Distanciadas de la pareja, con hijos que empiezan a volar y solas, muy solas
Este tipo de alcoholismo es más frecuente entre las amas de casa y el tratamiento incluye estancia residencial
A. V.
Martes, 17 de noviembre 2015, 08:53
Los datos hechos públicos recientemente por el programa Itxaro de Proyecto Hombre reflejan a una mujer con pareja, pero sin vida sentimental ni siquiera amistosa con ella. Ha tenido hijos, pero estos vuelan solos. Ellas a veces trabajan fuera de casa, pero es habitual que se ocupen del hogar y que su vida haya estado centrada en esos niños que ya se han hecho mayores. Este perfil ha motivado una novedad en la andadura de Proyecto Hombre en sus treinta años de historia.
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«Por primera vez, en tres décadas, un programa de nuestra entidad tiene mayoría de mujeres en terapia y tratamiento, concretamente el programa Itxaro dirigido a personas con problemas derivados del consumo de alcohol. En este momento 10 mujeres y 7 hombres son atendidos en el programa».
Lo explica el director de Itxaro, Esteban Pérez, que añade que, como todos los tratamientos, éste exige, sobre todo, que la mujer tenga conciencia de cuál es su problema. Primero se harán entrevistas, luego se trabajará en grupos dos o tres veces por semana durante dos meses, grupos en los que se suele unir a gente de la misma edad o perfil. Después llegará la fase residencial, unos ocho meses de estancia en un centro de lunes a viernes. El fin de semana toca volver a casa. Después continuará el seguimiento, y el contacto con el psiquiatra y con Proyecto Hombre sigue siendo fundamenal.
Las cifras y los detalles muestran mujeres de una edad de 50 años, el 60% de ellas con hijos de los que el primogénito es mayor de 18 años en el 70% de los casos. Estos mismos hijos e hijas acompañaron por primera vez a su madre a las entrevistas iniciales y como dato significativo, más de la mitad de estos chavales cursa o ha terminado estudios universitarios.
El 80% de las mujeres atendidas en el Programa Itxaro tiene pareja de forma oficial, aunque la gran mayoría se encuentran muy distanciadas emocionalmente de la misma. La situación incrementa tanto el síndrome de nido vacío cuando los hijos se marchan como la sensación de soledad. De hecho el 62,5% de los cónyuges no acuden a ninguna actividad familiar de las que se plantean dentro de la terapia para dejar el alcohol. Eso sí, todas ellas han consumido en su casa con mucha frecuencia, en soledad y a escondidas de su familia o pareja y han sido tratadas por episodios depresivos.
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