay que saber utilizarla. La mente es lo más preciado que tenemos». «Tienes razón», le reconoce Maider, «aunque luego puede que el que más ejercite su cerebro acabe padeciendo alzhéimer, siempre va a ser mejor que trabajemos en la prevención».

Sensibilizar al entorno

Iñaki coincide con ambos en que es importante concienciar a la sociedad sobre la prevención en el alzhéimer, pero que lo es más aún hacerlo con el entorno más cercano del enfermo. «Habría que conseguir sensibilizar a las personas que están alrededor del que lo sufre, no solo familiares, si no gente que convive con ellos en el día a día», señala. Cree que sería adecuado que estos tuvieran «unas pautas para que puedan hacer más fácil la vida del enfermo, porque al final es una persona que en poco tiempo se convierte en un niño pequeño».