Restaurantes
Saltxipi cumple sus bodas de oroCelebración. Javier Ortega y Ana Mari Añorga abrieron el restaurante en junio de 1973 y siguen siendo referentes tras años de «sacrificio pero de mucha satisfacción»
Javier Ortega y Ana Mari Añorga seguramente ni se imaginaban hasta dónde podían llegar cuando en junio de 1973 preguntaron al padre de ella si ... podían abrir un restaurante-asador en un local que tenía en su caserío de Usurbil. Medio siglo después, el Saltxipi está ubicado en el barrio donostiarra de Gros y sigue siendo un referente de la gastronomía de producto tras años de «sacrificio pero de mucha satisfacción», reflexiona Ortega.
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«Sin darnos cuenta nos hemos presentado en 2023», reconoce tras echar la vista atrás, a aquellos comienzos de hace medio siglo cuando abrían al restaurante solo para dar cenas porque él «trabajaba en un banco y salía a las tres de la tarde. Comenzamos con ella en la cocina y yo en el comedor», rememora. El matrimonio ha ido dando pasos muy medidos que les han servido para labrarse un nombre. Ejemplo de ello es que en abril de 1982, los jugadores de la Real campeones de Liga decidieron acudir al Saltxipi para celebrar su consecución: «Hicieron una cena impresionante. Me pidieron que no entrara prensa y estuvimos en la puerta diciéndoles que no podían pasar», rememora Ortega cuando se le pregunta por alguna anécdota de todos estos años.
Por el restaurante Saltxipi han pasado «deportistas, políticos... Gente que ha hecho el bautizo, la comunión y la boda, y que siguen viniendo. Nuestra clientela es muy fiel», se congratula. «Saben que aquí van a encontrar cocina vasca tradicional». ¿Entre sus especialidades? «El changurro al horno, el centollo cocido y la tortilla de bacalao son nuestras estrellas», enumera orgulloso Ortega.
«Colas de gente»
En abril de 2007 decidieron embarcarse en otra aventura. Dejaron el local de Usurbil y abrieron el restaurante en el barrio de Gros junto a sus hijos Jon –que ya se había incorporado en 1996– en la parrilla y Gorka como sumiller. Mikel y Xabi tomaron otros caminos. «Teníamos 57 años y no podíamos con todo. Empezamos con mucha ilusión. Tuvimos que adaptar todo al nuevo espacio. La respuesta de le gente fue espectacular. Había colas de clientes y el teléfono no dejaba de sonar. Fue una pasada».
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Javier y Ana Mari recuerdan el cambio que supuso la pandemia del Covid-19, sobre todo en los hábitos de consumo en la clientela. «La gente no acudía por la noche. Vienen más de comidas, por lo que ahora abrimos los siete días a la semana los mediodías y solo viernes y sábado por la noche. Así, nuestros hijos también concilian».
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