Una sacudida de alta intensidad

A veces un inesperado cambio de guion puede sorprender a propios y ajenos. La citación judicial como imputada de Begoña Gómez para aclarar si en sus actividades profesionales hubo o no tráfico de influencias fue ayer una bomba de relojería en el corazón del PSOE activado a pocos días de los comicios. La airada respuesta por carta de Pedro Sánchez a la ciudadanía –llamando a ir a las urnas para replicar el movimiento del juez– muestra ese sesgo dramático que se ha apoderado de esta recta final. La izquierda ve todo esto como una exhibición de 'lawfare' de la derecha judicial ante la que hay que resistir. Objetivamente la citación propulsa la estrategia del PP de cercar a Sánchez como «gran protector de la corrupción». La iniciativa va a radicalizar más si cabe la polarización PSOE-PP. Ha sido un patadón al tablero que vuelve a fracturar al país en dos mitades y a envenenar la conversación pública.

Con sus diferencias, Arnaldo Otegi y Alberto Núñez Feijóo han coincidido también en las últimas horas en mover las piezas del puzle. El primero al plantear un frente abertzale en estos momentos, a pocos días de que el PNV y el PSE anuncien su programa de gobierno y estrenen un Ejecutivo de coalición. El segundo, con una oferta de moción de censura que depende del 'contexto', es decir, del apoyo de Junts y de Vox para que prospere, lo que se antoja inviable.

Otegi recupera en cierta forma el denominado 'espíritu de Armiñón'. Hagamos historia. Al inicio de la Transición y frente al divorcio en el seno del nacionalismo que se atisbaba, el veterano abertzale Telesforo de Monzon propuso un pacto entre independentistas y los que no lo eran. «Para ir de Bergara a Eibar hay que pasar por Málzaga, podemos hacer una parte del viaje juntos y bajarse allí, en Málzaga, los que no quieren ir hasta la independencia, que los demás ya iremos a Eibar».

Otegi reiteró su oferta: que en las elecciones europeas y en las generales, los partidos abertzales vayan unidos en una especie de 'frente amplio' de mínimos –compartiendo objetivos como la defensa del derecho a decidir, la república o la nación– y en las municipales, forales y autonómicas cada uno vaya por su cuenta. El PNV ve detrás de este movimiento un tacticismo cortoplacista y detecta inquietud en los sectores más abertzales de la izquierda soberanista, que se muestran cada vez más inquietos por una supuesta deriva izquierdista. El debate de ayer en ETB2 puso de relieve todas estas inquietudes. Los viejos fantasmas y prejuicios revolotearon por el plató. La discusión plasmó la enorme gesticulación del momento y evidenció lo que cuesta colar la 'agenda vasca' en Europa.

El PNV utilizó ayer por primera vez la baza Imanol Pradales. El candidato a lehendakari rompió su silencio en Barakaldo. Los jeltzales buscan el voto PSOE, como en las últimas autonómicas, aunque saben que la polarización estatal es un fenómeno cada vez más difícil de combatir, con una inercia poderosa y en la que ha emergido una cuestión estelar, la inmigración, un territorio que permite múltiples aristas. Urkullu se va a volcar en Donostia en las próximas horas, que hay mucho sufragio moderado en juego que está muy tentado de quedarse en la abstención.

La izquierda independentista encajó ayer con un severo disgusto la reactivación de la causa de los 'ongi etorri'. Desde Sortu se habló incluso de una estrategia premeditada para desgastar a Sánchez. El asunto se ha convertido en una golosa munición para la batalla después de que algunos fiscales hayan movido todas sus baterías contra la aplicación de la Ley de Amnistía. Muchos ingredientes hierven ya en el puchero. Demasiados.