La piparra, una indispensable del verano

Vamos a comenzar por el principio. La piparra se importó a nuestro territorio tras el descubrimiento de América y, gracias a lo bien que se adaptó al clima de Gipuzkoa, se ha creado un producto único que durante años se ha ido moldeando hasta convertirse en el producto exquisito que es hoy en día. Y es que a la planta le benefician la baja altitud, las temperaturas suaves y la alta pluviosidad.

Esta joya de nuestra gastronomía se planta entre abril y mayo y tiene un crecimiento fuerte y rápido. A partir de julio se pueden empezar a recoger los frutos, que suelen ser abundantes, así que en dos días nos adentramos en el mes por excelencia de la piparra, si bien su recolecta se puede alargar hasta el mes de octubre, según la climatología de ese año.

¿Cómo debe ser la piparra ideal? Debe tener un color verde-amarillento, uniforme y con cierto brillo. Cuentan los expertos que la guindilla perfecta debe tener una longitud de unos ocho centímetros, que esté exenta de picor, aunque según el paladar del comensal puede tener un ligero picor.

Además de frita, la guindilla en conserva sirve para que en muchas casas la piparra esté presente durante todo el año. Quién se puede resistir a unas alubias con sus trocitos verdes que tanto 'bixi' le dan o a una gilda con un txakoli de acompañamiento.

Si quieres indagar más en la historia de la piparra, el 24 de agosto, día de San Bartolomé, Ibarra realiza una feria y concurso en el que muestran las bondades de este producto tan apreciado en Gipuzkoa.