El furancho, esencia de Galicia
La 'semiclandestinidad' de estos lugares hacen que la atomósfera que se vive en ellos sea especia
Enumerar las bondades de la gastronomía gallega resulta un ejercicio comprometedor. Uno puede cometer el error de olvidarse de algún producto y resultaría imperdonable dejarse ... por el camino alguno de ellos. Es por ello que esta semana prefiero centrarme en los furanchos, últimos guardianes de buena parte de la esencia culinaria de Galicia.
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Vamos a comenzar por lo esencial. ¿Qué es un furancho? También conocido como loureiro, son casas particulares en las que se sirve el excedente del vino que no han sacado al mercado. Hay una diferencia fundamental entre un furancho y un restaurante o taberna. Y es que estos lugares no abren durante todo el año, tienen la carta limitada y en principio solo pueden servir vino y agua. Su temporada se extiende de diciembre a finales de junio.
La 'semiclandestinidad' de estos lugares hacen que la atomósfera que se vive en ellos sea especial. Las mesas suelen ser compartidas -al igual que en una sidrería- lo que provoca que el compadreo y el ambiente de amistad que se experimenta sea único. Recortadorio: a medida que salen las jarras de vino es más sencillo hacerse amigo de los compañeros de mesa.
Los furanchos, al ser apéndices de las bodegas, están situadas en las bajeras de las casas, y lo habitual es que la comida sea casera. Un punto a favor a tener en cuenta. Mi consejo es que cuando te sientes en la mesa te dejes aconsejar por el propietario, aunque parte de los esenciales de estos lugares tan simbólicos son tortillas, chorizos, pulpo, zorza, orejas, carne o pimientos. Además de postre e incluso un chupito de licor café. Con dos, uno ya pasa la puerta a otra dimensión.
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Un laurel en la puerta es la señal que te hace saber que estás frente a un furancho, por eso también se les conoce como «loureiros» (de «laurel» en gallego). Una vez pasas la puerta de entrada déjate llevar por la experiencia, que no te va a defraudar. El grueso de estos lugares están situados en la provincia de Pontevedra, en las Rías Baixas. La mayor parte se concentran en localidades como Redondela, Ribadumia, Cambados, Cangas, Vigo, Meaño (Covas), Poio, Vilaboa o Vilanova de Arousa. En A Coruña, Ourense o Lugo también los hay, pero su tradición no está tan extendida por estas tres provincias.
A pesar de su apariencia clandestina, no se asusten. A los furanchos no hay que entrar con una contraseña ni están allanando ninguna vivienda. Los furanchos están regulados por la Xunta de Galicia desde octubre de 2012 y deben cumplir varios requisitos. Deben tener regulada la totalidad de su viñedo en el registro vitivinícola de Galicia y están obligados a presentar una declaración responsable del cumplimiento de todos los requisitos que será objeto de una comprobación posterior por parte del Ayuntamiento en el que resida el furanchero.
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