Brochetas para todos

Este plato tiene la ventaja de que, salvo el momento de la ejecución, se puede preparar de víspera. Es más, es mejor prepararlo horas antes para que la composición y las especias hagan efecto y empapen la carne y las verduras. Es muy sencillo. En primer lugar hay que trocear la carne, en este caso, pechugas de pollo de caserío. Hay que hacer dados de, aproximadamente, un centímetro. Conviene que no sean muy gordos, para que no queden crudos por dentro; ni muy finos, para que no se queden secos. Una vez terminado el trabajo, hay que salpimentar.

A continuación, llega el trabajo con las verduras. Hay que cortar en juliana tanto los pimientos verdes como la cebolla, de tal forma que queden unos cuadros del tamaño similar a los dados de pollo. Una vez cortada la carne y la verdura, llega el momento de montar las brochetas. Este paso es a gusto del consumidor. Yo suelo colocar tres series de pimento, cebolla y carne en cada brocheta y procuro que haya, al menos, cinco por cada comensal.

Una vez montadas, se colocan en una fuente y se vuelve a salpimentar. Además, añadimos pimiento de la vera picante (no mucho) para darle un poco de alegría y aceite de oliva virgen extra. Una vez aliñadas, es conveniente dejar la bandeja tapada en el frigorífico varias horas para que la carne y las verduras adquieran el sabor del pimentón, la sal y el aceite de oliva.

Y ya está. Ya solo queda que llegue el momento de la comida o la cena y prepararlas. A mí me gusta hacerlas a la plancha o en una sartén con poco aceite (hay que dar la vuelta con cuidado una a una), pero también se pueden preparar al horno o, si se tercia, a la brasa.

Pero unas brochetas de pollo no son nada sin un buena salsa. En este caso, yo acostumbro a acompañar esta receta con una salsa con yogur tipo kebab o con un falso alioli, pero también se puede acompañar de una salsa de tomate con picante (un poco de tabasco basta), para quienes los paladares más atrevidos.

On egin!