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La despensa

Hierbas frescas en la cocina, ¿cómo conservarlas?

Las hierbas frescas inundan de aroma y frescura cada plato con su simple presencia, pero no siempre es fácil saber cómo conservarlas y utilizarlas. Aquí van algunos trucos para ello

Ane Bergara

Martes, 30 de septiembre 2025, 07:43

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Son un recurso a nuestro alcance en la cocina, un gesto con el que somos capaces de cambiar cualquier receta, pero no siempre sabemos cómo hacerlo. Nos referimos a las hierbas frescas y su uso en los fogones: su presencia inunda de aroma y frescura un plato, pero las dudas sobre ellas suelen centrarse, sobre todo, en su conservación.

Y es que no es sencillo saber cómo almacenar estas hierbas frescas, que suelen marchitarse si no son correctamente conservadas. En este sentido, hay que destacar que, además, no todas las hierbas se comportan igual y, por lo tanto, su conservación es diferente. Así, habría dos grandes grupos: las tiernas, que son aquellas con talos blandos y hojas delicadas, como perejil, cilantro, albahaca o menta; y las hierbas duras o leñosas, con tallo firme, entre las que se encuentran el romero, tomillo, orégano o laurel.

En la nevera, las primeras -las hierbas tiernas- deben conservarse como si de un ramo de flores se tratase: se les corta un poco el tallo, se colocan en un vaso con agua, se cubren las hojas con una bolsa de plástico perforada y se guardan en la nevera, con la excepción de la albahaca, que, para no ennegrecerse, se conserva a temperatura ambiente.

Las hierbas duras, por su parte, son tratadas de manera distinta: sus tallos se envuelven en papel de cocina ligeramente húmedo, se guardan en una bolsa de cierre hermético o en un recipiente cerrado y se colocan en la parte menos fría de la nevera.

Las primeras pueden durar entre cinco y diez días, mientras que las segundas pueden conservarse hasta dos semanas.

El truco

Hay que lavar las hierbas justo antes de utilizarlas y no al comprarlas

¿Cómo pueden congelarse?

La respuesta a la pregunta de si pueden congelarse estas hierbas es afirmativa, pero su método es curioso. La primera forma de congelarlas es picar las hierbas y meterlas en una cubitera con un poco de agua o aceite de oliva. En el caso de las hierbas más resistentes, como es el caso de romero o tomillo, se pueden congelar directamente en bolsas.

En nuestro congelador aguantarán hasta seis meses y es una solución perfecta, porque se pueden añadir directamente a los guisos, sopas y salsas.

Por último, un truco: hay que lavar las hierbas justo antes de utilizarlas y no al comprarlas, porque es precisamente el exceso de humedad el peor enemigo para su correcta conservación.

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