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Eitqueta del champán Mons

Mons, el champán donostiarra más universal

Un edificio del barrio de Gros albergó a principios del siglo XX una firma de bebidas presente en los menús más elitistas y en los banquetes de las casas reales

antton iparraguirre

Viernes, 30 de septiembre 2016, 06:29

"Los edificios, también, son hijos de la tierra y el sol", escribió el estadounidense Frank Lloyd Wright, uno de los principales maestros de la ... arquitectura del siglo XX. Por eso, no es de extrañar que se produzcan polémicas cuando se plantea 'borrar del mapa' de una ciudad un inmueble histórico y emblemático. En los últimos meses se ha abierto un intenso debate en San Sebastián relacionado con la casa situada en el número 19 de la calle Miracruz, y que albergó hace cien años una historia poco conocida que merece ser rescatada.

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El edificio fue diseñado en 1888 por el arquitecto Adolfo Morales de los Ríos, aunque en 1918 fue desvirtuado por un proyecto del que se desconoce el autor. Desde entonces se alza imponente en la esquina de las calles Miracruz y Gloria, desafiando a diario a un incesante ir y venir de vehículos. Del inmueble destacan su torreta-chaflán, un chapitel y las fachadas laterales de ladrillo rojo. Ahora se quiere demoler para construir en la parcela un edificio moderno con forma de barco -por eso los promotores han llamado inicialmente al proyecto Olatua- que albergaría 25 nuevas viviendas. Los detractores de la entrada de las impacables excavadoras en el solar alegan motivos históricos y sentimentales para que el inmueble varíe los menos posible en su estética exterior.

Todo comenzó en 1910

Pase lo que pase al final, lo cierto es que la desaparición de un edificio, sea lujoso o modesto, viejo o nuevo, deja un vacío que solo puede ser cubierto por el recuerdo colectivo de lo que fue. Y sobre esto último, y también relacionado con la tierra y el sol, es de justicia rememorar que el inmueble número 19 de la calle Miracruz albergó hace cien años un amplio local que dio fama universal al solar. Ahora en sus bajos hay silenciosos y sellados comercios, pero a principios del siglo XX había un centro de distribución de un champán que alcanzó tal prestigio internacional que se vendía en todo el mundo y lo degustaban las casas reales europeas, incluida la zarista de Rusia.

Hay que remontarse hasta 1910 para conocer el origen de tan exquisito caldo. Manuel de Cuervas Mons creó ese año un negocio al que puso un nombre no muy original, la verdad: Casa Mons. Su principal actividad era la comercialización a nivel nacional e internacional de un champán al que 'casualmente' denominó, asimismo, con su segundo apellido. El caldo era elaborado en los extensos viñedos que la familia tenía en la localidad francesa de Eparney, una comuna francesa en el Departamento francés de Marne y la región Champaña-Ardenas, mundialmente conocida desde hace siglos por sus bebidas.

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"Aquí no fabricamos. Esto es solo un centro para la exportación. Donde más vendemos es en Inglaterra y Rusia. España es también un gran mercado para nosotros. Buena muestra de ello es que tenemos aquí (por el local del edificio de la calle Miracruz) un depósito con más de dos millones de botellas". Esto es lo que declaró en 1913 a lo largo de una entrevista a un diario el fundador de la Casa Mons.

A buen seguro que tal ingente cantidad de envases y su etiquetado y embalaje haría necesaria la contratación de decenas de personas, por lo que en los bajos del edificio de la calle Miracruz habría una frenética actividad que se contagiaría al resto del barrio de Gros, en el que abundaban los negocios de todo tipo y condición.

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La empresa Casa Mons estaba tan convencida de la singular calidad de su internacional champán que incluso llegó a ofrecer hasta 500 francos por botella si se demostraba que en él existía algo que no fuese producto de la uva. Era también hijo de la tierra y el sol.

La destilería Henri Garnier

En 1913 la Casa Mons dio un golpe de efecto que tuvo amplia repercusión mediática y económica en su tiempo, y que le permitió ampliar aún más a nivel internacional los tentáculos de su negocio en la comercialización del champán y de otros licores. Adquirió la que ya era reconocida destilería Henri Garnier y Cia.. Ésta fue fundada en 1892 en Pasaia por François Garnier, quien construyó en 1899 una planta en la destilería de Errenteria llamada antes 'La Margarita'. La firma elaboraba sobre todo un coñac añejo que logró un renombre que enseguida traspasó las fronteras guipuzcoanas, al igual que un bitter que era tan bueno que durante años en Sudamérica no pararon de falsificarla, según los diarios de la época. Además, los anuncios de esos años destacaban su Cognac, "extra y fino champagne"; Kinardoa, "aperitivo de vino de quina"; Anís del Cantábrico, "el más refrescante"; Licororo, "el mejor digestivo", y la sidra-champagne Koshkero, que era producida para la exportación también en la bodega de la calle Miracruz.

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La destilería Henri Garnier ya era proveedora de casas reales, por lo que la compra permitió a la Casa Mons acceder a los menús de las monarquías europeas y convertirse en uno de los principales rivales de la ya archiconocida marca de champán Moêt Chandon, junto al que se degustaba en los comedores aristocráticos, los grandes hoteles y los banquetes de casas reales.

La Casa Mons supo promocionar muy bien sus productos, aunque la base de su éxito estaba también, según los críticos de la época, en que supo aplicar la tecnología más vanguardista y utilizaba productos de una gran "selección y pureza" que lograban un "bouquet y un sabor deliciosos". Sus productos aparecía asiduamente en periódicos a través de originales anuncios publicitarios, carteles y calendarios que constituyen verdaderas obras de arte. .

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Manuel de Cuervas Mons justificó, en la entrevista ya mencionada, la adquisición de la destilería Henri Garnier. Subrayaba que tenía "unas existencias de cognacs muy añejo y ser una marca muy acreditada en el mercado". Añadía que otra razón era su bitter. "Es de fama mundial y la Casa Garnier es la única que lo fabrica en todo el País vasco. Y lo recalco porque en América del Sur han surgido un sin fin de marcas de bitter y todas dicen de ser de por aquí, cuando somos los únicos que los producimos", remarcaba el magnante donostiarra de las bebidas en la entrevista.

El declive

Tanto la Casa Mons como Henri Garnier recibieron muchos premios a principios del siglo XX, uno de ellos en la Exposición Mundial de Londres.

El declive de la Casa Mons llegó como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. En la cruenta contienda se libraron batallas importantes en los viñedos que poseía la firma en la localidad francesa de Eparney. Fue el principio de un triste final de un champán donostiarra que llegó a ser universal.

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Que la demolición del edificio de la calle Miracruz no 'borre' esta historia que es, también, hija de la tierra y el sol, al tener como germen floreciente los viñedos que hacían posible un champán tan internacional como el 'Mons'.

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